Revista de Humanidades Nº 49: 491-496 ISSN: 07170491 • DOI: 10.53382/issn.2452-445X.791
Serena Dyer
Shopping and the Senses, 1800-1970.
A Sensory History of Retail and Consumption
Charm: Palgrave Macmillan, 2022. 216 páginas.
Shopping and the Senses, 1800-1970 es una compilación de nueve artículos, además de la introducción, en torno a la historia sensorial del consumo en la Europa de los siglo XIX y XX, editado por la historiadora inglesa Serena Dyer y publicado en 2022 por la editorial Palgrave Macmillan. El libro en sí mismo es una valiosa contribución a la poco explorada convergencia entre la historia del consumo y la historia sensorial, y releva la importancia de la experiencia corporal en el estudio de la cultura material.
En primer lugar, el libro se sitúa en la historiografía del consumo, posicionándose desde la vereda analítica de las experiencias humanas como clave de inteligibilidad de una actividad eminentemente sensorial en la medida en que “la materialidad comercial nos lleva a preguntas [que van] más allá de las economías abstractas”1 (2). Campo del que, además, provienen la mayoría de los contribuidores del libro. En segundo lugar, se sitúa en los debates entre la historia de los sentidos y la historia sensorial, posicionándose desde esta última con el adjetivo de “intersensorial”. Esto significa que se privilegia una comprensión integrada de las experiencias sensitivas en detrimento del estudio de un solo sentido2. A su vez, Dyer enmarca el libro en un conjunto de investigaciones históricas “sensorialmente atentas”, esperando contribuir al difuso campo de la historia sensorial y propone, además, en línea con lo planteado por Rob Boddice y Mark Smith, una articulación trenzada entre “emociones”, “sensaciones” y “cuerpo” en el estudio histórico de la experiencia humana.Teóricamente, el libro defiende la idea de que la experiencia sensorial está culturalmente determinada tal como lo han demostrado Constance Classen, David Howes y Mark Smith, entre otros y otras, durante las últimas dos décadas. A partir de esta posición, en el conjunto de capítulos se analiza la variedad de experiencias sensoriales asociadas a los múltiples espacios de comercio minorista de la Europa occidental, aunque con énfasis en la Inglaterra urbana. El libro propone la sugerente hipótesis, apoyada en una previa investigación publicada en 2020, de que la experiencia de adquisición de bienes entre los siglos XIX y XX se caracterizó por una “tensión intersensorial” debido a que en la nueva configuración de la tienda moderna se habría desarrollado un control y dosificación jerarquizada en el contacto y evaluación sensorial de los consumidores con los bienes que, al mismo tiempo, habría convivido con las prácticas de navegación sensitiva mucho más orgánicas y sensorialmente integradas propias del siglo XVIII, que se desplegaban en mercados, ferias y calles junto a las tiendas que innovaban con la aplicación museográfica del mostrador de vidrio y ya entrado el siglo XX, con los empaques plásticos (Dyer y Wigston Smith). En este sentido, se propone historizar holísticamente el consumo al poner atención no solo en el punto de venta, sino que en el conjunto de las experiencias de los cuerpos, como las asociadas a la salud y la comodidad, implicadas en las complejas dinámicas socioculturales del consumo minorista dentro y fuera de las tiendas.
El libro abre su desarrollo con el capítulo de Matthew Mauger en el que se abordan las prácticas de evaluación y juicio sensorial realizadas sobre el té en el marco de la reformulación tributaria conocida como Tea Duties Act que buscaba fijar una nueva tasa arancelaria basada en la categorización de las variedades del té. Mauger plantea que el rol de la evaluación sensorial de las hojas de té a lo largo de su circuito de comercialización fue clave para la asignación de valor en Inglaterra más allá de sus condiciones de origen. Sumado a esto, el historiador inglés sugiere que los juicios sensoriales tuvieron una incidencia fundamental en la construcción de la política tributaria inglesa del té de inicios del siglo XIX. A continuación, el capítulo de Lucy A. Bailey sostiene que en el tránsito de siglos ocurrió un cambio en el imaginario relacionado con las tiendas de pueblo que durante la primera mitad del 1800 se figuró de manera sensorialmente negativa como lugares desordenados, sucios y malolientes. Representación que, gradualmente, fue eclipsada por un proceso de idealización del campo en el que la tienda de pueblo victoriana fue caracterizada por su encanto y atractivo sensorial. Bailey sostiene que no fueron las tiendas de pueblo sino la percepción pública la que cambió influenciada por la memoria evocativa de la nostalgia de una infancia, rural potenciada por la crítica hacia lo urbano como un lugar incómodo, deshumanizado y sensorialmente sobrecargado.
