Revista de Humanidades N.º 51: 243-271 ISSN: 07170491 • DOI: 10.53382/issn.2452-445X.876
Cambiar de sexo a voluntad
Ciencia y ficción en la revista Hijo Mío..! (1936-1939)
Sex change at will
Science and fiction in the magazine Hijo Mío..! (1936-1939)
Silvana Darré Otero
ORCID: 0000-0003-0173-1414
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso)
Av. 8 de octubre 2882 (11600), Montevideo, Uruguay
Resumen
El artículo analiza el tratamiento dado a la determinación del sexo en la revista Hijo mío..!, una publicación conservadora destinada a orientar a padres y madres, publicada entre 1936 y 1939. La revista editada en Argentina tuvo una distribución regional. El análisis documental se enfoca en tres dimensiones: las teorías científicas en circulación, la experimentación sin barreras que promovía el campo de la endocrinología y el margen de incertidumbre siempre abierto a la imaginación y a la ficción. El optimismo científico de corte positivista y las ideas eugenésicas de ese período promueven una ruptura en la concepción del dimorfismo y las jerarquías sexuales hegemónicas, que resulta original y transgresora en una publicación dirigida a padres y madres de familia.
Palabras clave: cambios de sexo, saber, Revista Hijo Mío...!
Abstract
The article discusses the treatment given to sex determination in the magazine Hijo mío...!, a publication inspired by traditional ideas designed to guide parents, published between 1936 and 1939 in Argentina and distributed regionally. The documentary analysis focuses on three intertwining dimensions of the problem: the scientific theories in circulation, the experimentation without barriers that was being promoted in the field of endocrinology, and the margin of uncertainty always open for imagination and fiction. The scientific optimism, together with the eugenic ideas of that period, promote a rupture in the conception of dimorphism and hegemonic sexual hierarchies, which seems original and transgressive for a publication aimed at family parents in that moment.
Keywords: sex changes, knowledge, Hijo Mío..! magazine.
Recibido: 28/03/2024 Aceptado: 25/07/2024
Puntos de partida1
Hijo Mío..! La Revista de los padres para orientar y educar a sus hijos, se editó en Buenos Aires entre abril de 1936 a septiembre de 19392 y tuvo una amplia difusión en la Argentina y en otros países de la región, como es el caso de Uruguay. Fue fundada por Arturo León López –decano de la Facultad de Servicio Social–, el mismo editor de la revista Viva cien años, que contó también con una importante difusión (tiradas de treinta mil ejemplares) y se editó entre 1934 y 1949. Ambas revistas en colecciones completas y encuadernadas se conservan en archivos públicos en el Uruguay. El período de publicación resulta interesante por el crecimiento de la industria editorial de esos años y la recepción internacional de dichas colecciones en el Uruguay.
Uno de los puntos centrales de esta comunicación consiste en analizar qué se selecciona y cómo se transmite el saber científico disponible sobre la determinación del sexo y la posibilidad de cambiarlo, en una revista conservadora dirigida a educar a las madres. El título de esta comunicación reproduce justamente uno de los títulos y fue el que motivó la escritura de este texto. ¿Qué contexto científico, político, social, hace posible que una publicación conservadora como la mayoría de su tipo, reflexione sobre la posibilidad de cambiar de sexo a voluntad?
Si bien la revista se anuncia como publicación dirigida a padres y madres, el foco estaría en las madres en cuanto lectoras y públicos, en la medida que la crianza y los cuidados han sido históricamente un asunto de mujeres. El estudio de la revista Hijo Mío..! permite pensar algunas líneas de continuidad con los temas del presente, al mismo tiempo que dimensionan el formidable recorrido de las sociedades globalizadas en términos científicos, tecnológicos y filosóficos a lo largo de las últimas décadas.
