Revista de Humanidades Nº 49: 223-249 ISSN: 07170491 • DOI: 10.53382/issn.2452-445X.779

Rizoma interseccional:

una mirada hacia el género en los estudios afrodescendientes en Chile

 

Intersectional rhizome:

A look at gender in Afro-descendant studies in Chile

 

 

Isabel Araya

Pontificia Universidad Católica de Chile

Av. Vicuña Mackenna 4860, Santiago, Chile

[email protected]

 

Yanina Ríos

Universidad de Tarapacá

Avenida 18 de Septiembre 2222, Arica, Chile

[email protected]

 

 

Resumen

 

El presente artículo expone un estado del arte sobre los estudios de género en el campo de investigaciones sobre afrodescendencia. El objetivo central es estableces una genealogía sobre la perspectiva interseccional en los estudios afrodescendientes en Chile. Particularmente se discuten las reflexiones feministas en la investigación social sobre el movimiento afrochileno en el norte y la migración afrodescendiente en el país. Asimismo, se destaca el protagonismo que la categoría ha adquirido en los últimos años, concluyendo que, en un contexto de asentadas desigualdades sociales, el género y la perspectiva interseccional se vuelven un dispositivo teórico crucial para el estudio de los fenómenos en torno a la afrodescendencia.

 

Palabras clave: interseccionalidad, afrodescendencia, mujeres, migración, feminismo, Chile.

 

Abstract

 

This article presents a state of the art on gender studies in the field of research on Afro-descendants. Its central objective is to offer a genealogy of the intersectional perspective in Afro-descendant studies in Chile. In particular, it discusses feminist reflections in social research on the Afro-Chilean movement in the north and Afro-descendant migration in the country. It also highlights the prominence that the category has acquired in recent years, concluding that, in a context of entrenched social inequalities, gender and the intersectional perspective become a crucial theoretical device for the study of phenomena related to Afro-descendants.

 

Keywords: Intersectionality, Afrodescendence, Women, Migration, Feminism, Chile.

 

Recibido: 18/05/2023 Aceptado: 04/08/2023

 

 

 

1. Introducción

 

En este artículo presentamos una detenida revisión del estado del arte de los estudios afrodescendientes desde una perspectiva interseccional en Chile. Nuestro foco analítico está puesto particularmente en el abordaje desde las ciencias sociales –especialmente la antropología, sociología e historia– de las experiencias de mujeres afrodescendientes, entre ellas afrochilenas y migrantes provenientes de diferentes países de la región.

El pueblo tribal afrodescendiente chileno desde hace más de dos décadas se ha organizado en un importante movimiento político que reivindica las identidades afrodescendientes en el país. En su interior, las mujeres se consolidan como importantes lideresas y activistas de las demandas por reconocimiento y agregan críticas sobre las desigualdades de género a los discursos sobre racismo estructural (Chávez Mujeres; Ríos; Araya “Tumbar”). A su vez, hace una década la migración Sur-Sur genera que en Chile haya crecido la población latinoamericana y caribeña, entre ella personas afrodescendientes provenientes de diferentes países de la región (Valenzuela y otros; Tijoux y Palominos). Mujeres afrodescendientes arriban principalmente a la capital, y en menor medida a otras regiones del país, experimentando reacciones de racismo, xenofobia y sexismo por parte de la población chilena (Amador; Carrère y Carrère; Bustamante; Da Silva y otros; Banguera, y otros; Parra y otros, “Entre el reconocimiento”).

En este contexto, en los últimos veinte años proliferan los estudios afrodescendientes en el país, y las ciencias sociales, que habían centrado su foco sobre todo en clase social, incorporan el análisis de las categorías raciales (Amigo). En este artículo, el propósito es complejizar estos debates e incluir la mirada interseccional en los estudios afrodescendientes. De ahí que nuestro objetivo principal sea conocer y situar los estudios que hasta el momento se han desarrollado en el país y cuyo foco son las experiencias de mujeres afrodescendientes.

En el segundo apartado, exponemos los principales elementos teóricos de la perspectiva interseccional y la metodología empleada basada en una revisión bibliográfica. En el tercero se revisan los estudios centrados en mujeres afrochilenas, particularmente en el norte del país, lugar donde surge el movimiento afrochileno. El cuarto se centra en los estudios sobre migración femenina afrodescendiente y sus diferentes líneas de investigación. Con el fin de reconocer los múltiples aportes y contribuciones que afrodescendientes realizan a las producciones epistemológicas, en el quinto apartado se exponen las investigaciones y trabajos elaborados desde un enfoque afrocentrado. Por último, en el sexto desarrollamos nuestras reflexiones finales articuladas a partir de tres ejes claves: i) el aumento de estudios desde la antropología, que, a diferencia de la historiografía, sitúan las afrodescendencias en tiempos actuales; ii) la problematización de los posicionamientos que establecen las intelectualidades afrodescendientes en las investigaciones, y iii) algunas propuestas para nuevos campos de exploración en los respectivos estudios.

