Revista de Humanidades N.º 51: 157-207 ISSN: 07170491 • DOI: 10.53382/issn.2452-445X.874

Presencia de autoras
y de médiums en
prensa espiritista chilena:

¿A dónde vamos? Revista mensual de Estudios Psicológicos (1902-1905); Reflejo Astral. Revista espiritualista (1901), Revista de Estudios Psíquicos (1905-1919) y La Voz de los Muertos. Hoja Espiritista (1907-1909)1

Presences of Authors and Mediums in
Spiritist’s Chilean Press:

¿A dónde vamos? Revista mensual de Estudios Psicológicos (1902-1905); Reflejo Astral. Revista espiritualista (1901), Revista de Estudios Psíquicos (1905-1919) and La Voz de los Muertos. Hoja Espiritista (1907-1909)

Macarena Urzúa Opazo

ORCID: 0000-0002-9170-1384

Universidad de Santiago de Chile

Departamento de Lingüística y Literatura

Avenida Libertador Bernardo O’Higgins 3363, Santiago, Chile

macarena.urzua.o@usach.cl

Resumen

A través de la publicación de diversos artículos, consejos a los lectores y estudios difundidos en las publicaciones periódicas, ¿A dónde vamos? Revista mensual de Estudios Psicológicos, Reflejo Astral, Revista de Estudios Psíquicos y La voz de los Muertos, pertenecientes principalmente a grupos de cultores del espiritismo y luego de la doctrina teosófica, este artículo explora de qué modo comienzan a hacerse presentes, mediante artículos y opiniones, mujeres chilenas ligadas a estos conocimientos. Estas plumas femeninas ostentarán un creciente espacio de autoría, pero firmarán con seudónimo, con iniciales, o simplemente con la rúbrica “una señorita”. De esta manera se posibilita su paulatino ingreso a estos medios y publicaciones. Este hecho complejiza la noción de autoría femenina en Chile a comienzos del siglo XX, lo que conlleva que estas firmas se configuren como presencias espectrales, o incluso travestidas. Así, este momento inicial de circulación de los saberes de la práctica espiritista, desemboca posteriormente en la masificación y el interés por estos conocimientos, extendiéndose su práctica en Chile durante el siglo XX, sobre todo por una élite social e intelectual, donde la presencia de mujeres, médiums y autoras de textos para estos impresos produjo que su rol fuera preponderante en la difusión de estas nuevas doctrinas. De modo que, estas incipientes autorías y presencias femeninas veladas, remiten a nuevas formas de sociabilidad, a redes alternativas que los conocimientos esotéricos, les facilitó, creándose lo que he llamado un archivo espectral, del que este artículo da cuenta, al formar parte de una investigación mayor en torno al espiritismo y mujeres en Chile.

Palabras clave: escritura mujeres, espiritismo, Chile, autoría, revistas espiritistas.

Abstract

Through the publication of several articles, advice to readers and studies published in the periodical press, ¿A dónde vamos? Revista mensual de Estudios Psicológicos, Reflejo Astral, Revista de Estudios Psíquicos and La voz de los muertos, printed mainly by spiritualists associations and later the theosophical doctrine, this article proposes to explore in which way Chilean women keen to this knowledge started to build themselves a presence, through articles and opinions disseminated in these specialized journals. These female writing, will take place generally by using a pseudonym, signing with initials or under the signature “a lady”. In this way, their gradual entry into these media and publications will be possible. However, this fact complicates the notion of female authorship in Chile at the beginning of the 20th century (Doll, 2014). Thus, these signatures will conform being spectral presences, or even transvestites, as I will illustrate on this text. Therefore, this initial moment of circulation of esoteric, theosophical and spiritualist knowledge will later give place to a massification and interest in this knowledge, spreading its practice in Chile during the 20th century, especially by a social and intellectual elite. The presence of women both as mediums and as authors of texts for these publications will make their presence as fundamental and representative, but also will place them as the main disseminators of these new doctrines. So, these incipient female authorships and veiled presences also refer to new forms of sociability, to alternative networks that esoteric knowledge, as well as the important role of mediums, facilitated. Thus, giving place to build what I have called a “spectral archive” of which this article reports in part, as it is a portion of a larger investigation regarding spiritualism and women in Chile.

Keywords: women’s writing, spiritualism, Chile, authorship, spiritists journals.

Recibido: 13/05/2024 Aceptado: 17/09/2024

“paciencia i a instruirse leyendo buenos libros sobre espiritismo”

(“Modos de comunicarse con los espíritus”, Reflejo Astral N°٣).

En 1907, La Voz de los Muertos. Hoja espiritista N° ٧ (imagen 1), publicó un artículo titulado “El espiritismo y la cuestión social”, donde se señalaba que eran las mujeres quienes tenían las más altas capacidades para ser “los mejores médiums” (3), debido a la “delicadeza de su sistema nervioso” (3). Incluso el texto alude a esta igualdad y preponderancia del sexo femenino, como una característica de los grupos espiritistas:

Los espiritistas aceptan de muy buen grado a la mujer en sus reuniones y en sus trabajos, y hasta ocupa en ellos una situación preponderante, pues en ella se encuentran los mejores médiums por hacerla más apta la delicadeza de su sistema nervioso para desempeñar este papel. (3)

Más aún, en el artículo se señaló que:

Los Espíritus afirman que al encarnarse de preferencias en el sexo femenino, el espíritu se eleva más rápidamente de vidas en vidas hacia la perfección […] Si la razón parece superior en el hombre, en ella el corazón es más vasto y más profundo. (3)

Estas afirmaciones probablemente estarían influenciadas o bien tomadas de las ideas expresadas por Allan Kardec padre del espiritismo, en su obra fundacional, Le livre des esprits [El libro de los espíritus] (1862), quien advirtió que las mujeres tendrían una inclinación natural hacia la capacidad mediúmnica. Por su parte, la académica Anne Braude en Radical Spirits: Spiritualism and Women’s Rights in Nineteenth - Century America se refiere al contexto del siglo XIX en el que florece la condición de médium para las mujeres, hecho que respondería no solo a la inclinación natural o sensibilidad para sentir los espíritus, sino también a los estereotipos de género, particulares a ese momento histórico: “Nineteenth-Century stereotypes of femininity were used to bolster the case for female mediumship” (83). Así, es descrita esta habilidad tanto en aquellos estudios en relación con la difusión de esta llamada “ciencia” o nueva religión en la era victoriana, como lo fue el espiritismo o spiritualism, en el caso anglosajón2.

En Estados Unidos, de hecho, son las hermanas Fox quienes inician la práctica de invocar a los muertos, en el estado de Nueva York en 1848, logrando fama internacional y de quienes se tendrá noticia en Chile. Otro caso de gran renombre mundial será la italiana Eusapia Palladino, reconocida por sus sobresalientes dotes de médium, cuyo renombre circula por el mundo, llegando también a Chile con la aparición de una nota en ¿A dónde vamos?, órgano del Centro Eduardo de la Barra, en su número 5 en marzo de 19033.

Las publicaciones en torno a la relación entre mujeres, cuerpo, espiritismo, y su relación con las ciencias, creencias esotéricas y teosóficas, así como la articulación con el sufragismo y el feminismo, han sido temáticas ampliamente estudiadas en su conjunto, tanto en el caso norteamericano como el británico, al que se ha llamado ‘Victorian Spiritualism’, tal como puede verse en numerosos estudios que amplían el estudio en torno a este fenómeno (Oppenheim, 1988; Owen, 1989; Thurschwell; 2001; Brandon, 1983; Dixon, 2003; Cox, 2003; Braude, 2001; Kontou, 2016), así como también en el caso francés y en el español (Correa Ramón, 2021). Por esta razón es fundamental investigar la diseminación del espiritismo y su alcance en Chile en relación con el protagonismo femenino, que tendrá lugar a través presencias muchas veces veladas, tal como se verá en las publicaciones referidas en este artículo.

Esta paulatina y creciente visibilidad femenina, adquirirá una mayor presencia en un mundo intangible y espiritual, sin embargo, se expresará en impresos y diversas publicaciones, así como en el mundo artístico e intelectual, como se ve en varias autoras chilenas afines a estos temas: Inés Echeverría, María Tupper, Gabriela Mistral y Mariana Cox Stuven, entre otras. Ellas corresponderían históricamente al “feminismo aristocrático y espiritualismo”, término acuñado por Bernardo Subercaseaux (Historia de las ideas 79) o “espiritualismo de vanguardia”. Ambos son movimientos de mujeres que se expresan estéticamente, apuntando a este grupo de mujeres de élite, que comienzan a erigirse en este período, algunas serán mencionadas en las publicaciones aquí analizadas, sobre todo en relación con el círculo espiritista de Victoria Subercaseaux (viuda de Benjamín Vicuña Mackenna).