El libro continúa con el artículo de Stephanie Rains, quien nos lleva desde Inglaterra hasta las calles de Dublín. La autora muestra los prejuicios morales de género y clase que limitaron a las mujeres el uso del espacio público para descansar. A través de procesos judiciales y publicaciones de prensa se muestra cómo las calles de Dublín carecían de espacios para que las mujeres se detuvieran debido a la sospecha de ejercer la prostitución que generaba la imagen de una mujer detenida. A esto se sumó la deliberada escasez de baños que, según los dueños de negocios como los de Sackville Street, barrio comercial a cuadras del barrio rojo Monto, podía generar las condiciones para la proliferación de la prostitución. Este contexto de constricciones sensoriales y prejuicios morales habría generado las condiciones para el surgimiento del café como un espacio enfocado en las necesidades fisiológicas de las mujeres para descansar y disponer de baños.
En línea con el trabajo de Rains, los capítulos de Wendy Smith y Alison Moulds rescatan los importantes componentes de género y clase que determinaron las experiencias sensoriales y sus expectativas hacia fines del siglo XIX e inicios del XX. Smith muestra cómo la seda podía aunar representaciones corporales sobre la salud y la vitalidad, por un lado, y del erotismo y la desviación sexual, por el otro. Asimismo, Moulds retorna sobre las experiencias del cansancio e higiene al analizar los espacios tras la propia tienda moderna en los que a los trabajadores a veces se les permitía vivir como parte de su pago. El capítulo muestra la dicotomía de la experiencia corporal asociada a estos espacios en la medida que la denuncia de sus malas condiciones higiénicas contrastaba con su representación como lugares de escape al ambiente sensorial abrumador de la tienda.
El capítulo de Arnout, por su parte, releva la importancia de la experiencia intersensorial en la consolidación de los espacios urbanos comerciales de Ámsterdam y Bruselas, la autora sugiere, acertadamente, descentrar el foco de análisis en el rol de lo visual de las clásicas interpretaciones de los mostradores y vitrinas de vidrio de las tiendas para reconocer la integración holística de los estímulos sensitivos que dieron lugar a las experiencias agradables y desagradables. La sección de Cheryl Roberts, al igual que el capítulo de Arnout, nos vuelve a sumergir en las ciudades de Ámsterdam y Bruselas para dar cuenta de la necesidad de una perspectiva histórica que integre los múltiples estímulos sensitivos de los barrios comerciales a través de la retórica intersensorial que los consumidores necesitaron para lograr navegar adecuadamente en los intersticios de los puntos de venta de segunda mano en contraste con las tiendas de lujo. Aquí la experiencia sensorial más que tener matices de deleite o desagrado se presenta como una brújula sensorial para el consumidor urbano de clase media baja.
Por último, los capítulos de Lucy M. Ferreira y Bethan Bide cierran el libro. Ferreira analiza cómo la experiencia de clase y género marcaron el auge de la venta de perfumes por medio de la representación de la seducción y la distinción de clase que, fuera de evocar experiencias olfativas, logró conjurar orgánicamente experiencias táctiles y visuales por medio del diseño de envases y empaques. Por su parte, el trabajo de Bide destaca la compleja y controvertida construcción intersensorial de paisajes sensitivos que promovieran nuevas identidades de consumo entre las generaciones más jóvenes de la segunda mitad del siglo XX. Desde las postrimerías del 1800 hasta las primeras décadas contemporáneas del 1900 Senses and the Shopping logra dar cuenta de la riqueza del análisis sensorial en la historia del consumo minorista. Sin embargo, su mayor éxito radica en la posibilidad de profundizar y problematizar muchas de las premisas y contenidos desplegados a lo largo y ancho de sus páginas.