 

 

2. Abordaje teórico-metodológico

 

Desde una teoría social feminista, el black feminism manifiesta que las mujeres no solo experimentan violencia de género, sino también de raza y clase (Hill Collins; Davis ; hooks; Crenshaw)1. Con el fin de ampliar la mirada y articularla, se propone el concepto de interseccionalidad para comprender la interacción entre raza/género/clase social en lugar de categorías separadas, un hecho que posibilita la reproducción de las estructuras desiguales y discriminatorias. Mujeres y hombres afrodescendientes experimentan el racismo y sexismo de manera diferente, por ello son las experiencias de interseccionalidad lo que definen a un grupo. Así, el enfoque de la interseccionalidad propone centrarse en las desigualdades estructurales entrecruzadas, y se relevan los espacios de interacción de los sistemas de opresión (La Barbera 2017).

Según Viveros Vigoya (2016), la propuesta interseccional no busca ser una teoría cerrada y acabada de la opresión, sino más bien apunta a ser una categoría para enfrentar discriminaciones en niveles múltiples desde lo contextual y situacional. De esta manera, las miradas desde la interseccionalidad en los estudios afrochilenos abren espacios para comprender las experiencias de mujeres pertenecientes a la diáspora africana, así como también la producción de conocimiento y saberes desde perspectivas afrocentradas.

En este estado del arte hicimos un recorte contextual y geográfico. Primero, nos centramos en las investigaciones sobre el movimiento afrodescendiente que abordan la interseccionalidad en el norte de Chile, especialmente Arica. Segundo, revisamos aquellos estudios sobre mujeres migrantes afrodescendientes, principalmente en Santiago y otras ciudades del país. Identificamos dos categorías analíticas: 1) mujeres afrochilenas y 2) afrodescendientes migrantes. Luego generamos una búsqueda a partir de cinco palabras clave en diferentes bases de datos: “mujeres”, “género”, “afrodescendencia”, “migración” y “Chile”. Efectuamos la búsqueda bibliográfica en las plataformas Google Scholar y Academia.edu2. También nos apoyamos en la base de datos creada por el “Proyecto AfroCoquimbo: la historia después del olvido”, una lista de referencias que incluye libros, artículos académicos y periodísticos, tesis, documentales y conversatorios en el campo de los estudios afrodescendientes producidos en los últimos ochenta años en Chile. Incluimos además la producción de trabajos por fuera del ámbito académico. Para ello se revisaron diferentes soportes que sistematizan antecedentes, información y experiencias sobre mujeres afrodescendientes y el rescate de las raíces africanas en Chile desde una perspectiva de género. Entre ellos podcasts, cuentos infantiles, registros musicales y audiovisuales, obras de teatro, algunos elaborados desde un enfoque afrocentrado y presentes en redes sociales como Facebook e Instagram, plataformas donde presentan mayor grado de presencia y difusión3. Con base a lo anterior, realizamos una extensa revisión bibliográfica en la cual se examinaron 75 referencias, entre ellas artículos académicos, libros, capítulos de libros y tesis, además de producciones escritas, sonoras, estéticas, pictóricas, teatrales y audiovisuales4.

 

 

3. Mujeres afrodescendientes en Chile

 

 

3.1. Desde la historiografía

 

Diversos estudios advierten que la historiografía nacional no ha abordado suficientemente la presencia afrodescendiente. En el caso particular de las mujeres la documentación ha sido aún menor, obviando las particularidades que subyacen a las vivencias femeninas (Soto, Esclavas ; Briones “Mujeres”; González; Zárate; Cortés). En los noventa, la historiadora Rosa Soto (“Negras esclavas” y “Mujeres negras”) abre el campo investigativo en torno a la situación de las mujeres afrodescendientes en el período colonial. Establece que africanas esclavizadas no solo cargaban con la condición de esclavitud que las deshumanizaba, sino también con la objetualización sexual de sus cuerpos bajo una lógica mercantil. Por mandatos del rey, en las Américas se recomendó tener esclavizadas negras para evitar el descontento e insurgencia de esclavizados, una práctica ampliamente frecuentada. También se solía comprar mujeres para premiar a un otro esclavizado “eficiente”, siendo esto reconocido y hasta consagrado como matrimonio (Soto, Esclavas). A su vez, ampliamente conocidas fueron las relaciones entre “amos” y esclavizadas, de las cuales nacieron niñas/os clasificada/os según la sociedad de castas de la época. Bajo esta línea, estudios historiográficos se enfocan en la historia colonial de las mujeres esclavizadas, destacando las expresiones de libertad a través de demandas judiciales y testamentos, las influencias de mujeres negras en el legado musical o las dinámicas sobre el mestizaje e infancias (Marchant; Azúa; Illescas; Barrenechea; González; Ogass).