Imagen 1

Fuente: La Voz de los Muertos. Hoja espiritista, n.º 7.

“La mujer tiene generalmente poca representación en la sociedad; con frecuencia es esclava; pero esto mismo le da mayor superioridad en la vida espiritual” (3), esta afirmación aparece en el citado número de La Voz de los Muertos, firmado por las iniciales L. D., que bien podría pertenecer a la firma de una autora, que oculta su nombre, o probablemente a la traducción del célebre autor francés y reconocido espiritista León Denis, o también una deliberada alusión al escritor4. En cualquier caso, se podría confirmar, a juzgar por las ideas expresadas, su coincidencia con el hecho de que las mujeres en Chile relacionadas con el espiritismo son escasamente nombradas en revistas especializadas y cuando lo hacen es como las señoritas o la “distinguida señora” que asiste a sesiones o es su anfitriona, su dotada médium, o anima con el piano o con música las sesiones. Todas estas alusiones aparecen sin un nombre en concreto5

Si el espectro (aquello que se hace comparecer desde el más allá en una sesión espiritista) es una presencia y al mismo tiempo no lo es, cobra gran importancia en los fenómenos de materialización de estas presencias espectrales, el cuerpo de las mujeres que canalizaría ese cuerpo espectral. Este acto o poder especial, que se vuelve manifiesto en el cuerpo de la médium, podemos leerlo en conjunción con el hecho de que hacia fines del siglo XIX, la mujer es y no es ciudadana, es ella misma un sujeto espectral, es decir, una suerte de cuerpo que tiene una presencia, que aparece y desaparece, a la vez que se halla entre un espacio íntimo, que formará parte de un espacio público y ciudadano de manera paulatina.

A pesar de que estas observaciones pueden ser evidentes dado el contexto sociopolítico y cultural en Chile de principios del siglo XX, y dado además, el carácter privado y doméstico de la práctica del espiritismo, es importante detenerse en la autoría femenina, el uso recurrente del seudónimo hasta entrado el siglo XX, lo que da paso a cierto travestismo, o escrituras veladas, que al menos en el papel (artículos o transcripciones de sesiones) se hacen presentes en estas prácticas espiritistas y también en la difusión de estas doctrinas.

Entre el espiritismo y la teosofía

De acuerdo con José Ricardo Chaves, en su introducción a Isis modernista. Escritos panhispánicos sobre teosofía, espiritismo y el primer Krishnamurti (1890-1930), estas doctrinas son consideradas en el “esoterismo occidental” –concepto acuñado por Antoine Faivre (1994)–, pues comparten ciertas características comunes y se constituyen como modos de conocimiento. Por su parte, el espiritismo a grandes rasgos “se presentó como una ‘religión científica’ y la segunda [teosofía] como una síntesis de la ciencia, la religión y la filosofía (17)”6.

Estas corrientes esotéricas tuvieron influencia en los ámbitos literarios, artísticos y sociales de Europa y Estados Unidos, y se expandirá rápidamente a América Latina desde fines del XIX, pudiendo leerse el modernismo hispanoamericano bajo este influjo, tal como señala Chaves, en poetas como Rubén Darío y Gabriela Mistral, y en su interés por la teosofía7.

Sobre la doctrina del espiritismo, que llega hacia fines del XIX a Chile, esta se presenta:

como una suerte de unión entre ciencia y religión, al tiempo que reestablecía la idea del trato con los difuntos en un contexto secular. Como buena parte del ocultismo decimonono, el espiritismo no renunciaba a la intención de estudiar y transformar el mundo […] sin abandonar los fundamentos sagrados del cosmos […] Sobre todo, fue la doctrina espírita del francés Allan Kardec (1804-1869), publicada en las décadas de los cincuenta y los sesenta, la que atrajo la atención de un público cada vez más secularizado, aunque siempre con inquietudes religiosas. (Cháves 27-28)

Ahora bien, para diferenciar al espiritismo de la teosofía, hay que consignar que, al menos en el caso chileno, se dio en muchos la conjunción de las dos corrientes de conocimiento y práctica. Sin embargo, varios cultores del espiritismo devinieron en teósofos, seguidores de Madame Blavatsky y su fundamental obra de 1888 La doctrina secreta, Annie Besant y el reverendo C. W. Leadbeater, “el Zeitgeist teosófico tiene más que ver con el romanticismo de inicios del XIX” (Chaves 30). Así, en Chile las primeras sociedades teosóficas serán fundadas simultáneamente en Santiago –Rama Arundhati– y en Valparaíso –Rama Lob-Nor– en 1902 y luego proliferaron en el resto de las regiones de Chile. Tanto Chaves en Isis modernista, como Manuel Vicuña en Voces de ultratumba, coinciden en que la difusión de estas corrientes se produjo gracias a los viajes de la burguesía y la clase alta, a Europa y a Estados Unidos, lo que les permitió conocer de primera fuente estas doctrinas esotéricas. Concuerdan también que a fines del XIX la teosofía adquiere visibilidad en América Latina, de hecho, gracias a la difusión de la obra de Blavatsky es que se tuvo un acercamiento con el orientalismo y gracias a la síntesis de conocimiento, conceptos como “reencarnación, karma, cuerpos sutiles, elaborada cosmogonía, civilizaciones antiguas, poderes psíquicos, proyección astral, meditación, entre otros asuntos” (Chaves 41), adquirirán gran relevancia entre intelectuales y artistas de principios del siglo XX8. En ambos casos las publicaciones de prensa escrita, pasquines, hojas o revistas, que en su mayoría funcionaban con suscripciones de socios, serán fundamentales para esta diseminación. Por su parte, la presencia femenina de la prensa espiritista o teosófica se caracteriza mayoritariamente como una ausencia. Es por esta razón que esta investigación ha originado su pesquisa, al encontrar estas firmas en signos, seudónimos y presencias espectrales9.

Las señoras no escribían: escrituras veladas

y presencias espectrales en revistas espiritistas

En el caso chileno, las revistas espiritistas publicaban en su mayoría plumas masculinas, aunque paulatinamente aparecen presencias espectrales femeninas, con diversos signos que mostrarán sus escrituras veladas, firmadas con seudónimos, travestidas o bien borradas.

Existen al menos dos problemáticas esenciales a la hora de comprender la dificultad de publicar con su nombre, una sería el no querer verse relacionadas con este tipo de práctica al menos públicamente. Hay que recordar que en su mayoría las cultoras del espiritismo fueron mujeres de fe y de hecho nunca dejaron de ser cristianas o incluso fervientes católicas (Inés Echeverría, María Tupper o las hermanas Morla Lynch). Ahora bien, en estos primeros años del siglo XX, existe un segundo inconveniente y es que –como señala el crítico Alone, al referirse al rol pionero de escritoras, pertenecientes a la élite social (Inés Echeverría, Iris o Mariana Cox Stuven, Shade)– “dos predecesoras ilustres debieron luchar bastante y sufrir no poco para romper la muralla del silencio impuesto a ellas por una prescripción inmemorial. Las señoras no escribían. Indiscutiblemente escritoras e indiscutiblemente grandes damas” (énfasis mío 3)10. De esta manera, que a esta doble dificultad se sumará, que el escribir y firmar sobre estos temas esotéricos o relacionados con la doctrina espiritista, podría no ser bien visto e incluso condenado por esa sociedad en pleno contexto de secularización.