Sobre las primeras décadas del siglo XX y a propósito de la configuración de escenarios marcados por la convergencia de problemas políticos, sociales, demográficos y teorías científicas, destacamos algunos antecedentes relevantes. La literatura emblemática sobre las controversias sobre la génesis del individuo, las teorías como el organicismo, el vitalismo y el mecanicismo, que venían en disputa desde el siglo XIX se dieron cita en el campo de embriología en la década de 1930 (Haraway 73, 160, 277). El descubrimiento de las secreciones internas en 1905, luego denominadas hormonas, así como la aparición del término ‘gen’ en 1909, entre otros acontecimientos científicos, facilitaron un optimismo sin límites en el campo de la endocrinología y en la naciente genética (Eraso 803; Fox Keller 6). Mucho de ese optimismo puede observarse en las notas de divulgación que que fueron analizadas.
Tanto Haraway como Fox Keller han teorizado sobre el valor de las metáforas y las analogías en el pensamiento científico y la dificultad que presentan los sistemas biológicos complejos para ser representados y comprendidos incluso en la actualidad. Entonces, problemas como el poder organizador de las hormonas, el peso de los procesos físicos, químicos y ambientales en el desarrollo del embrión fueron puestos en diálogo con debates como los de la epigénesis y la preformación. Estos debates o controversias estuvieron acompañados de multiplicidad de experimentos, injertos y trasplantes entre diferentes especies que se realizaron con salamandras, ranas, pollitos, cobayos y erizos de mar (Haraway 43, 61, 109), pero también en seres humanos como lo han analizado Yolanda Eraso y Rustoyburu para Argentina y Marcelo Sánchez Delgado en Chile. La conformación de campos científicos coincidió con la emergencia de la biotipología y una naciente red de instituciones, prácticas y discursos fundados en la eugenesia.
No es el propósito de este texto abordar los debates sobre los alcances o las formas de apropiación que tuvo la corriente de la eugenesia en Argentina3 y la región, que han sido largamente trabajados por Nancy Stepan (1986, 1991), Vallejo y Miranda (2004, 2007), Miranda (2005), Vallejo (2018). Como explica uno de los referentes en el tema, “se ha hablado de eugenesia anglosajona o latina, positiva o negativa, blanda o dura, ambientalista o genetista, preventiva o selectiva” (Armus 151), pero a los efectos de este artículo interesa la eugenesia como conjunto de discursos y prácticas tendientes al control biopolítico de la población a partir de argumentos biológicos, raciales y jerárquicos que buscaron conjurar el azar en la reproducción (Vallejo y Miranda, “Los saberes” 426). La biotipología fundada por Nicola Pende era una disciplina que buscaba medir y clasificar a los individuos a partir de características hereditarias y adquiridas, como la constitución física, las proporciones corporales y la dupla temperamento-carácter. Esas combinaciones permitían clasificar a las personas en biotipos (Eraso 974), por eso la biotipología podría entenderse como un dispositivo orientado a materializar la eugenesia. Como expresa Miranda se trató de una verdadera “hibridación de la Biología con la política” (193) que fue propiciada y sostenida por normativas e instituciones4 y aplicada en los diferentes países con enfoques diversos según las tradiciones y contextos nacionales.
La década del treinta comenzó con el golpe de Estado del general José Uriburu en Argentina, que inicia la llamada década infame por los fraudes electorales. Fue un período marcado por los discursos nacionalistas, una revalorización de las tareas del Estado por la crisis de 1929 y por las preocupaciones demográficas (Cosse 56).
Los censos escolares nacionales de los años 1931 y 1932 mostraron altos porcentajes de población infantil analfabeta y semialfabetizada para la franja de 6 a 13 años en comparación con la población alfabetizada. Las diferencias se acentuaban entre la Capital Federal y las provincias, triplicando estas últimas los porcentajes de analfabetismo (Censo escolar nacional 5 y 29). Por otro lado, la preocupación por la salud y el problema del contagio de enfermedades venéreas, transmisibles a la descendencia se concreta en 1936 con la aprobación de la Ley de Profilaxis de las Enfermedades Venéreas, que impulsó la educación sexual en las escuelas, un tema que se trata en la revista Hijo Mío...!.