En general, según Iglesias y Leal, la información existente sobre las mujeres durante el período colonial en el país es escasa, situación que es acentuada según variables étnico-raciales, de clase social o religiosas. En virtud de lo anterior, estudian, por ejemplo, cómo a través de testamentos –instrumento y único documento legal de mujeres que podían realizar sin el permiso de sus maridos– es posible conocer las dinámicas de relaciones sociales entre mujeres de clase social privilegiada y aquellas catalogadas como “encomiendas”. Las mujeres negras llegaron al territorio en condiciones de esclavitud desde el primer momento de la conquista. Al ser forzadas a integrarse a las castas de alta sociedad para la servidumbre, sufrieron un proceso de aculturación extremadamente violento y una triple segregación, racial, de género y clase, además de los incontables abusos a los que eran sometidas. La resignación frente a una situación impuesta violentamente es una de las caras más frecuentes para mujeres negras en la realidad colonial. No obstante, con una mirada en la agencia, estudios se enfocan en las estrategias políticas femeninas en contextos de esclavitud. Azúa reflexiona en torno a dos tipos de documentos de mujeres negras de la colonia: testamentos y demandas judiciales en cuanto a peticiones de libertad. En términos jurídicos, las mujeres negras no tenían ningún tipo de derecho, sin embargo, estas peticiones de libertad indicaron un atisbo de lo que sería un cambio radical en sus vidas. Asimismo, Illescas estudia las identidades de las mujeres negras a través de la producción de demandas judiciales en contra de sus amos. González da cuenta, a partir de fuentes judiciales, prácticas y representaciones de los sectores subalternos, las historias de quienes no tuvieron acceso al discurso público durante la colonia, particularmente de esclavas negras. La autora estudia documentos de procesamiento de actos delictivos, lo que ha permitido conocer estrategias políticas de mujeres subalternas y contraponer estas formas de vida a la historia oficial. En la misma línea, Zárate investiga sobre la familia esclava y se enfoca en las uniones familiares de madres esclavas que apelan por la libertad de sus hijos a través de demandas judiciales. En estas batallas por la libertad de los hijos, se da una situación donde el ideal de obediencia, respeto y sumisión de los esclavos y gente de ‘raza inferior’ se ve trastocada. Así, la madre deja de ser un ente pasivo y sumiso, y pasa a convertirse en sujeto litigante, pues al acudir a la justicia se empodera. Los intentos de las madres de esclavos por mantener lazos con los miembros de su familia son tratados en menor medida por los/as investigadores/as, quienes desarrollan con más frecuencia temáticas sobre la resistencia de un “yo” singular, es decir, individuos que luchan por su propia situación (Zárate).

Otros estudios abordan el legado de las mujeres negras en la música (Marchant; Barrenechea; Fahrenkrog). Al respecto, Marchant profundiza en “El Libro Sesto” de María Antonia Palacios, mujer negra quien se deduce fue la intérprete de este y que comprende una compilación personal de repertorio musical colonial. Los registros que existen para la época se refieren específicamente a los archivos eclesiásticos, por lo que la figura de María Antonia “abre un interesante campo para observar desde variados ángulos musicológicos” (36). Barrenechea menciona que “la mujer negra es una de las menos estudiadas, la más ausente […] están en una especie de fotografía sin nitidez; espectros que aparecen y desaparecen de la literatura pero que nunca alcanzan a ser protagonistas” (88). Destaca que existen rastros de elementos significativos borrados de nuestra memoria para blanquear la historia nacional y, con el afán de homogeneizar la identidad de un país, diferentes discursos invisibilizan intencionalmente a sus protagonistas. Sobre esta lógica, Marchant destaca del Libro Sesto: “Buscábamos una mujer organista, posiblemente monja en el Santiago de Chile de fines del siglo XVIII, y encontramos a la única y singular María Antonia Palacios, una esclava negra” (36). La participación de las mujeres en actividades musicales también es abordada por Fahrenkrog (), quien mediante el estudio de las causas criminales investiga el paisaje sonoro de Santiago colonial. Su estudio da conocer cómo algunas mujeres del bajo pueblo eran famosas por protagonizar prácticas musicales de gran importancia y visibilidad, entre ellas mujeres mulatas vinculadas al canto, un oficio considerado vil para los grupos acomodados.

Otras investigaciones se enfocan en el proceso de mestizaje y el rol de las mujeres negras en la conformación de identidades múltiples (Ogass; Salinas). Ogass investiga la heterogeneidad de poblaciones negras y mulatas, libres o esclavas. A través de la vida cotidiana de Blasa Díaz en el Santiago del siglo XVIII, estudia el proceso de blanqueamiento social. Por otro lado, Salinas examina el abandono del padre europeo y cómo en el proceso de la mixtura cultural, las mujeres indígenas, moriscas y africanas tuvieron un papel protagónico en instalar una forma de vivir desde lo amoroso, crucial en la convivencia humana.

Por último, en torno a la realidad específica de la región de Arica y Parinacota, se encuentran los estudios realizados por Briones (“Mujeres” y “Arica colonial”) y Cortés, quienes profundizan sobre la situación de las mujeres africanas y afrodescendientes durante el período colonial. Briones investiga la situación de las mujeres en el corregimiento de Arica en el siglo XVIII, mientras que Cortés aborda las dinámicas de resistencia de las mujeres esclavizadas durante en el siglo XVIII en Arica y sus valles.