Darcie Doll en “Variaciones de la autoría en escritoras chilenas”, se refiere a la complejidad de la categoría de autoría femenina, comprendiendo el concepto en el contexto de la modernidad, sin embargo, en el caso de las mujeres adquiere otras perspectivas:

Si bien pudiera pensarse que la autoría femenina es asumida por la noción de autor, siguiendo el género masculino como universal, ella resulta ser justamente lo contrario: más que ingresar en el campo cultural como autora, la mujer ha quedado largo tiempo fuera, tal como ocurrió con la categoría de ciudadano. (73)

En su artículo, Doll presenta ciertas estrategias con las que una serie de escritoras e intelectuales chilenas de fines del XIX hasta comienzos del XX para poder “inscribir su autoría en un medio que impide” (73). Algunas de estas estrategias, como el uso de iniciales o seudónimos, revelarían cierta “resistencia frente a los discursos hegemónicos que limitan la producción de las mujeres intelectuales” (74), resistencia que se multiplica si consideramos los temas tratados en estas publicaciones: el espiritismo, la comunicación con los muertos y la diseminación de un saber ampliamente criticado por la Iglesia católica, y que además implica una democratización de la experiencia religiosa donde las mujeres adquirirían un rol preponderante11. Así lo consigan también Correa y Vallejo: “Calificado por las autoridades religiosas como un ‘vicio opuesto a la virtud de la religión’” (112). Por su parte Manuel Vicuña en Voces de ultratumba: historia del espiritismo en Chile señala:

En Chile, hasta donde se sabe, al espiritismo arriban quienes han abandonado o disienten del catolicismo refractario al mundo moderno e identificado con una institucionalidad solamente al servicio del clero como estamento privilegiado. (41-42)

Esta crítica de la Iglesia católica a la práctica espiritista aparecerá referida en los diarios de autoras de la época como el de las hermanas Morla Lynch, en las cartas con su madre Luisa Lynch y en los escritos de Inés Echeverría, así como también en diversos artículos ligados a la espiritualidad, aunque de claro influjo teosófico, publicados en revistas como Familia, y sobre todo en sus columnas de La Nación. Es una crítica que refiere, como señala Manuel Vicuña, a incrédulos (del oficialismo católico y el clericalismo) y creyentes, al mismo tiempo en el alma y el espíritu (42).

De esta manera, teniendo en cuenta el contexto social y religioso respecto de la autoría femenina –las “señoras no escribían”–, se ilustrará con cuatro ejemplos la presencia de escritos de mujeres en prensa espiritista, probablemente pertenecientes a damas de alta sociedad no identificadas, autoras que firman con seudónimos masculinos, con anagramas o con las iniciales, y el curioso caso del señor director de una de estas revistas que se hace llamar Carolina Farwell, quien luego revelará su identidad.

Un primer antecedente es la presencia de mujeres traductoras de fragmentos de libros o artículos de relevancia para el mundo espiritista. Entre estos, se ha encontrado una traducción en la Revista de Estudios Espiritistas Morales i Científicos (1874-1877), órgano del Centro Espiritista de Santiago (donde publican Eduardo de la Barra y José Basterrica, entre otros). Esta es la primera revista en difundir las enseñanzas de Allan Kardec, y en divulgar lo transcurrido en diversas sesiones espiritistas en la capital, así como ocurría con otras revistas y publicaciones periódicas dedicadas al tema. En el número 12, del 25 de diciembre de 1875, se publica una traducción del fragmento del libro El mundo de los espíritus o la vida después de la muerte de la escritora francesa Olympe Audouard (1832-1890), famosa defensora de los derechos de la mujer y autora de numerosas obras, periodista y propulsora del sufragio femenino. En la nota al pie de dicha publicación, que podríamos llamar “de avanzada”, se advierte lo siguiente: “Tomado de la obra citada y traducido por la Señorita ***” (188). Llama la atención que la traducción es firmada, al final del fragmento, en la página 192, por un tal Félix Jerome, autor sin identidad conocida. Además de esta colaboración, femenina y anónima, realizada por una mujer joven y con una autoría figurada al dibujar esos tres asteriscos, suponemos intencionadamente. Asimismo, se ha ubicado en esta revista la publicación del “Discurso leído en la Academia de Bellas Letras el 11 de diciembre de 1875, por la señora Doña R. O. de U., sobre la instrucción de la mujer” (171), en el ejemplar aparecido el día 12 de diciembre de 1875, correspondiente al número ١١ de dicha revista. Ese discurso finaliza con una “Poesía”, cuyos primeros versos dicen: “Instruid a la mujer / veréis a Chile / Elevarse felice, soberano” (175).Gracias a la reproducción del mismo artículo en la Revista de Valparaíso (1873) de su directora doña Rosario Orrego de Uribe, podemos dar con la autoría de tan importante discurso y aún más, elucubrar que tal vez la señorita traductora podría ser una de sus hijas, Ángela o Regina quienes colaboran con traducciones en la revista dirigida por su madre (así como en otras publicaciones años más tarde)12. Es más, tal vez sea Orrego una pionera en publicar sobre estos temas en prensa escrita con ensayos y textos de temas en boga, como traducciones sobre magnetismo animal (Franz Mesmer), así como de la comunicación con los espíritus. No hay que olvidar que Orrego, se casará en segundas nupcias con Jacinto Chacón, reconocido espiritista de Valparaíso y tío de Arturo Prat, quienes a su alrededor conformarán un importante círculo espiritista. Gracias a esta red y a la labor de Orrego, es que reconocemos esta autoría, que en este caso, corresponde también a una autoridad, una intelectual, dueña de una revista y editora, sin embargo también esta firma solo ostenta sus iniciales en la Revista de Estudios Espiritistas Morales i Científicos, tal vez esa anonimidad sea por la temática de la revista o una decisión editorial, en cualquier caso, Orrego es una figura reconocible en su época, quizás una de las pocas mujeres autoras y editoras de Chile en ese temprano contexto para las autorías femeninas. En síntesis, se observa el modo en que esta presencia irá tomando forma, cuerpo y finalmente un nombre, a través de diversas estrategias textuales y de posicionamiento en las revistas espiritistas.

El siguiente caso de una autoría escondida de una sesión mediúmnica realizada en casa de una señora de Santiago, en la intimidad del hogar, Manuel Vicuña confirma que –en “El culto puertas adentro. El Espiritismo en Chile”– el hecho de que las sesiones generalmente se transcribieran manteniendo al médium en anonimato, a diferencia de lo que ocurrió en Estados Unidos o Europa, las figuras públicas del espiritismo nacional fueron las revistas, sus directores, editores y colaboradores (159). Hecho que se comprueba con los ejemplos de estas sesiones expuestas en dichas publicaciones.

La sesión descrita a continuación, es considerada de relevancia, pues fue publicada en un artículo de la Revista de Estudios Psíquicos n.º 133 (1914), bajo el título de “Importantísimas sesiones mediamínicas en la capital”, (imagen 2 y 3), ahí se da cuenta de las comunicaciones con espíritus que se llevaron a cabo “en la intimidad y reserva de familia, en casa de una distinguida señora de Santiago” (3272). De acuerdo con el relato, la sesión fue dirigida por una mujer médium y el objetivo fue ayudar a una amiga que sufría por la muerte de su hijo. Esta sesión que correspondió al 13 de diciembre de 1913, nos entrega otros datos: “En las sesiones actuó como médium una distinguidísima señora que posee esta cualidad extraordinaria desde niña, pero que nunca usa de ella, haciendo una delicada excepción en este caso, con la generosa intención de aliviar el pesar de su amiga”13. Por su parte, en la sesión, el espíritu del hijo le pide a la madre que se aleje de él, para así asegurar su propia evolución espiritual. Para la revista, la comunicación entre esta madre y su hijo confirmaba “la seguridad de que el Misterio se desvanece y que los resplandores del Más Allá han de orientar nuestra vida” (“Importantísimas”, p. 3275).

Imagen 2

Imagen 3

Fuente: Revista de Estudios Psíquicos n.º 133.

Esta madre es Victoria quien se comunica con su hijo muerto Tatín (Benjamín), a través de su médium Vitalia, transcribe, la misma Victoria. Esta íntima sesión sostenida en casa de una “distinguida señora”, luego de investigar esta publicación y de cotejar con el aún inédito “Diario de las sesiones espiritistas de Victoria Subercaseaux”, viuda de Benjamín Vicuña Mackenna (exalcalde de Santiago), se corresponde con la sesión de la entrada del diario de Victoria Subercaseaux (viuda de Benjamín Vicuña Mackenna), fechada el 14 de marzo de 1914. (imagen 4 y 5). Al observar atentamente este diario, resulta de sumo interés atender a la marginalia, de puño y letra de la misma Victoria en la que se lee la siguiente nota: “publicada en la Revista Psíquica”. La relevancia de este diario reside en que constituye un archivo único en su tipo, donde, por una parte, se ve la materialidad de un cuerpo, que toma posesión del espíritu del hijo muerto y, por otra, lleva a los lectores a sumergirse en esta escritura mediúmnica al convertirlos en testigos del acto de la lectura en el modus operandi con el que una mujer-médium canaliza (para su amiga, la viuda y doliente) al espíritu, siendo otra quien transcribe los dictámenes del espíritu del ser querido al que se ha llamado en la sesión14. Confirma Manuel Vicuña en Voces de ultratumba, al referirse a este diario: “Todos los médiums identificados en el manuscrito, en forma genérica o individualmente, son mujeres” (25). Mediante la descripción de estas sesiones, en las que una madre en duelo quiere comunicarse con su hijo Benjamín, Tatín, este diario permite comprender el valor del diálogo espectral que ayudará a la madre a sobrellevar su duelo.

