Dossier

Revista de Humanidades Nº 49: 11-27 ISSN: 07170491 • DOI: 10.53382/issn.2452-445X.769

Presentación

 

Estudios afrodescendientes en y desde Chile: balances y perspectivas

 

 

María Elena Oliva, Ricardo Amigo Dürre y Dina Camacho

Coordinadores

 

 

El momento de publicación de este dossier es del todo relevante para la temática que presentamos y que se discuten en los artículos aquí reunidos. Por una parte, en el año 2023 que recién termina se cumplieron 200 años de la abolición de la esclavitud en nuestro país. Aunque sus reales alcances y los intereses en juego sean hoy objeto de discusión, este hito transformó a Chile en el primer país de la región en haber tomado esta decisión en los albores del período republicano. Por otra, en este año que comienza, concluye el Decenio Internacional para los Afrodescendientes proclamado por las Naciones Unidas en 2013, y ante el cual Chile deberá rendir cuentas de lo avanzado en materia de reconocimiento, justicia y desarrollo para la población afrodescendiente. La confluencia de estas dos fechas nos invita a pensar en los procesos, las coyunturas históricas y los/as sujetos/as que se ven involucrados/as en las reflexiones en torno a la presencia afrodescendiente en nuestro país. Si bien esta presencia es indiscutible, ¿qué circunstancias históricas involucran su llegada y asentamiento en este territorio? ¿Qué calidad ha tenido su condición de ciudadanos/as en esta república? ¿Cuáles son sus circunstancias contemporáneas? ¿Qué desafíos están pendientes? ¿Cómo dialoga la población afrodescendiente que ha migrado en los últimos años con el pueblo afrochileno?

Algunas de estas preguntas aparecen como preocupaciones recientes, en buena medida porque se han instalado en la opinión pública a partir de la llegada de migrantes afrolatinoamericanos/as y afrocaribeños/as en la última década, quienes no solo han traído consigo reivindicaciones propias, sino que han sufrido en nuestro país experiencias de discriminación, dando un empuje a la discusión sobre el racismo, sus consecuencias y articulaciones en la sociedad chilena. Además de la histórica denuncia de los pueblos originarios respecto a la manifestación del racismo en Chile, cabe destacar que desde el año 2000 han surgido organizaciones afrochilenas en Arica y el Valle de Azapa, principalmente, que han logrado visibilizar demandas por el reconocimiento histórico, jurídico, social, político y cultural dirigidas al Estado de Chile, alcanzando visibilidad y un despliegue territorial cada vez más amplio. De hecho, su movilización logró el reconocimiento legal del pueblo tribal afrodescendiente chileno el año 2019, mediante la Ley 21.151, y su lucha se enmarca y vincula al amplio movimiento afrolatinoamericano desplegado en la región desde fines del siglo XX.

La particularidad de esta coyuntura social en Chile ha dinamizado un área de estudios que, si bien no es reciente, ha tomado impulso y nuevos aires. Tomando el relevo de las anteriores iniciativas aisladas de autores y autoras que chocaban con la indiferencia de gran parte de la academia local, hoy existe un campo de estudios afrodescendientes cada vez más delimitado, amplio y diverso, en el que confluyen diversos investigadores e investigadoras, instituciones, organizaciones, enfoques teóricos y metodologías, generando nuevos conocimientos dentro y fuera del espacio académico. La convocatoria a este dossier invitó a explorar críticamente este campo, a reconocernos en trayectorias previas, a identificar líneas temáticas de interés compartido y a plantear nuevas inquietudes y desafíos.