 

 

3.2. El giro antropológico

 

En la última década, proliferan investigaciones que –desde la antropología– profundizan el estudio de la vida contemporánea de mujeres afrodescendientes en la región de Arica y Parinacota, tanto en la ciudad como en los valles rurales (Pozo; Chávez, “Mujeres”; Presas; Ríos; Araya, “Tumbar”; Parra y otros, “Entre el reconocimiento”). Respecto de la organización femenina de la diáspora, Pozo reconoce la trascendencia de lideresas afrochilenas, a quienes indica como actrices cruciales en el desarrollo del movimiento político afrochileno. Sobre esta línea, los estudios de Chávez (Mujeres, “Existe”, “Intelectualidad”) centran su foco sobre la experiencia de las mujeres afrochilenas, en particular, desde el análisis de sus dinámicas y memorias en torno al territorio del Valle de Azapa y la ciudad de Arica. La autora esboza la existencia de un matriarcado afrodescendiente en un sistema patriarcal dominante, y destaca los roles de mujeres a nivel político, cultural, social, intelectual y religioso. Chávez y Araya destacan también la importancia de las experiencias femeninas afrodescendientes e indígenas y profundizan en la relación afro-andina presente en la región. Desde un enfoque metodológico colaborativo y feminista, proponen los “escritos mujeriles”: narrativas escritas por las propias mujeres afrodescendientes, en las que lo mujeril –utilizado por las masculinidades como un sarcasmo hacia la perspectiva de género– es reapropiado para reflexionar sobre identidades género-racializadas (Araya y Chávez). Por su parte, Araya (“Tumbar”) analiza las prácticas femeninas en la difusión del ritmo tumbe y distingue cómo la música es para las mujeres afro un canal para levantar reivindicaciones identitarias y de igualdad de género.

Situando la mirada en el territorio rural de la región, la investigación de Araya y otros ahonda en las representaciones femeninas en los cultos religiosos de las comunidades afrodescendientes a través de las Cruces de Mayo. Con foco también en la ruralidad, el estudio de Sepúlveda y Araya analiza el caso de las semilleras en los valles y el surgimiento de organizaciones femeninas afrodescendientes frente al racismo ambiental.

Para relevar la cualidad organizacional de mujeres afrochilenas, Presas analiza el escenario intelectual chileno contemporáneo y reconoce la incorporación del legado afrodescendiente en la cultura de la nación. En la recuperación de la memoria cultural afrochilena, destaca al igual que Cortés y Rivera, que las mujeres, afrodescendientes e investigadoras académicas, juegan un papel esencial, en el devenir del movimiento afrodescendiente. Ahora bien, la investigación de Cortés y Rivera marca un hito en la producción intelectual hasta el momento, pues recalca un enfoque afrocentrado al ser las autoras activistas del movimiento afrochileno y de la organización de mujeres afrodescendientes “Colectiva Luanda”5. Desde un recorrido histórico, las autoras analizan las luchas y dinámicas organizacionales de mujeres afrodescendientes en la región y con un sentido político destacan la noción de resistencia, que pone en valor el legado de las ancestras y la importancia de reconocer en las organizaciones actuales de mujeres la resiliencia del linaje femenino. Más recientemente, Ríos hace una revisión afrocentrada sobre las organizaciones de mujeres afrochilenas, proponiendo la existencia de un movimiento que, en la diferencia, actúa tanto cohesionada como individualmente, pues abre nuevos modos de concebir la lucha, vida y trayectorias de las mujeres afrodescendientes desde sus prácticas y discursos cotidianos.

En línea con la perspectiva organizativa, Parra y otros (“Mujeres” y “Entre el reconocimiento”) investigan la emergencia de articulaciones políticas entre colectivas de mujeres afrodescendientes en Arica y en Santiago entre ellas activistas afrodescendientes, académicas y aliadas antirracistas. El estudio destaca que las primeras alianzas entre el movimiento afrochileno y afrodescendiente migrante son generadas desde el feminismo negro, identificando estas alianzas y redes de organizaciones afroariqueñas y afromigrantes como parte de una demanda común, que entrelaza sus luchas en la reivindicación afrodiaspórica e igualdad de género desde una perspectiva interseccional.

 

 

4. Mujeres migrantes afrodescendientes

 

Hace casi una década, los estudios migratorios hicieron visible la percepción de la migración como un problema social. Según Tijoux y Palominos se profundizó poco en las relaciones entre racialización y sexualización, por lo que las investigaciones sobre migración femenina abordaron deficientemente el cruce imbricado sobre racismo y género. En consecuencia, la perspectiva interseccional se presenta como un desafío para abordar los flujos femeninos de personas afrolatinoamericanas, afrocaribeñas y de la diáspora. En el último lustro, han proliferado investigaciones que analizan las experiencias de mujeres afrodescendientes, las que proponemos se desarrollan en cinco áreas fundamentales.

 

 

4.1. Estereotipos sobre cuerpos femeninos

 

Diferentes estudios antropológicos se centran en procesos de discriminación, racialización y sexualización hacia poblaciones femeninas afrodescendientes (Amador 2010; Carrère y Carrère; Pavez “Afecciones” y “Racismo”; Echeverri; Mardones), y concluyen que sus cuerpos son fuente de estereotipos e hipersexualización. Dichos estudios se desarrollan en dos líneas, la primera revisa las violencias interseccionales que afectan a mujeres migrantes, mientras que la segunda los procesos de agencia y mecanismos de resistencia. Fernández (Bél Fanm y “Me di cuenta”) analiza particularmente las violencias sexistas y racistas que experimentan mujeres haitianas. Recalca que sus cuerpos afrodescendientes “seducen, atemorizan e incomodan” (Fernández 179) a una sociedad chilena blanqueada que niega e invisibiliza la negritud. Con ello, el migrante como un otro es racializado, pero en el caso de las mujeres afrodescendientes, además sexualizado. Para el caso de la comunidad afrocolombiana, Echeverri, Liberona o Pavez subrayan que las mujeres son vinculadas a pobreza, marginalidad, falta de educación, venta de servicios sexuales y enfermedades venéreas, aun cuando los datos oficiales demuestran escenarios disímiles. El estudio de Da Silva y otros aborda la sexualización femenina entre la comunidad brasileña, pero menciona que sus corporalidades son también “dispositivo de agencia y negociaciones identitarias” (1). Sobre esta mirada agencial, Araya (“Migración”) examina las trayectorias de mujeres afrocolombianas que participan del movimiento afrochileno y concluye que, a través de la danza, generan estrategias corporales para subvertir relaciones de desigualdad y poder. Por su parte, Mercado y Figueiredo abordan las múltiples formas de resistencias frente al racismo y discriminación por parte de las mujeres haitianas, dando cuenta de sus capacidades de agencia. De esta manera, entre ellas ocurren diferentes procesos de agenciamiento, niveles de autonomía y formas de resistencia por lo que se debe evitar “caer en estereotipos de mujeres vulnerables, o víctimas de su situación que requieren protección” (Fernández 191).