Sin embargo, no será solo su hijo el invocado en estas actividades. En otra sesión, con fecha 3 de julio de 1920 (el cuaderno va del 13 noviembre de 1913 al 5 de febrero de 1927, imagen 6) se lee lo siguiente:

Con Vitalia. Vino su espíritu (Celeste) que dijo que no podía venir Benjamín Vicuña Mackenna […] Dice que es falso aquello que reencarnaría pronto […] nuestro hijo Benjamín es más feliz en estos planos por su bella misión […] Cree Benjamín que sea posible la presidencia de Alessandri.

Imagen 4

Fuente: diario de Victoria Subercaseux,

Imagen 5

Fuente: “Sesión con la señora Vitalia en trance”, 14 de marzo de 1914: “Publicada en la Revista Psíquica”, diario de sesiones espiritistas de Victoria Subercaseaux (inédito), 13 de noviembre de 1913 - 5 de febrero de 1927.

Imagen 6

Fuente: “Con Vitalia”, 3 de julio de 1920. Archivo Victoria Subercaseaux, Museo Benjamín Vicuña Mackenna.

En esta cita es posible observar, por una parte, la materialización escritural de esta comunicación con el más allá, como parte de un diálogo espectral que es huella del cuerpo de la médium, pero también del duelo y, sobre todo, del afecto como punto de partida y motor de esta práctica, que es material y espiritual. Esta se sitúa en la sobrevida del afecto, a través de una existencia que se extiende no solo en el recuerdo, sino en la posibilidad de una vida y una comunicación con el más allá y con el presente del más acá, cuya prueba la constituye la anotación de las sesiones. De esta manera, gracias a la agencia del cuerpo de la médium, de la acción de invocación, se trasciende hacia una comunicación espiritual, la que sumada al registro escritural que materializa al discurso incorpóreo de un difunto, irá conformando un acervo al que he llamado un archivo espectral. Si tomamos como punto de partida la célebre cita de Baruch Spinoza, “nadie, hasta ahora, ha determinado lo que puede el cuerpo”, podríamos extraer una comprensión de la potencialidad que llegaría a tener la agencia de la mujer espiritista, a través de los poderes de esta fuerza natural canalizada a través de su cuerpo, teniendo así, el mismo papel que los afectos. El movimiento o creencia espiritista ciertamente puede leerse como un momento visceral en la historia, según lo planteado por Lauren Berlant: “the body’s active presence to the intensities of the present, embeds the subject in a historical field, and that its scholarly pursuit can communicate the conditions of an historical moment’s production as a visceral moment” (845-846). Es decir, permite ensayar una forma de leer la historia, a través de la óptica de los afectos, y del modo en que los cuerpos se ven tocados, en este caso, por la penetración del espíritu en un cuerpo15.

El rol del afecto que circula es fundamental en esta “emoción pegajosa”, como señala Ana Peluffo en En clave emocional, y es fundamental entender las emociones en el contexto sociocultural en el que surgen, “las emociones no pueden ser entendidas fuera del contexto socio-afectivo en el que emergen dado que una misma atmósfera emocional puede generar respuestas afectivas diametralmente opuestas en diferentes sujetos” (17). Asimismo, las emociones, dice Sarah Ahmed han estado siempre asociadas a las mujeres: “Las emociones están vinculadas a las mujeres, a quienes se representa como ‘más cercanas’ a la naturaleza, gobernadas por los apetitos, y menos capaces de trascender el cuerpo a través del pensamiento, la voluntad y el juicio” (22). Esta afirmación la podemos asociar con el carácter de las médiums, cuya condición femenina las hacía más cercanas por su naturaleza a la intuición y al contacto con el más allá. Ahora bien, ligando esta condición con la paulatina aparición de estas médiums en la prensa, podemos afirmar que “El médium ejecuta un rito de despersonalización” (Vicuña 20), de manera que, estas presencias veladas se corresponderían con este salirse de una autoría-presencia clara.

En este sentido, las apariciones en prensa de mujeres sin su nombre o tras un nombre masculino, si bien comienzan a vislumbrarse o a “esparcirse” como parte de la “fiebre del espiritismo” (1), según señala el artículo publicado en el periódico santiaguino La Tarde, “33 días de espiritismo. Conversando con el diablo. Sensacional. Mercedes Echeverría de Vargas”, el día 17 octubre de 1902, estas presencias tardarán en expresarse más allá de estas sesiones privadas, de las que existe al menos un registro como el de Victoria Subercaseaux.

Para Claudia Montero en “Trayectorias de las editoras profesionales del fin del siglo XIX en Chile”, el ingreso de las mujeres al campo cultural de la prensa escrita de fines del XIX es particular:

ya que su desafío incluyó la transgresión de la norma de género que les impedía la expresión pública. Al respecto, Graciela Batticuore16 da cuenta de cómo la escritura femenina era considerada una afrenta contra el honor de la mujer que osara publicar.

Así, una de las estrategias de aparición o de expresión pública serán estas presencias veladas en seudónimos o anagramas, además de ciertas excepciones de extranjeras, quienes curiosamente sí aparecen con su nombre completo. Para Montero, es hacia fines de siglo cuando la prensa escrita se diferenciará de la función netamente política, siguiendo los postulados de Julio Ramos, de manera que “Es allí donde la acción de las mujeres en la letra cobraría ribetes de transgresión” (96). Estas mujeres no solo transgreden con la escritura o la aparición en prensa, sino también en cuanto defienden, propagan y dan cuenta de una práctica prohibida por la Iglesia, como el espiritismo, lo que implicó la crítica de hombres ilustres como Juan Enrique Lagarrigue y los obispos de la época, producto del proceso de secularización en Chile, que no verá la separación entre Estado e Iglesia hasta la promulgación de la Constitución del 192517.

Asimismo, concordamos con Montero con la particularidad y flexibilidad del ámbito de la prensa escrita y periódica, que “permitía que las mujeres pudieran manejarlo y apropiarlo para intervenir en el campo cultural de forma no violenta, o que permitía que la transgresión fuera leve, con un margen de maniobra” (101).

La redactora y editora de la revista ¿A dónde vamos? Revista mensual de Estudios Psicológicos, Carolina Farwell, invita en la editorial de su primer número a embarcarse en las regiones de lo desconocido con la compañía de los “Buenos Espíritus” (1), además promete “tratar sencillamente las diversas cuestiones relacionadas con el Espiritismo y transmitir fielmente las comunicaciones o mensajes de los Invisibles” (2). En esta sección dedicada “A mis lectores”, se refiere así a lo que representará para esta comunidad la publicación de este medio impreso: “Ella será la nave –lo deseo y lo espero– que nos ha de conducir a las misteriosas playas de lo invisible” (1), firma la redactora Carolina Farwell en el n.º 1 de la revista en 190118. Estas publicaciones periódicas cumplirán no solo el rol de diseminar estos conocimientos, sino también crear comunidad en torno a ellos, actuando incluso como autorías dispersas de estas doctrinas. Volveremos sobre el caso de Farwell más adelante, para indagar en su identidad.

“Nuestras hermanas”, se llamó el artículo de Anegorig, publicado en Reflejo Astral n.º 2 en 1901, firma que corresponda probablemente a un anagrama de Georgina. Aquí la autora habla de la esclavitud de la mujer y de la necesidad de educarlas:

Como amantes de la Luz debemos tenderle la mano, con caridad guiarla a la fuente inagotable de la Sabiduría i con ejemplar paciencia ayudarle a elevarse sobre las preocupaciones vulgares que conducen a la corrupción i al deterioro de los sentimientos Divinos […] podemos ayudarla a absorber la Libertad. (35)

En las revistas ¿A dónde vamos? o Reflejo Astral, además de “Anegorig”, aparecen “Soledad”, y otros seudónimos, con excepción de Natalia Urzúa de González quien firma su artículo con su nombre completo y además se lo dedica a P. Carvajal. Existe el antecedente por el cual don Juan Enrique Lagarrigue, filósofo chileno y cultor de la Religión de la Humanidad, preconizada por Augusto Comte, ha publicado su “Carta a la señora Natalia Urzúa de González” (1901)19, como una respuesta a una publicación que ella ha realizado en el periódico La Ley, debido, en parte a la defensa férrea de Lagarrigue de la Religión de la Humanidad. En este carta de 1901, Lagarrigue le replica:

En cuanto a las tentativas para renovar el teologismo, mediante una pretendida experimentación, eso es un deplorable extravío que no conduce más que á excitar errónea y peligrosamente los cerebros. Tales son los fenómenos llamados espiritistas en que alucinaciones manifiestas pasan por comunicaciones de ultra-tumba. (4)

Lagarrigue finaliza la misiva invitándola a “consagrarse al servicio” (8) de la Religión de la Humanidad.