Es así que resulta importante hacer algunas distinciones. Por una parte, desde hace varios años en Chile se han venido realizando estudios en relación con las creaciones literarias e intelectuales afrodescendientes en otras localidades y países de la región, los que se vinculan tanto a los estudios caribeños como a los estudios literarios (Salto; Rothe). A tal vertiente de estudios afrodescendientes desde Chile se suman también esfuerzos por fuera de la investigación académica, los que han puesto el acento en las culturas africanas y afrolatinoamericanas, estudiando principalmente las expresiones musicales y danzarias, aunque también la cultura material y las tradiciones culinarias y estéticas, para recrearlas y difundirlas en el territorio nacional, poniendo en valor y dialogando con las culturas migrantes afrodescendientes.

Por otra parte, en los últimos años también se han consolidado los estudios afrodescendientes en Chile. De esta forma, se han retomado con fuerza las investigaciones sobre la población africana y afrodescendiente que llegó al territorio nacional en el marco de la trata esclavista, ampliando las perspectivas de análisis y siguiendo sus huellas en el período republicano. Tal como exponen Montserrat Arre y Paulina Barrenechea en su artículo sobre los estudios afrochilenos, estos tienen una trayectoria cuyo origen se remonta a la primera mitad del siglo XX, con investigaciones principalmente historiográficas que se centraron en la esclavitud como actividad comercial, dando cuenta de rutas, valores, lugares de tráfico y número de la población de origen africano ingresada en condición de esclavitud. Sin embargo, estos estudios no fueron sistemáticos hasta entrados los años ochenta, cuando se complejizaron al poner el acento en los sujetos esclavizados y esclavizadas y sus diversos roles en la sociedad y territorio del Chile colonial. Un espacio institucional que jugó un importante papel como pionero en estas investigaciones fue el Departamento de Historia de la Universidad de Chile.

En la primera década del siglo XXI, en el contexto de un movimiento afrolatinoamericano en desarrollo, un conjunto de investigaciones se comenzaron a enfocar en las huellas culturales de la presencia africana en Chile, así como en la situación contemporánea del pueblo afrochileno vivo, desplazándose los intereses hacia el norte del país, específicamente hacia Arica y el Valle de Azapa, donde se articula el movimiento afrochileno organizado. Junto con los procesos de reconstrucción cultural y la recopilación de historias orales iniciados por integrantes de este movimiento, también despuntaron los estudios antropológicos, ahora al alero de la carrera de Antropología de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, que se transformó en otro espacio institucional destacado en estas materias.

Actualmente, los estudios afrodescendientes en Chile se han diversificado enormemente, colaborando desde otras disciplinas (musicología, artes, sociología, literatura, museología, derecho y educación, entre otras), ampliando los enfoques teóricos y temas de investigación (por ejemplo, estudios de género, perspectivas interseccionales, estudios migratorios, estudios de performance, estudios patrimoniales, estudios afroindígenas), enriqueciendo el trabajo metodológico (incorporando la transdisciplina, modificando criterios éticos, explorando enfoques colaborativos y participativos, etcétera), así como con otros anclajes institucionales, como, por ejemplo, la Cátedra de Estudios Afrodescendientes de la Universidad de Tarapacá, inaugurada el año 2021. En este contexto, el conjunto de ocho artículos que componen el presente dossier da cuenta del momento actual de los estudios afrochilenos, así como de algunas de sus principales tendencias e intereses investigativos.

 

1. Archivos, visualidades y representaciones

 

Abrimos el dossier con un conjunto de artículos que reflejan el reciente interés que han generado distintas materialidades y soportes –objetuales, visuales y escritos, entre otros– para indagar en los regímenes representacionales en torno a la afrodescendencia en Chile, tanto en museos como en acervos artísticos y creaciones literarias nacionales. Aunque aún iniciales en algunos casos, estos trabajos permiten apreciar la relevancia de estos otros archivos, escasamente visitados hasta ahora, para comprender, por ejemplo, las continuidades históricas de la representación sexualizada y racializada de la otredad ‘negra’, los procesos de invisibilización de una presencia largamente acallada, o bien su relegamiento a un pasado lejano. Al mismo tiempo, en una lectura a contrapelo, los mismos archivos permiten a las autoras de estos artículos describir imaginarios, narraciones e historias en las que, lejos de estar ausente, lo afro o ‘negro’ forma parte de construcciones culturales complejas y situadas, inmersas en redes y flujos transatlánticos de personas, objetos, imágenes e ideas.