 

 

4.2. Inserción laboral

 

Otras investigaciones sobre mujeres afromigrantes profundizan en los contextos de empleo en que se insertan, en especial, la investigación de Bustamante, que visibiliza la realidad laboral de mujeres haitianas y menciona que entre sus experiencias existe una serie de vulneraciones en sus trabajos que provocan segmentación y discriminación. Valenzuela y otros manifiestan que la irregularidad migratoria, la dificultad de obtener un contrato de trabajo y, en consecuencia, la obtención de un permiso de residencia definitiva en el país, provocan una precariedad laboral para la comunidad haitiana que afecta principalmente a las mujeres. Para el caso colombiano, Carrère y Carrère analizan cómo la imagen erotizada de las mujeres afrodescendientes colombianas y dominicanas repercute en estrechas oportunidades laborales, y su acceso a “mercados de trabajo sexualizado”, un término que alude a la erotización de sus cuerpos como bienes de intercambio económico. Al respecto, Segovia y otros dan cuenta de cómo los estereotipos racistas y sexistas llevan a mujeres afrocolombianas a ejercer trabajos indeseados debido a la falta de oportunidades. Expuestas a trabajos sin contrato, explotación laboral y abuso de sus empleadores (Liberona; Segovia y otros), las mujeres deciden trabajar por cuenta propia, un tipo de inserción informal que no provee seguridades sociales.

 

 

4.3. Imagen en la prensa

 

La reproducción de los estereotipos en la prensa es otro ámbito de estudio. Araya y Cantero (2019) analizan cómo los sesgos racistas, sexistas y xenófobos se manifiestan en medios de comunicación y repercuten en una violencia interseccional hacia mujeres negras, particularmente haitianas. A partir del caso de Joanne Florvil, las autoras establecen que los sistemas judiciales y comunicacionales expresan estereotipos racializados y sexistas, y propician situaciones de vulneración que pueden causar fatales muertes. En esta línea, Parra y otros (“Mujeres”) destacan que la prensa opera “como reproductora de construcciones estereotipadas sobre las mujeres afrodescendientes, representándolas de forma sexualizada y asociándose únicamente con actividades culturales y artísticas en desmedro de la actividad política” (5). A partir del análisis de medios de comunicación nacionales y locales, remarcan los estereotipos que la prensa reproduce y que repercuten en una exotización, folklorización y extranjerización de la negritud. Identifican dos mecanismos de líneas editoriales: la omisión e invisibilización de las mujeres afro, o bien la asociación exclusiva a ámbitos culturales y de espectáculos en desmedro de su visibilización en espacios de poder, políticos e intelectuales.

 

 

4.4. Maternidades y salud mental

 

El enfoque de género y la crítica feminista han implicado que estudios sobre migración profundicen en temas de salud sexual y reproductiva (Carreño y otras). Sobre esta línea, investigaciones analizan las maternidades transnacionales entre mujeres haitianas (Reyes y otros; Reyes). Los hallazgos muestran diferencias socioculturales frente a modelos de crianza, así como la sistemática reproducción de sesgos en la atención de salud pública hacia las mujeres. Reyes y otros identifican cuatro tipos de discriminación: 1) patriarcal, que asocia a las madres haitianas como personas descariñadas; 2) clasista, por cuanto los modelos de crianza se vinculan a factores socioeconómicos; 3) racista hacia las mujeres afrodescendientes, y 4) xenofóbica, pues exotiza a mujeres migrantes por fuera del nosotras. Entre los principales discursos de profesionales de la salud se halla que las migrantes haitianas son “desapegadas” de sus hijos/as, que los embarazos son causa de falta de educación o bien para obtener la nacionalidad chilena. Por otro lado, las mujeres haitianas manifiestan experiencias de dolor, tristeza y preocupación por la separación de sus hijos, discriminación frente a los proyectos de reunificación familiar, falta de entendimiento hacia sus crianzas y aumento de cesáreas en hospitales públicos. La violencia obstétrica es otra manifestación de las violencias sistemáticas hacia mujeres negras, sin embargo menos abordada (Mercado y Figueiredo). Asimismo, pese al conocimiento de la importancia en el ciclo vital de la experiencia de embarazo, parto y posparto, son pocos los estudios que abordan la vinculación entre maternidad y salud mental. Un estudio reveló que se identifican tres factores de riesgo para la salud mental de las mujeres no abordados por los servicios de salud: 1) diferencias entre los modelos de maternidad promovidos por el sistema público y las mujeres haitianas; 2) la pérdida de redes y contactos importantes para la maternidad, y 3) embarazos no deseados junto a violencia intrafamiliar (Carreño y otras).