Este artículo se escribe desde la perspectiva de los estudios sociales sobre la maternidad con perspectiva de género, que han focalizado el problema de los consejos a las madres en términos de tecnologías de género (De Lauretis 33-69). Esta perspectiva intenta, sobre la base de evidencias, mostrar la forma en que determinados discursos y prácticas no discursivas como las pedagógicas, jurídicas, médicas y del universo psi, han establecido líneas divisorias entre lo apropiado y lo inapropiado en relación con la maternidad en diferentes períodos históricos Entre las autoras y autores clásicos de este campo de conocimiento son importantes las contribuciones que desde diferentes disciplinas han realizado Luc Boltannski, Elisabeth Badinter, Bárbara Eherenreich y Deidree English, Yvonne Knibiehler y Marcela Nari, solo por mencionar referentes significativos para esta perspectiva.
Sin perjuicio de lo anterior, no se trata tanto de pensar en términos de un maternalismo político, en el sentido que le atribuyen autoras como Gisela Bock y Pat Thane (222, 246, 425) en una gran compilación realizada en los años noventa, como procesos y períodos en que la maternidad se convirtió en un asunto de Estado (con las políticas pronatalistas o antinatalistas), sino, más bien, considerar que los asuntos asociados con la maternidad, la crianza y la supervivencia de la población infantil, desde la modernidad europea y su transición latinoamericana hasta hoy, siempre han sido objetos de atención, intervención, regulación y control por un conjunto complejo de dispositivos tecnopolíticos, sociales y científicos. Lo que ha variado son las técnicas y disciplinas por las cuales se regula el sentido de lo apropiado e inapropiado maternal. Esta área de interés necesariamente transversaliza los estudios sobre las familias, las infancias y la historia de los saberes médicos, pediátricos y psicológicos, entre otros. En este último campo aparecen antecedentes específicos sobre la revista y sus contenidos.
Hugo Vezzetti (“Viva” 5-10) tomando como objeto la revista Viva cien años analiza el marco prescriptivo y moral que la caracteriza, puntualizando el carácter optimista que reflejan sus contenidos de divulgación, cuyo eje es la salud. Entre los organismos que auspician (además de los propios de la Argentina) se encuentra el Ministerio de Salud Pública del Uruguay y otros organismos públicos de higiene de Bolivia y Chile, apoyos que evidencian la fortaleza y alcances de su difusión en la región. La salud, como eje de la revista, está asociada con el desarrollo físico, la belleza, el bienestar y la felicidad individual, condiciones a lograr, que sintetizan imaginariamente según el autor el triunfo de la vida sobre la muerte. Este espíritu positivo sobre el futuro, la confianza en el progreso y los avances del conocimiento, son una característica compartida con la revista Hijo Mío..! (parte del mismo proyecto editorial). Sobre el público al que está dirigida el autor expresa:
Se prefigura en sus páginas como un círculo en expansión, sensible a una propuesta “letrada” y que aspira a un saber fundado, moderno, actualizado, sobre un conjunto de temas y que, a la vez, busca mejorar sus condiciones de confort y bienestar y es capaz de sentirse convocado en una empresa de autoeducación y perfeccionamiento físico y moral. (Vezzetti, Viva 5)
Tanto el público de Viva cien años como el de Hijo mío..! se compone de madres y padres de sectores acomodados urbanos, que buscan informarse sobre temas variados. Para Viva cien años, los temas centrales giran en torno a la salud, la educación, las relaciones familiares, el matrimonio y el amor. Los artículos de divulgación amalgaman los nuevos descubrimientos científicos con la moral tradicional, que estipula cómo ser una buena esposa y madre, y cómo criar a los hijos de forma saludable. La revista Hijo mío..!, en cambio, hace foco en temas más específicos, pero desde la misma perspectiva eugenésica, informada, optimista y de moral tradicional. El público destinatario de la revista pertenece y permanece ligado a ese segmento considerado normal en las primeras décadas del siglo y bien diferenciado de las familias desvalidas, aunque en esa década se estaban produciendo cambios en la consideración de la infancia (Cosse 49).