El primer artículo, “Pensar el patrimonio afrodiaspórico en los museos chilenos. Perspectivas sobre la puesta en orden y la puesta en escena de objetos y cuerpos decolonizados”, de Javiera Carmona Jiménez, recurre a referentes de la antropología de los museos, los estudios patrimoniales y la museología crítica, haciendo eco de los debates en torno a la decolonización de sus colecciones que han sacudido a algunos de los más prestigiosos y vetustos museos coloniales del Norte global. Para el caso chileno, tal decolonización implicaría, según la autora, una “lectura crítica de las colecciones en Chile sobre África y Afrolatinoamérica”, tanto en relación con sus procesos y circunstancias de adquisición y conformación, como respecto de los criterios de clasificación y exhibición (o de su relegación a depósitos, en el caso de aquellos objetos nunca exhibidos). Por un lado, Carmona explora objetos y colecciones que reflejan la inserción de Chile en los circuitos globales del arte tribal y sus escalas de valor. Por otro, hace notar la “ausencia de la narración o puesta en escena de la esclavitud” en los museos estatales y universitarios chilenos, a pesar de la existencia de diversas piezas –utilitarias, vernáculas y artísticas– que dan cuenta de la presencia afrodescendiente y afroindígena, y cuya inclusión en los guiones museográficos implicaría “desmontar el modelo teórico predominantemente hispano-indígena que conduce el orden clasificatorio de las piezas”.

En diálogo con el trabajo de Carmona, el artículo “Presencia africana y afrodescendiente en Chile: una contribución desde el patrimonio artístico de la zona centro-sur”, de Alejandra Fuentes González, propone un primer catastro de “obras artísticas cuyas representaciones remiten a sujetos de origen africano” y que se conservan en diversas colecciones públicas y privadas de la zona centro-sur del país. Inscribiéndose en un renovado interés en este tema desde la historia del arte, Fuentes identifica un total de 139 obras, entre esculturas, pinturas y otros formatos, la mayoría de ellas del siglo XX y pertenecientes a colecciones santiaguinas, aunque también con presencia en pinacotecas y museos de Concepción, Linares, Talca, Valparaíso y Rancagua. Por otra parte, el artículo desarrolla un análisis iconográfico preliminar de estas obras, en las que es posible identificar desde tropos visuales como la ubicación de los/as sujetos/as afrodescendientes en los márgenes de la representación pictórica hasta ciertos marcadores que caracterizan a los/as sujetos/as afrodescendientes representados: en particular, los rasgos fenotípicos, frecuentemente exagerados, y la indumentaria. En el caso de la representación de mujeres afrodescendientes, especialmente, dichos marcadores remiten a la sexualización –a través de la desnudez–, así como a la fijación de roles laborales y reproductivos, mostrando, como comenta Fuentes, que las artes visuales, aunque se adelantaron a los estudios historiográficos en su abordaje de los/as sujetos/as afrodescendientes en la historia de Chile, contribuyeron “a la definición de modos estereotípicos y racializados de representación” que aún reverberan en el presente.

Finalmente, el artículo de Montserrat Arre Marfull, “Literaturas y negritud en Chile: esbozos de una trayectoria larga de representaciones”, se propone analizar las maneras en que han sido significadas y representadas las personas de origen africano y afrodescendiente en la literatura chilena, particularmente en la narrativa de tiempos republicanos, desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad. Para ello, hace una revisión crítica del campo literario en Chile, revelando la escasez de trabajos sobre este tema, pese a contar con un corpus de análisis no menor, que identifica y caracteriza. La autora analiza algunas de estas obras desde dos enfoques: por un lado, el cruce entre literatura e historiografía para aproximarse a estos relatos ficcionales considerando sus autorías y las narrativas ideológicas del momento de producción; y, por otro, desde la categoría de negritud, cuyo origen se remonta al movimiento de vanguardia literaria que le dio origen a fines de los años treinta, y que en el último tiempo ha permeado el lenguaje de los estudios afrodescendientes en Chile. Para Arre, estas representaciones movilizan “imaginarios negacionistas, colonialistas, nacionalistas y racistas”, pero a su vez dan cuenta de la existencia de personas negras en el territorio nacional desde tiempos coloniales, como un grupo social fundante también de la sociedad chilena.