En primer lugar, un punto que llama la atención es el uso reiterado de la idea, o quizá potencial concepto de evaluación, no obstante, no se aprovecha la oportunidad de desarrollarlo o mencionar su impacto ni tampoco se establece su posible relación con el concepto de riesgo tan trabajado en la historiografía de los últimos años. Se hace necesario teorizar ambas nociones para anclar los desafíos de ambos campos de estudio. En segundo lugar, la idea de un enfoque holístico en historia es interesante, pero nuevamente no se desarrolla. No es de perogrullo recalcarlo pues es necesario determinar los alcances reales de una visión holística que pretenda usar el término más allá de ser un adjetivo sugerente. Se entiende su intención, pero hay complejas implicancias metodológicas, de objeto de investigación y epistemológicas que se vuelven inevitables si se quiere construir una sólida base teórica al campo de estudio. Además, robustecer este posicionamiento es clave por su potencial e implicancias historiográficas en general.
Además, a menudo se alude a la idea de paisajes; lo que a la luz de las críticas de Tim Ingold citadas previamente, obliga a su revisión o al menos consideración. No es menor que un libro que aboga por la historia sensorial no recoja las advertencias respecto de llenar de contenido experiencial los paisajes y representaciones sensoriales analizados. En gran parte del libro sí se encuentran estas experiencias salvando el hecho evidente de la distancia que implican las fuentes; sin embargo, otras veces el contenido representacional sustituye un relato que no es equivalente a una reconstrucción de las vivencias sensoriales. Con esto no quiero decir que los y las autoras lo asuman, pero el horizonte del libro sí lo plantea. Por último, en la introducción del libro se propone una sugerente articulación en el estudio histórico del cuerpo, las emociones y sentidos; no obstante, Dyer no se detiene a explicar cuáles serían las diferencias fundamentales entre estas categorías ni los fundamentos epistemólogos de su diferenciación; tarea que se asume como desafío pero que habría sido interesante que se hubiera desarrollado, aunque fuera brevemente. Este último punto se relaciona estrechamente con la falta de profundización conceptual que se aprecia en el nulo desarrollo de la perspectiva histórica holística. Sin embargo, estos no son errores, sino que, como suele sugerirse, oportunidades para profundizar y desarrollar el campo de estudio de la historia sensorial relacionado con la historia del consumo y la estudios de cultura material.
Bibliografía
Boddice, Rob y Mark Smith. Emotion, Sense, Experience. Cambridge: Cambridge University Press, 2020.
Dyer, Serena y Chloe Wigston Smith. Material Literacy in Eighteenth-Century Britain: A Nation of Makers. Londres: Bloomsbury, 2020.
Howes, David y Constance Classen. Ways of Sensing. Understanding the Senses in Society. Londres: Routledge, 2013.
Ingold, Tim. “Worlds of Sense and Sensing the World: A Response to Sarah Pink and David Howes”, Social Anthropology, vol. 19, n.º 3, 2011, pp. 313-17.
Pink, Sarah. “The future of Sensory Anthropology/the Anthropology of the Senses”, Social Anthropology, vol, 18, n.º3, 2010, pp. 331-40.
Smith, Mark. Sensing the Past: Seeing, Hearing, Smelling, Tasting, and Touching in History. Berkeley: University of California Press, 2007.
Eduardo Godoy Yáñez
Universidad Andrés Bello
1 Traducción propia. Igualmente, las traducciones consiguientes son de autoría y responsabilidad propia.
2 Este punto es sumamente interesante pues demuestra que los nuevos aportes historiográficos en el estudio de las experiencias sensoriales, y este libro en particular, tributan y no son indiferentes a los intensos debates existentes en torno a la antropología sensorial. Al respecto son fundamentales las controversias y críticas entre David Howes y Tim Ingold por nombrar solo a dos de sus principales referentes. Para más contexto ver la serie de comentarios y contestaciones desplegadas en la revista Social Anthropology durante 2011 entre David Howes, Sarah Pink y Tim Ingold. .