 

 

4.5. Espacios y territorios

 

Un quinto eje de análisis son los estudios centrados en las espacialidades migrantes. A partir de las nociones de “enclaves étnicos” y “territorios fronterizos”, Reyes y Reyes abordan la localización social espacial de la población migrante en el nuevo lugar de destino. Desde una mirada interseccional a los procesos transnacionales, proponen “nuevas geografías migrantes”, emplazamientos en los que las relaciones de poder, económicas y raciales confluyen en la delimitación de los espacios en que las migrantes viven, trabajan y transitan. Por su parte, los enclaves étnicos son espacios proveedores de redes, contactos familiares y comunidades nacionales que ayudan a disminuir las prácticas de discriminación. Con ello, las migrantes generan espacios seguros en los que pueden construir redes de apoyo y protección de sus identidades como mujeres racializadas. Es necesario destacar que existen otros estudios que abordan la reproducción de las discriminaciones hacia haitianas, ecuatorianas y colombianas en otras territorialidades diferentes a las urbes, por ejemplo, en territorios agrícolas y espacios agro-urbanos (Banguera y otros). Al respecto Parra y otros (“Mujeres”) también mencionan el ámbito del territorio como una variable de considerar en las políticas públicas hacia la población migrante, pues “muchas de las mujeres afrodescendientes que viven en sectores rurales están expuestas al racismo ambiental, haciendo patente la necesidad de contar con políticas de equidad territorial que tomen en cuenta la identidad étnico-racial y de género” (5).

 

 

5. Intelectualidades afrodescendientes y producciones desde el activismo

 

Un elemento central en el presente artículo es destacar que, contrario a las construcciones epistémicas individualizadas y hegemónicas, la práctica política colectiva genera teoría y, por tanto, es productora de conocimiento (Curiel; Espinosa-Miñoso). En este sentido, nos resulta fundamental reconocer los aportes intelectuales de investigadoras/es afrodescendientes, quienes elaboran sus trabajos a partir de una conciencia sobre sus posicionamientos políticos respecto del campo de estudio y su epistemocentrismo6, tanto desde la academia como por fuera de ella.

Estudios como los de Pozo, Cortés, Cortés y Rivera o Ríos son investigaciones realizadas por afrodescendientes, activistas del movimiento afrochileno, y pertenecientes a organizaciones de mujeres o genéricas del propio movimiento. Sus ejercicios de reflexividad intelectual se entrelazan con sus posiciones como miembros del pueblo y organizaciones de mujeres afro y/o afrofeministas. De ahí que su compromiso político, identitario y subjetivo remite a una participación corporizada de las historias, acciones y discursividades investigadas. En estas producciones se recurre a ciertas claves autoetnográficas, teniendo en cuenta el desafío que significó utilizar la propia experiencia para ampliar la comprensión sobre lo social. Estas investigaciones con perspectiva interseccional recalcan la importancia política y epistémica de reflexionar sobre quién escribe y piensa, cuestionando una academia que reconocen como blanca, elitista y masculinizada.

A su vez, desde el activismo extraacadémico destacan trabajos que reflexionan sobre los estereotipos de las mujeres afrochilenas y migrantes, y que promueven conocimientos para revertir situaciones de racismo, discriminación e hipersexualización, entre ellas producciones escritas, sonoras, estéticas, pictóricas, teatrales y audiovisuales.

Entre las producciones escritas se encuentra el libro La Negra Casilda a cargo de Micolta, educadora y activista antirracista afrocolombiana que, a través de la historia de una niña afrodescendiente, busca revertir los discursos violentos racistas desde las infancias. En esta línea, se encuentra también la propuesta de Letelier, quien reflexiona sobre la conformación del movimiento y la lucha por la visibilización de la cultura afro desde su autoidentificación como afroariqueña y cultora del ritmo tumbe. Por su parte, la Colectiva Luanda conforma la Guía antirracista para la nueva Constitución, instrumento de difusión que, en el marco del proceso constituyente, propicia la educación antirracista con enfoque de género.

Se distingue también la creación de epistemologías sonoras por parte de mujeres afrodescendientes, quienes mediante la música promueven el antirracismo, interpelan la sociedad chilena y los estereotipos blanqueados, critican el sexismo y violencias que les entrecruzan. Ejemplo de ello son las producciones de Nekki o Aluna Tambó. Nekki es una cantante, compositora y multinstrumentista afrochilena, cuyas canciones como “Mis raíces” o “Negra yo soy” mezclan diferentes géneros y ponen en valor el legado afrodescendiente. Aluna Tambó es la primera agrupación exclusivamente femenina de tumbe, conformada por mujeres afrochilenas/afroariqueñas y no afrodescendientes que se posicionan como aliadas antirracistas. La colectiva lleva a cabo la “Escuela Aluna Tambó. La incidencia se toca y se baila con bombo y faldón”, una instancia formativa de tumbe con enfoque de género que culmina con la canción de creación colectiva “Grito de lucha”. En la línea de una dimensión sonora, el equipo Kuriche elabora el proyecto radiofónico “Ser mujer afrodescendiente en Chile” (2023), que indaga en las trayectorias biográficas de ocho mujeres afrochilenas y migrantes afrodescendientes a través de una serie de podcasts. Sus narrativas invitan a reflexionar sobre el racismo cotidiano, la sexualización y reproducción de estereotipos, así como las formas de colectividad y organización.