Además de sus contribuciones específicas en relación con las líneas de investigación en las que se inscriben, como comentamos arriba, los artículos de Carmona, Fuentes y Arre también dan cuenta de una suerte de giro metodológico en los estudios afrodescendientes en Chile, pues representan la movilización de nuevos repertorios de investigación que nutren la reflexión en torno a lo afrodescendiente a partir de las representaciones, los objetos y las visualidades. En este sentido, dialogan también con aquellos trabajos que, desde disciplinas diversas, buscan relevar a sujetos/as históricos/as hasta ahora pasados/as por alto en los estudios afrodescendientes, al tiempo de ofrecer insumos para intervenir en las políticas educativas desde una perspectiva intercultural y antirracista.

 

 

2. Sujetos invisibilizados y nuevas lecturas en la historia y la educación

 

El segundo conjunto de artículos expone preguntas que ponen en relieve actores tradicionalmente ausentes en el campo de los estudios afrodescendientes en Chile. Su preocupación parte del diagnóstico –compartido hace ya algún tiempo por investigadores y agentes culturales– de la necesidad de actualizar e incorporar, en la memoria nacional, la historia y presencia de las poblaciones herederas de los/as esclavizados/as africanos/as en Chile, así como sus aportes a la construcción del país. Como disciplinas, la investigación historiográfica y la pedagogía de la historia tienen un rol relevante en esta tarea, y de ello da cuenta este grupo de trabajos. Por un lado, ponen sobre la mesa relaciones sociales en torno a la esclavitud que permiten conocer de mejor modo complejidades geográficas, económicas y culturales poco exploradas por la historiografía nacional. Por otro, demuestran la necesidad de construir un currículo que desmonte la retórica de la negación y avance en la atención equitativa de la población escolar afrodescendiente. En su conjunto, se trata de trabajos que aportan, desde sus áreas de estudio, nuevas lecturas sobre la presencia afro en Chile, ya sea en el contexto de la esclavitud minera, los debates por la abolición o las actuales aulas escolares, de cara a las necesidades de los/as estudiantes afrodescendientes.

El artículo “Esclavos y esclavistas en el desierto: trabajo y relaciones sociales en torno a la esclavitud negra durante la protoindustrialización minera (Tarapacá, 1765-1845)”, de Damián Lo Chávez y Carolina Cortés Silva, se sitúa desde la historia social y económica. En un ejercicio novedoso en la historiografía chilena, los autores empalman el inicio de la expansión minera en el siglo XVIII con la articulación de relaciones sociales de propiedad y trabajo que se extendieron hasta el siglo XIX y que, como indican, fueron definidas a través de categorías étnicas. Haciendo uso de un nutrido corpus que comprende documentos notariales, judiciales y administrativos de archivos regionales chilenos, peruanos y españoles, el artículo realiza un análisis microhistórico sobre el trabajo forzado y libre realizado por personas de origen o ascendencia africana; expone las modalidades mediante las cuales se reprodujo la mano de obra esclavizada en el contexto minero; pasa revista a estrategias de desobediencia reconocidas ya en otras geografías y, finalmente, explora razones históricas que explican el decaimiento de este modelo de explotación laboral en Tarapacá. Lo anterior permite conectar la historia local con el fenómeno global de la trata para comprender de mejor modo las razones que mitigaron la presencia afrodescendiente en la región durante los primeros años de organización del Estado nación.