Imagen 7

Fuente: “Carta a la señora Natalia Urzúa de González por Juan Enrique Lagarrigue” (Santiago, 1901).

Probablemente esta polémica se extendió a otras publicaciones, pero al no haberse encontrado aún, el texto de La Ley referido por Lagarrigue ni ninguna otra respuesta por parte de Urzúa, es que consideraremos este texto publicado en ¿A dónde vamos?, en el que Urzúa le responde a P. Carvajal Ríos, un detractor del espiritismo o espiritualismo, alude a la pretensión masculina, identificándose ella misma como espiritualista, además de referirse en el mismo artículo al problema de la educación de la mujer (¿A dónde vamos?, n.º 24, 1 febrero de 1905):

yo declarándome espiritualista y creyente en el más allá de la vida; aunque para mí la vida ulterior del hombre nada tiene de sobrenatural, pues considero al espíritu humano como un ser perteneciente al estado radiante de la materia, y que debe ser incluido y clasificado en el cuarto reino de la naturaleza […] Ahora si usted cree inaceptables mis ideas, combátalas en buena lid; pero no diga –con pretensión masculina– que no debe desearlas a luz una revistas de estudios psíquicos. (394)20

Urzúa ostenta un espiritualismo que también muestra ribetes algo naturalistas y feministas, y es quizás una de las pocas firmas de una mujer, quien además colaborará con el periódico obrero-feminista La Palanca, confluyendo en ella una mixtura entre varios saberes de la época. Asimismo, como consigna Vicuña, luego de su muerte, José Ramón Ballesteros, cultor y difusor del espiritismo, dirá de Urzúa en la revista Luz Astral n.º 57 en agosto de 1909: “Fue, pues, desde mui temprano librepensadora, con escándalo de las conciencias timoratas” (575). Es importante señalar que de toda la recopilación realizada en esta investigación, hasta el momento de la revisión de lo que corresponde a la temprana prensa de difusión del espiritismo, Urzúa sería una de las primeras mujeres ligadas al espiritismo quien firma con su nombre completo.

Varios años más tarde, Iris, seudónimo de Inés Echeverría (1868-1949), publicará en el periódico La Nación (1917-1930) artículos de diversa índole y contará con varias apariciones en medios de prensa masivos, tales como Zig-Zag (1910-1930), la revista Azul (1914-1918), Silueta (1917-1918) y la revista Familia (1910-1928). De Iris, en esta línea espiritual y mística, que será más cercana a la doctrina teosófica y que se hace presente en toda su obra, vale la pena recalcar su ensayo “El sueño” (1918) publicado en la revista Letras, sus cuentos de La hora de queda (1918), y el ciclo de sus novelas-memorias Alborada, que abarcó seis libros entre 1930-1946, donde narra en distintas etapas parte de la historia de Chile.

A modo de ejemplo, cito aquí el artículo “Refugio de almas” publicado en La Nación, en el que relata la visita a una adivina en Valparaíso, Madame Anselme, publicado el domingo 17 de marzo de 1918 (imagen 8) y la relación de la amiga de Iris con su mentora espiritual:

Una amiga ha preguntado al oráculo: “¿Me olvidará?, volvió a preguntar con voz desfallecida. Y con voz profética y ojos impenetrables, la intuición dijo: Cuando el alma se ha despertado a una música divina, no puede olvidar… ¡No!”

Ya lo saben lectoras mías, si en nuestros afectos ha hablado el alma, llevan como marca inadulterable, la palabra “Eternidad”. Nada puede borrarlos, ¡durarán siempre! ¡El espíritu tiene el privilegio exclusivo de marcar con un sello imperecedero todo lo que se ha vivido en la cima de nuestro corazón! Sólo puede concluir en nuestra vida, lo que no tuvo origen en el alma. Esa es la piedra de toque del Amor. ¡Los afectos espirituales son eternos! Iris. (8)

Imagen 8

Fuente: “Refugio de almas”, Iris. La Nación, domingo 17 de marzo de 1918.

A excepción de Inés Echeverría, quien en esta época publicará con su reconocido seudónimo, la mayoría de las mujeres espiritistas aparecen sin nombre ni firma en la prensa, es decir solo de manera espectral, borrosa, tal como si los epítetos con que se las nombra implicaran cuerpos sin forma: “las mujeres presentes”, “la Sra. distinguida”, “las señoritas elegantes”, es decir son nombradas, pero sin poseer nombre propio, deviniendo así en presencias que no son tal, encarnando al mismo tiempo, ese saber21. Del mismo modo en que estas mujeres sirven de canal para estas comunicaciones, como Vitalia, la médium de Subercaseaux o las conocidas hermanas Morla Lynch.

Dado el contexto social y político de la época, podríamos afirmar que estas mujeres al experimentar con estas prácticas van configurando su propia agencia, al mismo tiempo que erigen un poder que resiste en cierto modo a la norma patriarcal. Al devenir con sus cuerpos en médiums, se articulan los discursos relativos a la vida, la muerte y el más allá desde su propia habla, performando en sus cuerpos una agencia única, que conducirá a que ciertos hombres en el poder acudan a ellas por consejos, como fue el caso del presidente Arturo Alessandri, quien consulta con las hermanas Morla, o como vimos con Victoria Subercaseaux, contactando a su difunto marido y consultándole sobre temas afectivos, así como también contingentes de la política nacional. Este incipiente poder, que tiene lugar puertas adentro en el mundo privado de ciertos hogares, contrasta con la aparición paulatina en la prensa, muchas veces sin nombre ni firma, de manera espectral o borrosa.

Otro interesante ejemplo, donde aparece una firma no identificada, es C.F., el uso repetido de estas iniciales contribuyeron a la certeza de que se ajustaba a una mujer espiritista. Luego de identificar la firma de C.F. como redactora, editora y autora de artículos en distintos números de la revista ¿A dónde vamos?, se llegó a la conclusión de que correspondía a una presencia travestida, hecho que resuena con la práctica de la médium y de las sesiones espiritistas, es decir, de hablar a través del propio cuerpo con la voz de otro, travestirse en hombre o en mujer para pasar de una materia (cuerpo) hacia otra no materia (alma o espíritu), como se expondrá a continuación, según las pesquisas realizadas en el periódico La Tarde.

En dicho diario, el 17 de octubre de 1902 se hace una entrevista a Mercedes Echeverría, a raíz de la polémica publicación del libro de su autoría titulado, 33 días de espiritismo ó sea desengaños de una espiritista de 1902 (imagen 9 y 10), testimonio que relata cómo en esos 33 días de espiritismo, se dedica a invocar a numerosos espíritus, entre ellos a seres notables, así como también a familiares. En el artículo titulado “33 días de espiritismo. Conversando con el diablo. Sensacional”, Echeverría acabará renegando de estas prácticas, al afirmar que “Al fin de este tiempo tengo la convicción y puedo decir que en 33 días me comuniqué y tuve por compañero a Lucifer o Satanás, Rey de los infiernos”. Al día siguiente se entrevista a C.F., iniciales que corresponderían a Carolina Farwell, “notable escritora inglesa” (3) como señala el periódico y quien es consultada en su calidad de redactora de la revista ¿A dónde vamos? y de autora de numerosos artículos.

Imagen 9

Imagen 10

Fuente: 33 días de espiritismo ó sea desengaños de una espiritista, Mercedes Echeverría de Vargas, Santiago: , 1902.