Otro activismo es el estético, en el que encontramos proyectos como “Mi turbante, mi historia” (2017) de la colectiva “Microsesiones Negras”7 o el “Festival de los Cuerpos Afro” coordinado entre mujeres migrantes y el Centro de Estudios Interculturales (CIIR) en el marco del día de los patrimonios. En ambas instancias se reivindica se valora lo corporal, por ejemplo, a través de talleres de trenzados afro y turbantes en los cuales el cabello se torna un dispositivo de resistencia y memoria para las comunidades.

Desde las creaciones pictóricas, la agrupación de mujeres afrodescendientes rurales Hijas de Azapa8 lleva a cabo el proyecto “Las comerciantas afroazapeñas en mil colores”. Con quince cuadros al óleo, producen una exposición itinerante que releva las memorias de abuelas afrodescendientes y su rol en la economía local a través del comercio.

El teatro también es otro ámbito de producción. Aquí se encuentra la obra teatral “Margarita y las geografías de su pelo” (2022) dirigida a infancias y contextos educativos, desarrollado por la ONG Oro Negro9 y la fundación Rescatando Sueños. A partir de los diálogos entre una niña y su tatarabuela afrodescendiente, su objetivo es la visibilización de la denominada tercera raíz en el país. También destaca el montaje de danza, música y teatro “De negra tengo la sangre” (2018) de la agrupación de mujeres Bandelé10 que muestra las tradiciones folclóricas de raíz africana en la región de Tarapacá.

Por último, en línea con la versatilidad de iniciativas y formación de nuevas epistemologías y medios para su difusión desde un enfoque afrocentrado, “Cimarronas. Resistencias Negras en Arica” (2021- a la actualidad) es un proyecto fílmico que recobra las resistencias de las mujeres afro en Arica y sus valles. Esto a partir de un lenguaje intergeneracional con tiempos, sonoridades y narrativas audiovisuales propias y territorialmente situadas11.

 

 

6. Reflexiones finales

 

A partir de una revisión sobre el tratamiento que ha suscitado la afrodescendencia en el país desde una perspectiva de género, el presente estado del arte presenta lo que hemos denominado un rizoma interseccional, una multiplicidad de estudios que se desarrollan a partir de una raíz común: las experiencias de mujeres afrodescendientes –chilenas y migrantes–. El enfoque interseccional nos invita en este artículo a reflexionar sobre la “feminización de los estudios afrodescendientes” con la complejidad que esta le confiere, es decir, una propuesta que implica el análisis de la articulación de diferentes sistemas de poder y opresiones entre mujeres racializadas. En la región, la popularidad creciente de esta propuesta merece nuestra atención, pues, por una parte, denota una necesidad teórica y, por otra, desafíos para no ser utilizada como una fórmula esencialista y estática frente a cualquier análisis deficiente desde el enfoque de género. De igual manera, el enfoque interseccional nos alienta a continuar con la reflexión y pensar su aplicación en diferentes contextos, ya sea como una teoría, un concepto o un dispositivo que permite profundizar temas de investigación. Así también, la mirada interseccional destaca el lugar situado de quienes desarrollan las investigaciones que aquí presentamos, considerando sus conocimientos particulares y analizando e indentificando las diferentes opresiones y su imbricación. En esta lógica destacamos tres ejes de reflexión: En primer lugar, desde hace una década hasta la actualidad notamos el surgimiento de estudios antropológicos sobre la afrodescendencia en Chile que se produce a partir de la constitución de organizaciones que reivindican la pertenencia a una diáspora africana en el territorio nacional. Este movimiento político da cuenta de una presencia y profundidad histórica no antes relevada hasta ese momento a nivel país, dejando en evidencia una negación que se soslaya en un tratamiento sobre la afrodescendencia y negritud bajo una temporalidad que le sitúa en el pasado. De ahí que, antes del año 2000, podamos advertir una mayor producción académica de corte historiográfico. En la última década, es el propio desarrollo del movimiento afrorreivindicatorio político chileno y la presencia clave de las mujeres afrodescendientes, sumado a la feminización de migraciones (Guizardi, Gonzálvez y Stefoni), en las que se incluyen las poblaciones afrodescendientes contemporáneas y el surgimiento de sus organizaciones12, lo que ha redirigido la atención antropológica hacia las agencias y experiencias femeninas racializadas. En este sentido, queda en evidencia la conformación de diferentes líneas de trabajo y estrategias metodológicas de estudio que, por una parte, sitúan la afrodescendencia en una temporalidad más actual y contemporánea, mientras que, por otra, centran su mirada en el norte y la capital del país. Esto guarda relación con el surgimiento y desarrollo del movimiento afrochileno y de mujeres afro en la fronteriza ciudad de Arica, así como a la creciente organización de mujeres afrofeministas en Santiago.