Si el trabajo de Lo y Cortés permite perfilar relaciones sociales de producción entre afrodescendientes –esclavizados/as y libres– y esclavistas en el norte minero, el artículo “Rechazar la abolición, defender la paz doméstica: un bosquejo de las mujeres esclavistas en Santiago de Chile (1811-1823)”, presentado por Carolina González Undurraga y Tamara Araya Fuentes, nos ubica en el marco de la servidumbre esclavizada en las ciudades coloniales y el espacio doméstico durante los primeros años de vida republicana. Las autoras hacen un bosquejo de quiénes compraban y vendían esclavizados en Santiago, analizando para ello un conjunto de cartas de venta y documentación judicial desde una perspectiva género-racializada. A partir de ahí, exponen la participación de mujeres propietarias en el rechazo a la abolición y analizan las razones que habilitaron su postura. El trabajo aporta desde el contexto chileno a la comprensión de fenómenos parcialmente estudiados en América Latina, reiterando el rol de las mujeres en el mercado esclavista y revelando las estrategias para disputar su autoridad femenina, basada en la propiedad de personas esclavizadas tanto en el comercio como en lo que las autoras denominan la “paz doméstica”. En este sentido, el artículo apuesta a diversificar las voces que dieron forma a los debates por la abolición y, particularmente, que se resistieron a ella apelando a nociones clave en la construcción de la República como propiedad, familia y espacio doméstico.

Estas lecturas dan cuenta de nuevas aristas sobre los/as afrodescendientes en nuestra historia y, como correlato, en los estudios afrolatinoamericanos. Son justamente este tipo de investigaciones las que María Victoria Peralta y Marco Llerena consideran necesarias a la hora de actualizar los programas oficiales de enseñanza de la historia en consideración con los avances de la investigación historiográfica y los archivos. Su artículo, “Un acercamiento a la identificación de la población escolar afrodescendiente actual en Chile: criterios sociales y educativos para avanzar a su atención equitativa”, advierte dicha necesidad pasando revista sintética a la presencia afrodescendiente en el país. Con esto, buscan argumentar históricamente la necesidad de reconocimiento de los/as afrochilenos/as, ya sean descendientes de personas africanas esclavizadas en Chile entre los siglos XVI y XIX, o nacidas recientemente en el país, producto de los procesos migratorios de sus padres. A partir de lo anterior, el foco final de su análisis está puesto, justamente, en aportar criterios para una construcción curricular inclusiva e intercultural, tanto para los/as estudiantes afrochilenos/as y afrodescendientes como para la población chilena en general.

 

 

3. Género e interseccionalidad

 

El género es una dimensión de análisis que aparece en varios de los artículos aquí presentados. Fuentes, por ejemplo, hace hincapié en el carácter sexualizado de algunas representaciones artísticas de mujeres afrodescendientes, mientras González y Araya discuten la relación entre posicionalidades de clase y género y la oposición a la abolición de la esclavitud por parte de mujeres esclavistas de la élite santiaguina, para quienes la abolición significaba una pérdida de autonomía. En este contexto, los artículos que cierran el dossier se posicionan de manera explícita en la intersección de los estudios afrodescendientes con los estudios de género, haciendo eco de las propuestas teóricas de los feminismos negros y decoloniales, así como de los debates en torno al concepto de interseccionalidad.