“La cuestión espiritista. En busca de la verdad” (imagen 11), se publica al día siguiente, el 18 de octubre de 1902, con autoría de M. Sordini. Veamos parte del reportaje:

La Tarde busca la verdad y ha querido recoger un poco de luz entre el caos que rodea esta clase de fenómenos […] se levantó un caballero de edad ya avanzada, de rostro amable, la patilla blanqueada por los años, de ojos claros y de mirar dulce. –Disculpe usted, pero buscamos a una señorita, Miss Farwell. –Esa soy yo y aun cuando no llevo faldas ni atributos femeninos, uso ese seudónimo como propaganda para el espiritismo; por lo demás usted ve que soy hombre sólo con mirarme las barbas. –¿Conoce usted el libro de la señora Echeverría de Vargas a que hace referencia La Tarde ayer? –Sí señor; pero diré a usted que hay ahí una mistificación. La señora Echeverría está de acuerdo con el peor enemigo del espiritismo, el señor Juan Enrique Lagarrigue, para denigrar esta relijión sublime. (5)

Imagen 11

Fuente: “La cuestión espiriritista. En busca de la verdad”, Entrevista de M. Sordini a Carolina Farwell, La Tarde, 18 de octubre de 1902.

Farwell quien es en realidad José Ramón Ballesteros, director de ¿A dónde vamos?, pasa a criticar a Lagarrigue y a sus amigos, iniciados en la cábala y alquimia, seguidores de la Religión Universal de la Humanidad, quienes además están tras la revista Sophia de la Sociedad Teosófica (Santiago, 1902-1904), la que propone otras creencias alejadas de esta religión espiritista. “Lo mejor sería que usted viera nuestra escuela de médiums donde enseñamos a varias jóvenes la ciencia telepática […] Infinitas gracias dimos a Carolina Farwell” (5), finaliza la entrevista, confirmando esta identidad femenina de quien es redactora de este medio impreso espiritista.

Leemos entonces, sin entrar en disquisiciones sobre teoría de género, un código que podríamos llamar queer, travestido, o andrógino, rasgos que entregan otro elemento a esta investigación22. Es más, Ballesteros en ¿A dónde vamos?, en el n.º 16, el 1 de junio de 1904 revelará su identidad (imagen 13). En la sección titulada “Advertencia” dice: “Por razones que me parece excusado manifestar, he firmado hasta hoy mis artículos espiritistas con el rubro de Carolina Farwell. Habiendo cesado la causa que me movió á usar este seudónimo, firmaré con mi nombre, en lo sucesivo todos mis escritos”. Se podría elucubrar que Ballesteros firmando como C.F. intenta validarse en el mundo espiritista, donde las mujeres tienen cierta ventaja en su rol de médiums, ser un cuerpo público figurando con esas iniciales, imitando un seudónimo de un nombre real, pero inexistente ¿Podría ser que está adscribiendo así la autoridad del médium femenino y de la autoría al mismo tiempo? O bien que hay cierta vergüenza al asumir su real identidad, al mostrar de manera pública su adhesión al espiritismo.

En este sentido, es fundamental notar que el mismo José Ramón Ballesteros ha publicado anteriormente en el año 1874, un folleto titulado Algo sobre el espiritismo (imagen 12), donde critica abiertamente al espiritismo, puede ser que esconda su identidad debido a su cambio público de defender esta doctrina y contribuir activamente a su difusión con la publicación de esta revista. Ballesteros, según el sitio web de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, durante su juventud fue miembro del Partido Conservador para luego ser diputado del Partido Liberal Balmacedista (1891). Aparentemente su vida habría tenido un vuelco y, tal como lo consigna este sitio, “En los últimos años de su vida, se dedicó al espiritismo, publicó una revista sobre el tema y fue jefe de los invocadores de ultratumba; sus conocimientos en esta clase de estudios eran profundos y disciplinados.”

Imagen 12

Fuente: Primera edición de Algo sobre el espiritismo (1874) por José Ramón Ballesteros.

Imagen 13

Fuente: ¿A dónde vamos? Revista mensual de Estudios Psicológicos,

n.º 16, 1 de junio de 1904.

El último ejemplo que expondré, contribuye a complejizar estas presencias femeninas en la prensa espiritista, así como la autoría de mujeres a comienzos del siglo XX, contribuyendo a conformar un archivo espectral, siguiendo a Jacques Derrida en Mal de archivo. Una impresión freudiana: “la estructura del archivo es espectral. Lo es a priori: ni presente ni ausente ‘en carne y hueso’, ni visible ni invisible, huella que remite siempre a otro” (92).

¿A dónde vamos?, en el n.º 4, 1 de febrero de 1903, se publicó una reseña del Compendio de la gran doctrina (Santiago, 1896), libro firmado por el autor Hugo Polo (imagen 14). Según el reseñista, Pedro Pablo Figueroa, la identidad de Polo pertenecía a “una de las escritoras espiritistas de Chile, que lleva un nombre esclarecido en la historia y en las letras americanas”23. A partir de la presunción hecha por el Premio Nacional de Historia, Rafael Sagredo, Hugo Polo, sería la escritora Inés Echeverría Bello24. Afirmación difícil de probar, ya que, la cronología no corresponde. El primer libro de Iris, que publica anónimamente, como lo consiga Alone, es su diario de viaje Hacia el oriente (1905), además cuatro de sus libros datan del año 1910, fecha en la que recién inaugura su seudónimo, Perfiles vagos, Hojas caídas, Tierra virgen y Emociones teatrales. Además, su primera novela es del año 1914, Entre deux mondes, que se publica en Francia y que es reseñada por Roxanne en Zig-Zag, sin embargo ninguna de sus obras es tan anterior como el Compendio que data de 1896.

Su libro de cuentos La hora de queda (1918) es reseñada por Carlos Parrau, presidente de la logia Destellos de Antofagasta, en cuanto al tratamiento de las doctrinas espiritualistas (Revista de Estudios Psíquicos 174, septiembre de 1918).

Por lo anterior, es poco probable que sea Iris la identidad tras la firma Hugo Polo ¿Es Hugo Polo, cuyas iniciales H.P., se corresponden con las del nombre de pila de Madame Blavatsky, Helena Petrovna? De manera que, nos encontramos ante una apropiación hecha traducción o viceversa realizada probablemente por alguna mujer cercana a las ideas teosóficas propuestas por Blavatsky. No obstante, Hugo Polo no existe, según mis pesquisas. El volumen propone un posicionamiento del saber teosófico, realizando una lectura además de una traducción, que proporciona al lector una síntesis, conocimiento y especialización en torno a la doctrina. Sin duda, el publicarlo como libro, posiciona a este autor(a) en un lugar relevante para este saber.

Imagen 14

Fuente: Hugo Polo, Compendio de la gran doctrina, Santiago: Imprenta Cervantes, 1896.

En una entrevista publicada en Zig Zag, Roxanne, se refirió a Iris como la “mística”, el artículo curiosamente se titula: “Iris ayer, Inés Bello hoy” y es del año 1914 (imagen 15)25. En la entrevista Iris refiere a sus lecturas de Bergson, Flammarion y Maeterlinck, autores de moda en su época y populares entre espiritistas y teosóficos, propios de una biblioteca de estas características. No he podido dilucidar aún quien es Hugo Polo o el alcance de este libro, más que esta mención y la reseña de una autoridad como el sr. Figueroa, así como tampoco he encontrado otro nombre propio femenino, salvo el de Urzúa o el de Iris, en estas publicaciones.

Imagen 15

Fuente: “‘Iris’ ayer ‘Inés Bello’ hoy”, Roxane, Revista Zig-Zag, n.º 502, 3 de octubre de 1914.

Sin embargo, gracias a esta investigación, recientemente se ha localizado la relevante figura de Ana Huguet, quien dirigió la rama teosófica Arundhati (1915-1918), como se observa en la revista de 1918, donde se publican sus últimas palabras imagen 16). En esta rama de Santiago, fundada en 1902 y dirigida en sus orígenes por Ismael Valdés Alfonso, emergerá la publicación de la Revista Nueva Luz (1911-1920)26. Las discípulas de Huguet continúan con su labor y fundan una logia con su nombre hacia 1918, luego de su muerte. Esta fue presidida en primera instancia por la señora Juana A. de Cumplido. Es importante recalcar que hacia 1910 la Sociedad Teosófica de Chile contaba con nueve logias distribuidas en las ciudades de Antofagasta, Viña del Mar, Valparaíso, Santiago y Talcahuano27.

Imagen 16

Fuente: Nueva Luz. Revista mensual de Teosofía, Ciencias y Filosofía, diciembre de 1918.

Cabe destacar que Nueva Luz, se halla conectada con la revista El Loto Blanco: Revista Teosófica, órgano de relación entre los teósofos españoles e hispanoamericanos, publicada en Barcelona, entre 1917-1932, según lo consignan sus páginas28. De esta manera Nueva Luz, constituiría una de las primeras revistas dedicadas a la doctrina teosófica, dirigida temporalmente por una mujer, Ana Huguet, quien además formaría parte de la red de la teosofía universal.