En segundo lugar, destacamos las nuevas intelectualidades afrodescendientes, aquellos/as investigadoras afrodescendientes y/o activistas que, dentro de sus múltiples aportes al campo de los estudios afro en Chile, han problematizado y reflexionado sobre los lugares y sujetos de enunciación. El tratamiento de sus investigaciones es transversal desde una óptica que definimos como afrocentrada, puesto que han realizado numerosos aportes sobre diversas temáticas contingentes en relación con mujeres, género y afrodescendencia en el país. Como enfoque crítico, la idea de los estudios afrocentrados recalca que un eje fundamental al momento de investigar es la reflexión en torno al quehacer y autoridad de quien investiga. Dichas discusiones consideran el posicionamiento epistemológico de quién está detrás de cada producción académica, dando cuenta de la necesidad de clarificar las motivaciones, desafíos y dificultades que estas dimensiones intersubjetivas implican.

En tercer lugar, el presente estado del arte también ha dado cuenta de piezas faltantes, o más bien, campos inexplorados. Primero, la falta de estudios sobre articulaciones políticas a partir del afrofeminismo o la noción afrodiaspórica de la afrodescendencia entre mujeres, puesto que ha quedado en evidencia, salvo pocos estudios (Parra y otras “Mujeres” y “Entre el reconocimiento”), la escasa vinculación de la realidad afrochilena y afromigrante en diálogo desde el afrofeminismo. Luego, el abordaje de las realidades intergeneracionales en estudios sobre mujeres afrodescendientes y la inclusión de la dimensión etaria, ya sea desde una mirada hacia las infancias, adolescencias, como hacia el envejecimiento de la población femenina racializada. Si bien el trabajo historiográfico en relación a lo afrochileno presenta un desarrollo muy incipiente en esta temática (Arre-Marfull) su abordaje es aún más escaso desde la realidad afrodescendiente y migrante actual. Por último, cuando se profundiza en el giro de género en los estudios afrodescendientes, hasta el momento solo se ha dado lugar al entendimiento de la relación género = mujer. Esta ecuación unívoca de acuerdo a los presupuestos teóricos del feminismo decolonial, el sistema moderno colonial de género y la interseccionalidad, da cuenta de la necesidad de ampliar el marco de análisis, incluyendo, por ejemplo, el abordaje de las disidencias sexuales y manifestaciones en contra de la matriz heteronormativa.

Finalmente creemos que, en el camino de abrir campos analíticos sobre estudios de la afrodescendencia en Chile, la vinculación entre activismo/movimientos sociales y academia es fundamental. A su vez, la profundización en miradas interseccionales vuelve el lugar en la historia a las mujeres afrodescendientes y desde los feminismos, es posible pensar el desarrollo de metodologías más creativas, colaborativas, en coautoría y la proliferación de epistemologías afrocentradas.

 

 

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1 El black feminism es una corriente de pensamiento teórico y político que propone comprender la opresión de género junto con otras opresiones como el racismo y la clase. En este sentido, retomamos a Hill Collins para dar cuenta de aquellas ideas producidas por mujeres negras que clarifican un punto de vista de y para mujeres negras. Se trata de un movimiento vasto, complejo y crítico que se nutre desde su matriz a partir de diversos aportes de teóricas y activistas, como por ejemplo la propuesta de interseccionalidad de Crenshaw y el vínculo histórico existente entre el desarrollo del feminismo blanco y las lógicas racistas y segregacionistas en Estados Unidos de Davis.

2 Estas plataformas almacenan gran cantidad de la producción académica, esto, en particular por la accesibilidad y difusión que proveen a los estudios.

3 Producción intelectual desarrollada en varios casos desde el activismo, que guarda especial énfasis en la creación de saberes y conocimientos afrocentrados desde las mujeres afrochilenas y migrantes.

4 La elección y mención de ciertos autores/as y sus investigaciones en el presente artículo se basa en la representatividad que identificamos poseen en torno a las temáticas que abordan respecto de la revisión general o estado del arte. Entiéndase representatividad a la presencia de una excepción o particularidad, y de lo contrario, una mayor densidad de producción académica en torno a una temática particular en las categorías analíticas propuestas.

5 Primera organización de mujeres afrodescendientes en Chile, creada en 2010.

6 Referente a las determinaciones inherentes a las posturas teóricas sobre el tema.

7 Colectiva de mujeres afrodiaspóricas en Santiago que tienen como línea de acción la etnoeducación, afrodescendencia y afrofeminismo.

8 Hijas de Azapa es una colectiva de mujeres afrorurales intergeneracional única en su tipo a nivel nacional, que está emplazada en el valle de Azapa, Arica. Releva una mirada con pertenencia territorial de las mujeres y sus memorias desde la ruralidad en el tiempo.

9 Primera organización que reivindica la presencia de la población afrochilena en el país desde el año 2001.

10 Grupo de mujeres que realizan percusión y danza afroperuana en la ciudad de Iquique.

11 Este proyecto nace de la tesis de Ríos (2021) y el diálogo intergeneracional entre las mujeres afrodescendientes activistas Azeneth Báez y Javiera Núñez, en vínculo con la directora de cine Camila J. Donoso.

12 Es de mencionar que en un estudio previo (Parra y otras, “Mujeres”) las autoras establecen la necesidad de transversalizar el enfoque étnico-racial en los estudios migratorios nacionales.