El artículo “Rizoma interseccional. Una mirada hacia el género en los estudios afrodescendientes en Chile”, de Isabel Araya y Yanina Ríos, en primer lugar, propone un estado del arte de los estudios en torno a las experiencias de mujeres afrodescendientes en Chile, tanto afrochilenas como migrantes. Las autoras articulan su revisión desde el concepto de interseccionalidad, una perspectiva que, para ellas, permite tanto “comprender las experiencias de mujeres pertenecientes a la diáspora africana, así como también la producción de conocimiento y saberes desde perspectivas afrocentradas”. Por una parte, Araya y Ríos realizan una amplia revisión de las investigaciones que han estudiado a las mujeres afrodescendientes, desde los trabajos historiográficos que tardíamente comenzaron a indagar en las experiencias de mujeres esclavizadas en el período colonial, pasando por las investigaciones sobre las mujeres afroariqueñas en el contexto del giro antropológico de los estudios afrodescendientes en Chile, desde el año 2000, hasta el amplio campo de investigaciones sobre mujeres afrodescendientes migrantes en Chile, que en la última década ha comenzado a profundizar en la relación entre racialización y sexualización. Por otra parte, las autoras destacan la existencia de producciones intelectuales y artísticas –escritas, musicales, dancísticas, teatrales y audiovisuales, entre otras– cuyas/os autoras/es y creadoras/es se posicionan explícitamente como afrodescendientes y, de esta forma, demuestran que “la práctica política colectiva genera teoría y, por tanto, es productora de conocimiento”.

En su conclusión, Araya y Ríos identifican una “feminización de los estudios afrodescendientes” en Chile, y, frente a la creciente popularidad de esta perspectiva, apuntan al desafío de analizar la articulación entre diversos sistemas de poder y opresión sin utilizar la teoría interseccional “como una fórmula mágica esencialista y estática”. Al mismo tiempo, las autoras identifican diversos vacíos en la literatura existente, entre ellos la escasa vinculación entre los trabajos sobre mujeres afrochilenas y aquellos sobre mujeres afrodescendientes migrantes, la falta de una mirada intergeneracional, así como el enfoque exclusivo en las mujeres, dejando fuera otras posiciones dentro del sistema de género tales como las disidencias sexuales, a lo que podría agregarse también la ausencia de un análisis interseccional de las masculinidades afrodescendientes (Viveros).

Como una contraparte empírica de la revisión bibliográfica propuesta por Araya y Ríos, el artículo “Representaciones y resistencias desde corporalidades femeninas afrodescendientes chilenas y de la diáspora en Arica y Santiago, Chile”, de Nicole Chávez, profundiza en la sexualización y racialización de las mujeres afrodescendientes en Chile, así como en las estrategias de resistencia corporizada desplegadas por ellas, a partir de la amplia experiencia investigativa de la autora. Movilizando referencias teóricas sobre la raza, el racismo y el género, así como de los feminismos negros, decoloniales y antirracistas, Chávez indaga especialmente en lo que, siguiendo a Ochy Curiel, llama “la interrelación del racismo de género y el sexismo racializado”, que redunda en procesos de explotación sexual y laboral, erotización, exotización, estigmatización y estereotipación de las mujeres afrodescendientes, basados en marcadores corporales como el color de piel. Frente a ello, Chávez destaca el empoderamiento de las mujeres afrodescendientes, el que se refleja, particularmente, en las maneras en las que “estas mujeres se conectan con las historias de sus ancestras e incorporan el lenguaje del pasado en sus propias narrativas y memorias corporales”.

Además de coincidir en el análisis de las intersecciones entre racismo y sexismo y en la conjunción entre las experiencias de mujeres afrodescendientes chilenas y migrantes, tanto el artículo de Araya y Ríos como el de Chávez enfatizan la importancia de las corporalidades y de las prácticas performáticas y artísticas, ya sea como soportes para la visibilización de sus reivindicaciones o como posibilidades de articular discursos y saberes propios. Considerando la persistencia de las representaciones autorizadas que problematizan los artículos de Fuentes y Arre, tales prácticas aparecen como una forma de intervenir en los regímenes de representación que reproducen imaginarios sexualizantes y racializantes sobre las personas –específicamente, las mujeres– afrodescendientes, desde un lugar que les permite enunciar sus propias autorrepresentaciones y hacerlas valer en el espacio público. Al mismo tiempo, la performance y las prácticas corporales asoman como áreas de investigación que permiten comprender cómo se configuran imaginarios y representaciones en torno a África y lo afro no solo a partir de la circulación de construcciones simbólicas, sino también desde las sensaciones y experiencias corporales, tanto entre personas que se identifican como afrodescendientes como, eventualmente, entre quienes no reconocen tal ascendencia.