La integración entre espiritismo, espiritualismo y teosofía, puede observarse en las páginas de las revistas nombradas, además de las similitudes que ha señalado José Ricardo Chaves. Si bien no todos los espiritistas pasan inmediatamente a formar parte de la teosofía después de algunos años se verán ciertas similitudes entre ambas prácticas y conocimientos, teniendo lugar, como señala Manuel Vicuña, cierto acoplamiento entre ambas doctrinas:

En las páginas de la Revista de Estudios Psíquicos o de Reflejo Astral: Revista Espiritualista aparecida en Santiago, en 1901, ha quedado documentado el paulatino acoplamiento, aunque a veces friccionado, entre espiritismo y teosofía […] Esa convergencia de ambas corrientes en el amplio cauce del espiritualismo resultaba evidente en la década de 1900. (148)

Existe en la teosofía el deseo de acercarse y conocer las religiones orientales, así sus cultores se apropiaron de ciertos conceptos como el karma, la reencarnación, la meditación y el conocimiento a través de sueños y otros estados psíquicos. Sin embargo, ambas comparten el deseo por lograr el desarrollo psíquico, la elevación de conciencia y la creencia en el cuerpo astral, así como en la comunicación con los espíritus.

Las publicaciones en torno al espiritismo y a la teosofía cumplen una función esencial para estos movimientos: darle cohesión y diseminar información en torno a estos saberes, sosteniendo la organización a través de la prensa, como ha señalado Anne Braude (26), además de darle un sentido de pertenencia a aquellos espiritistas repartidos en diversos puntos de la nación. Aunque Braude se refiere a Estados Unidos, cuya extensión geográfica probablemente dificultó esta comunicación, resulta interesante reflexionar en torno al papel de la prensa periódica espiritista en Santiago y otras regiones.

Hacia la construcción de un archivo espectral

de mujeres espiritistas y teósofas

para que nuestro cuerpo sea una estrella mesiánica que marque en el firmamento obscuro del mundo actual el clarear de una aurora nueva y esplendida.

(Iris, “Un arte divino”

En síntesis, las autorías aquí presentadas complejizan el propio concepto, ya que no son categorías fijas, sino derivas espectrales que se constituyen como modos de discursos que se hallan en construcción. Tal como ocurre con las mujeres intelectuales, quienes comenzarán a erigirse un espacio en publicaciones periódicas chilenas, hecho que en este artículo se vislumbra en presencias aún inaprehensibles. Estos modos de autorías, cuerpos femeninos, vínculos y comunidades en torno al espiritismo (más tarde la teosofía), proponen una manera alternativa de relacionarse con las normas sociales, basada en una comunión de los cuerpos femeninos que producen, así, una poderosa invocación a los espíritus.

Si un espectro es también una pose, es decir, deviene en una forma de agencia femenina hacia la norma patriarcal29, estos cuerpos espectrales se disuelven, encarnando en espíritus de otros, situándose más allá de los binarios masculino-femenino, fenómeno que se materializará, a veces, en la escritura y en firmas difíciles de localizar. Así como los límites entre el cuerpo y el espíritu se van difuminando, ocurre también entre los sexos, cuerpos femeninos o masculinos se vuelven indeterminados para recibir al espíritu de manera que este hable a través de ellos.

El actuar de estas mujeres espiritistas supuso en su momento la propuesta de una forma de vida alternativa en el contexto de una sociedad patriarcal, una comunidad afectiva y experimental que permite leer el entrelazamiento entre los roles de género, la historia cultural, la religión y las nuevas ciencias que proliferaron en el fin de siglo. Si volvemos a la fuente del espiritismo, Allan Kardec, veremos que fue una preocupación el hecho de que el espíritu encarne indistintamente de su género biológico, tema recogido en el Libro de los espíritus:

¿Puede el espíritu que anima el cuerpo del hombre, animar, en una nueva existencia, el de una mujer, i recíprocamente? ‘Sí, los mismos Espíritus animan a hombres i mujeres’ […] Los Espíritus pueden encarnarse como hombres o mujeres, puesto que no tienen sexos. (60)30

En cierto modo, podemos afirmar que el espiritismo propició una lectura del cuerpo y del espíritu, más allá de los géneros y de las categorías sexuales impuestas, análisis que hoy podríamos extender hacia los conceptos de la performatividad del género y la materialidad del sexo (Butler, 1993), que permitirán configurar o reformular nuevos modos de leer estos cuerpos.

Así, corporalidad, autoría y escrituras se mezclan, se confunden entre lo nombrado y lo innombrado, entre cuerpo, materia y espíritu, que es aquello que queda del cuerpo descarnado, como dicen los espiritistas o bien desmaterializado, sin embargo materializado en escritura y en discusiones plasmadas en este tipo de publicaciones periódicas. Pensar en el posicionamiento de estas mujeres en la sociedad de comienzos del siglo XX, implica una perspectiva que recoja sus subjetividades, que poco a poco adquieren una presencia más real en la vida pública y civil. En este sentido, será fundamental su presencia en la prensa especializada como la espiritista y teosófica y luego la magazinesca, las que sin duda contribuirán a difuminar y a poner en red ciertas demandas como las del voto femenino y su participación política. De este modo, un sujeto espectral alternativo se configurará, a partir de estos textos y apariciones, lo que he llamado archivo espectral femenino. Esta idea permitirá leer el momento particular de este contexto histórico espiritista-teosófico al estudiarlo desde el afecto, tomando en cuenta las distintas dimensiones que adquiere el archivo, al observarlo desde la óptica de la historia, de la perspectiva de género, o bien, desde el estudio de los llamados esoterismos occidentales y su difuminación en América Latina y en Chile. Este archivo, por tanto dará cuenta de un “efecto de múltiples formas de contacto” (Ahmed 20).

Asimismo, se compone de una red espectral de lectoras, practicantes, médiums y estudiosas del espiritismo, trama de la que participaron numerosas mujeres, pero que es aún espectral, en la medida en que paulatinamente aparecerán como presencias, firmas y nombres propios.

Si bien el publicar en revistas espiritistas no constituía un acto político de posicionamiento deliberado de la mujer en su trayectoria por ingresar en el campo cultural e intelectual de la época, podríamos afirmar que el rol de propagar y defender la práctica espiritista y luego las enseñanzas de la teosofía, sitúan a la prensa del espíritu en un espacio simbólico, pero fundamental para leer estas comunidades de amistades y afectos. Así, desde las ausencias femeninas en esta prensa del espíritu, podemos leer la poderosa presencia al apelar o acudir al llamado del espíritu, escribir sobre estos saberes, cuestionarlos, o incluso al situarnos en la complejidad de la autoría, a partir del acto performático de la pluma de un señor que prefiere un nombre femenino. Todos los ejemplos aquí ilustrados, de una u otra forma, refieren a modos de vida alternativos que el espiritismo y otras gnosis ayudaron a configurar. Así este archivo espectral va tomando forma, para estudiar el rol de estas mujeres que pasarán lentamente del estatus de observadoras, espectadoras de los fenómenos, hasta ser protagonistas, autoras, o directoras de medios de publicación periódica en torno al espiritismo y, más tarde, la teosofía.

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¿A dónde vamos? Revista mensual de Estudios Psicológicos. Órgano del Centro Eduardo de la Barra. Santiago: El Centro, 1902-1905.

Sophia /Sociedad Teosófica. Santiago: La Sociedad, 1902-1904.

La Voz de los Muertos. Hoja Espiritista. Santiago: Imprenta Estela, 1907-1909.

Revista de Estudios Psíquicos. Órgano del Centro de Estudios Psíquicos de Valparaíso y del Centro Eduardo de la Barra de Santiago. Valparaíso: El Centro, 1905-1919.

Revista de Estudios Espiritistas Morales i Científicos. Órgano del Centro Espiritista de Santiago: 1874-1877.


  1. 1 Esta investigación forma parte del proyecto Fondecyt regular 1230216, “Espiritismo como agencia artística, afectiva y feminista. Chile fines siglo XIX-siglo XX”, del cual soy investigadora responsable.

  2. 2 En esta línea se inscribe el trabajo de Anne Braude, quien afirma: “Not all feminists were Spiritualists, but all Spiritualists advocated woman’s rights, and women were in fact equeal to men within Spiritualist practice, polity and ideology” (3).