 

 

4. Preguntas y desafíos

 

Además de dar cuenta de ciertas líneas temáticas y de resultados de investigaciones actuales, la presentación de este dossier nos ha permitido identificar algunas cuestiones relevantes en relación con las características y desafíos del campo de los estudios afrodescendientes en y desde Chile. En primer lugar, destaca la apertura de líneas de investigación novedosas y que contribuyen a una comprensión cada vez más densa de las construcciones históricas y culturales, de las experiencias y de las disputas políticas en torno a la afrodescendencia en el país, tanto en el pasado como en el presente. Al mismo tiempo, la perspectiva adoptada en varios casos de estudio aquí presentados es también una forma de interrogar las narrativas hegemónicas sobre la chilenidad y su supuesto carácter ‘blanco’, dialogando con otros campos de investigación o con los movimientos sociales que abogan por el reconocimiento de la diversidad cultural.

En segundo lugar, cabe reparar en el género y, en algunos casos, las afiliaciones identitarias de las autorías: sin duda, resulta significativa la participación mayoritaria de mujeres investigadoras, tanto en este dossier como en este campo de estudios. Luego del precursor trabajo de la historiadora Rosa Soto en la década de los ochenta, una rápida revisión de la bibliografía del campo (Proyecto AfroCoquimbo) muestra que se trata de una tendencia afiatada, al menos, desde la consolidación de los estudios afrochilenos a comienzos del presente siglo. Aún más significativo resulta el hecho de que en los últimos años es posible observar un destacable aumento de la autoría de mujeres afrochilenas involucradas en el trabajo académico en este campo de estudios, cuya participación está presente en este dossier. Tal configuración de autorías invita a una reflexión epistemológica y política en torno a la enorme relevancia que poseen en el campo de los estudios afrodescendientes las perspectivas situadas, desde las cuales emergen nuevos enfoques, nuevos/as sujetos/as y nuevos repertorios de investigación.

En tercer lugar, en varios de estos artículos, así como en el campo de los estudios afrodescendientes en general, la interdisciplina aparece como una necesidad práctica y teórica para establecer puentes comunicativos entre distintas áreas del conocimiento y sus “modos de hacer” (Arre y Barrenechea). Aunque es un desafío que va más allá de este campo de estudios, en este ámbito no solo nos parece relevante repensar los enfoques teóricos más allá de divisiones disciplinarias estancas, sino también renovar las estrategias metodológicas, apostando, por ejemplo, por formas de trabajo colectivo y colaborativo, tanto dentro del mundo académico, entre este y sus interlocutores, así como con los diversos espacios sociales en los que se construye conocimiento. De igual manera, el trabajo aplicado y de divulgación asoma como un desafío importante si los conocimientos producidos por investigadores/as, cultores/as y organizaciones han de tener un impacto en las políticas públicas y, de forma más amplia, en las narrativas sobre la pertenencia de los/as afrodescendientes a la nación.

En cuarto lugar, destacamos la importancia de la discusión teórica de enfoques, categorías y conceptos clave que trazan los contornos del área de estudios que nos convoca. El uso de la categoría ‘negritud’ en los estudios afrodescendientes en Chile merece una breve reflexión, por la significativa recepción y amplia divulgación que ha tenido, la que sin embargo no siempre ha sido revisada desde su origen y trayectoria. La equivalencia entre negritud y persona de piel negra, o su utilización como sinónimo de la presencia afro en un determinado territorio, ha movilizado un significado despojado de su contenido político y, sobre todo, de la conciencia crítica que comporta. A diferencia del enfoque más amplio en los “discursos y prácticas de lo negro” que propone, por ejemplo, el concepto de negridad (Restrepo), la propuesta original del concepto de negritud no denomina una condición –de modo que no toda persona negra o afro es portadora de negritud– y tampoco un discurso celebratorio de la presencia afro de parte de quienes no se identifican como tales. El lugar de enunciación de un discurso reivindicativo de la identidad negra o afro es, en ese sentido, determinante. Estas distinciones resultan del todo importantes en un campo de estudios como este, no solo porque permiten distinguir autorías, lugares de enunciación, representaciones y adscripciones que no siempre son equivalentes, sino, sobre todo, porque respetan las voces, ideas y categorías que los propios autores negros/afrodescendientes nos han legado.

Finalmente, queremos señalar algunos desafíos que consideramos de relevancia, a partir de las ausencias en este dossier. Por una parte, la respuesta que obtuvimos a nuestra convocatoria, enfocada tanto en los estudios afrodescendientes en como desde Chile, permitió corroborar que ambas líneas investigativas dialogan poco entre sí. En efecto, la segunda de ellas solo está tangencialmente representada en el dossier, sin perjuicio de que, sin duda, los trabajos aquí reunidos representan un aporte importante al conocimiento de la historia y cultura de la presencia afro en el continente, pues abordan temáticas novedosas y hasta ahora poco exploradas. Al mismo tiempo, permiten comprender de mejor modo tanto las particularidades geográficas de las comunidades afrodescendientes como también algunos aspectos transversales de su experiencia en la región, contribuyendo, desde Chile, al campo más amplio de los estudios afrodescendientes. No obstante, la falta de un diálogo más explícito entre los estudios afrodescendientes en y desde Chile dificulta la consolidación de este campo, por ejemplo, en relación con la recepción de debates teóricos de amplio desarrollo en otras latitudes, o con el desarrollo de miradas comparativas que permitan comprender las construcciones históricas, culturales y políticas de la afrodescendencia en Chile en el contexto de experiencias similares en América Latina o, bien, en contraste con ellas. Iniciativas como la conformación de la Red Chilena de Estudios Afrodescendientes han intentado proveer un espacio para el intercambio de distintas visiones en y desde Chile, así como para la vinculación entre investigadores/as, académicos/as y personas provenientes de la sociedad civil, que esperamos allane el camino para estos intercambios tan necesarios en el escenario actual.

Junto con lo anterior, creemos importante avanzar en la profundización del diálogo epistemológico entre las perspectivas diversamente situadas que convergen en el campo de los estudios afrodescendientes en Chile. Además de la presencia de autoras y autores que se identifican como afrodescendientes, cabe destacar el desarrollo incipiente de perspectivas que se sitúan explícitamente “desde adentro” (Walker). Tal como destaca el artículo de Araya y Ríos, las producciones intelectuales y artísticas realizada desde la afrodescendencia como lugar de enunciación evidencian teorizaciones y perspectivas propias e irreductibles, que resultan imprescindibles para el pleno desarrollo de un campo de estudios afrodescendientes.

En conclusión, la configuración actual de los estudios afrodescendientes en y desde Chile refleja una coyuntura particular: por un lado, se trata de un campo en expansión que tiene a su haber un balance positivo en términos de la consolidación de líneas de investigación que hace pocos años parecían ser marginales en las agendas investigativas nacionales. Este desarrollo ha ido acompañado de propuestas que interrogan las metodologías de trabajo y los aspectos éticos que las involucran, así como de diálogos interdisciplinarios imprescindibles para la profundización de diversas líneas temáticas. Por otro lado, el campo de los estudios afrodescendientes en y desde Chile se enfrenta a importantes desafíos teóricos, metodológicos y epistemológicos. De la respuesta a tales desafíos no solo dependerán las perspectivas futuras de la investigación y reflexión en este campo, sino también las contribuciones que pueda hacer a la sociedad en su conjunto.

 

Bibliografía

 

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