  3. 3 Así lo consigna Manuel Vicuña en Voces de ultratumba. Historia del espiritismo en Chile, quien señala que los servicios de la famosa médium italiana Eusapia Palladino fueron solicitados en Roma, Varsovia, Cambridge, San Petersburgo, París, despertando el interés de varios intelectuales europeos en torno al año 1900, entre ellos Cesar Lombroso, Gustave Le Bon, Henri Bergson, etc. (88).

  4. 4 La Voz de los Muertos, así como algunas de las publicaciones periódicas en torno al espiritismo aquí citadas se encuentran digitalizadas en la entrada “Mujeres y espiritismo” en Memoria Chilena.

  5. 5 Hay que notar, sin embargo, que para hombres y mujeres, fue difícil ser asociados a la práctica espiritista (ya fuera por la oposición de la Iglesia o porque algunos cultores fueron políticos o personajes públicos), por lo que muchas veces recurrieron a seudónimos, anagramas, iniciales o siglas para firmar, hecho que, sin embargo, tuvo mayor prevalencia en las autorías femeninas.

  6. 6 Cabe señalar que el mismo Chaves sostiene que en la antología de Isis modernista, no hay presencia femenina: “no por discriminación de sexo sino por escasez literaria sobre el tema, en este género particular del ensayo o el artículo” (61). Sin embargo, nombra los ensayos de Ángeles Vicente, Gabriela Mistral, Amalia Domingo Soler y la teósofa costarricense María Fernández de Tinoco y la guatemalteca María Cruz. Algunos de ellos los habría conocido solo una vez terminado el volumen, otros son más bien relatos o literatura de viaje.

  7. 7 De Mistral en esta línea es fundamental el ensayo “Algo más sobre el caso de Krishnamurti”, publicado en La Nación de Buenos Aires, el 31 de agosto de 1930. Conocido es el interés y la práctica de Mistral de la teosofía, de hecho, ella habría pertenecido a la Logia Destellos de Antofagasta, durante su paso por esa ciudad entre 1911 y 1913. En ese contexto envía sus colaboraciones a la revista Teosófica Nueva Luz con los poemas “El himno del árbol” (diciembre de 1913) y “La charca” (marzo de 1914). Años más tarde, en la revista española El Loto Blanco: Revista Teosófica, órgano de relación entre los teósofos españoles e hispanoamericanos (Barcelona), publicará la “Oración del estudiante a la Gracia” (381) en el número del mes de agosto de 1925 y en el número de septiembre de 1929 el texto “El placer de servir”.

  8. 8 Según Chaves “la teosofía que dominó en España y América Latina es la llamada neoteosofía, o teosofía de la segunda generación, la de Besant y Leadbeater, no la original de Blavatsky, sino otra por ellos modificada, neocristiana y krishnamurtiana” (57).

  9. 9 Acerca de la relación entre espiritismo y mujeres en América Latina, tema poco estudiado a la fecha, resulta de gran relevancia el siguiente libro El iris de paz: el espiritismo y la mujer en Puerto Rico 1900-1905 de Nancy Herzig Shannon.

  10. 10 Nota publicada en la sección “Crónica literaria” en El Mercurio luego de la muerte de Iris, el 16 de enero de 1949.

  11. 11 En Memoria Chilena, en la entrada “El espiritismo en Chile”, se señala que “la Iglesia Católica rechazó al espiritismo por considerarlo una ‘obra del demonio’”, “Conferencias entre los espiritistas i los jesuitas en el colegio de San Ignacio”, junio 19 de 1876.

  12. 12 Además de publicar en la Revista de Valparaíso, Regina Uribe publicó en La brisa de Chile (1875-1876) y en La Mujer (1877) y Ángela Uribe en El taller ilustrado (1885-1889), con su nombre de casada, Ángela Uribe de Alcalde. Esta información fue extraída de la entrada “Ángela Uribe Orrego y Regina Uribe Orrego en la Revista de Valparaíso” publicada en el sitio de Memoria Chilena.

  13. 13 De acuerdo con mis pesquisas, recabadas luego de investigar el diario privado de las sesiones espiritistas del círculo de Victoria Subercaseaux, la señora, que oficia como médium, corresponde a Vitalia Heen, mujer de Gustavo Valledor, poeta y asociado a la Revolución balmacedista de 1891. Heen, además de médium, fue secretaria y tesorera de la Cruz Roja chilena.

  14. 14 Agradezco enormemente a Armando Roa Vial, quien facilitó este diario, que conserva en su biblioteca personal.

  15. 15 En el capítulo de mi autoría, he analizado el rol de los afectos y del cuerpo en la diseminación del espiritismo en Chile, a partir del caso de las hermanas Morla.

  16. 16 Graciela Batticuore, La mujer romántica: lectoras, autoras y escritores en la Argentina, 1830-1870.

  17. 17 En Memoria Chilena en la entrada “El espiritismo en Chile” se señala: “la Iglesia católica rechazó al espiritismo por considerarlo una ‘obra del demonio’”, en “Conferencias entre los espiritistas i los jesuitas en el colegio de San Ignacio”, junio 19 de 1876.

  18. 18 Publicada el 1 de noviembre de 1901, en la sección “A mis lectores” donde se anuncia que esta revista reemplaza a la desaparecida El Espiritualista de Valparaíso. La nota editorial es firmada por Carolina Farwell.

  19. 19 La carta está fechada en el año 47 de la Religión de la Humanidad, doctrina que proponía un calendario alternativo, en el que además cada mes tenía el nombre de algún personaje ilustre, de hecho, esta carta está firmada del siguiente modo: “Juan Enrique Lagarrigue (Avenida del Brasil, 36) nacido en Valparaíso, el 28 de enero de 1852. Santiago, 3 de Dante de 47 (1) (18 de julio de 1901)”.

  20. 20 Urzúa publica después en La Palanca en 1908. Medio de prensa del feminismo obrero de la Asociación de Costureras, el artículo “La mujer”, año I, n.º 4, agosto de 1908.

  21. 21 Sin embargo, no hay que olvidar lo que plantea Alone sobre Iris en “Crónica literaria” de El Mercurio, 16 de enero de 1949: “‘Hacia el oriente’ primer libro de la señora Echeverría de Larraín se publicó sin firma ni seudónimo” (3), publicado de manera anónima en 1904. De hecho, no será hasta 1910, con la publicación de cuatro de sus libros, cuando la autora inaugure el uso de su seudónimo, Iris, estos son: Tierra virgen, Perfiles vagos, Emociones teatrales y Hojas caídas.

  22. 22 La condición de la androginia es un rasgo explorado ampliamente por la teosofía y por el cristianismo rosacruz.

  23. 23 Pedro Pablo Figueroa es el autor de Reseña histórica de la literatura chilena y del Diccionario Biográfico de Chile (1885).

  24. 24 Esta aseveración aparece en una nota el pie de la Historia de la vida privada en Chile, tomo 2, El Chile moderno, editado por Cristián Gazmuri y Rafael Sagredo.

  25. 25 Iris es también el nombre de uno de los espíritus protagonistas del famoso libro espiritista, Memorias de un espíritu ¡Te perdono! Comunicaciones obtenidas por el médium parlante del Centro Espiritista “La Buena Nueva” de la ex-villa de Gracia (1904), de la famosa espiritista española Amalia Domingo Soler.

  26. 26 Agradezco a mi ayudante de investigación Aybiana Rodríguez por este hallazgo en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Chile.

  27. 27 Huguet habría tenido correspondencia con la Sociedad Teosófica Universal, ya que es mencionada en la revista del movimiento universal, siendo la logia Arundhati reconocida por su directora, Annie Besant, por lo que habría correspondencia, es decir, una red con el movimiento universal, como se consigna en la Revista Nueva Luz.

  28. 28 Asimismo, la revista de Barcelona, La Luz del Porvenir. Mensuario ecléctico de propaganda espírita y filosófica, fundada por Amalia Domingo Soler, estaría conectada con la Revista de Estudios Psicológicos de Valparaíso como lo consigna el n.º 42 de esta publicación periódica en su página 7. Esta información ha sido obtenida gracias a la investigación realizada en la Biblioteca Nacional de Cataluña y en el CDMH de Salamanca durante julio y agosto de 2024 en el marco de este proyecto.

  29. 29 “el espectro es una incorporación paradójica, el devenir-cuerpo, una cierta forma fenoménica y carnal del espíritu. Se convierte, más bien, en una ‘cosa’ que sigue siendo difícil de nombrar: ni alma ni cuerpo, y uno y otro” (5), señala Jacques Derrida en Espectros de Marx.

  30. 30 El número de páginas corresponde a la primera edición chilena de 1862, disponible para su descarga en Memoria Chilena.