Imagen 1
Solicitud de personal para ventas de la revista Hijo mío...! (captura parcial)
Fuente: Revista Hijo mío..! Núm.2, vol. 1, mayo 1936:124
Como muestra la imagen, el público objetivo de la revista puede ser al mismo tiempo protagonista de una nueva época marcada por el ascenso social y el trabajo digno y honesto de las mujeres modernas. Estilo, modernidad y honradez parecen ser los valores promovidos por la publicación. El texto que acompaña la imagen invita a identificarse con un modelo ejemplar de mujer, que cumple sus obligaciones domésticas y al mismo tiempo trabaja para darse algunos gustos:
Yo tenía que cumplir con mis obligaciones y así lo hacía regularmente. Sin embargo, al cabo del día disponía de varias horas… Como soy ambiciosa y al mismo tiempo me gusta hacer el bien a los demás, estuve buscando –hasta que encontré–, una tarea que me proporciona tales satisfacciones. En efecto, hoy puedo darme ciertos gustos, que antes no me eran posibles, con las ganancias extras que me proporciona difundir ¡Hijo mío..! y Viva cien años, ‘las revistas que se venden solas’. Y además he conquistado entre mis amigas, una situación de importancia y simpatía por la obra de bien social que represento. (Hijo mío...!, 124)
En el texto se destaca la fórmula de compromiso entre la mujer que debe cumplir sus obligaciones, realizar tareas (no trabajo) que la elevan por sobre otras mujeres que deben trabajar por necesidad. Como remate que redondea la idea encontramos el bien público como fin apropiado y la competencia clásica con sus amigas mujeres5.
Ana Briolotti (28-30) analiza la utilización o apropiación que hacen los médicos del saber psicológico para entender el desarrollo infantil considerado normal en la revista Hijo mío..!. De ese modo rescata las concepciones psi que la revista divulga, destacando la magnitud que adquiere la idea del desarrollo afectivo, aun en la diversidad de sentidos y alcances presentes en muchos de los artículos, como la referencia al alma infantil o algunas ideas freudianas como la del inconsciente. Sobre este conjunto heteróclito de saberes divulgados en esos años, y mencionado en la revista, Vezzetti (“Problemas” 11) dirá que traducen una ‘psicología de salón’, formada por una mezcla simplificada de ideas con una dosis de sentido común, basadas en una psicología moral prescriptiva. Cecilia Rustoyburu (119), por su parte, analiza en profundidad las características de la revista y el sentido de los consejos a las madres en un período particular de la Argentina, donde la preocupación por la desnatalidad –y el consiguiente afán pronatalista– converge con los discursos eugenésicos. La autora entiende que los contenidos de los artículos –y la diversidad de fundamentos teóricos y filosóficos– revelan las disputas existentes en el campo psi del período, conclusión que parece muy acertada. No hay que buscar unidad o coherencia donde no la hay ni se presume de ella.
En el horizonte de temas que propone la revista Hijo mío..!, se encuentran artículos referidos a la masturbación, a cómo enseñar a hablar, al nerviosismo infantil, al empleo de la mano izquierda o los baños de sol, entre otros6. En diciembre de 1936 hace aparición una sección muy original titulada “¿Varón o mujer?”, que continúa durante los siguientes cinco meses para luego desaparecer de los contenidos. El autor de los cinco artículos publicados es el Dr. Juan P. González, que dosifica la información en cada número problematizando la diferencia natural entre los sexos o dimorfismo sexual.
Estos artículos se consideran importantes en una publicación educadora y defensora de la moralidad por su carácter transgresor y también por su capacidad para evidenciar las fértiles articulaciones que podían producirse entre diferentes dimensiones del conocimiento. Por un lado, encontramos huellas de las teorías científicas que venían del siglo XIX, por otro, se evidencia un optimismo científico de corte positivista empujado por una experimentación sin barreras en el campo de la endocrinología y, por último, el margen de incertidumbre y desconocimiento que abre las puertas a la imaginación, el deseo y la ficción. El foco del análisis que se propone consiste en profundizar a partir de la sección “Varón o mujer” de la revista Hijo mío..! esas tres dimensiones de sentido que se anudan a propósito del cambio de sexo.
Sobre los puntos de partida, corresponden unas líneas sobre los alcances de este texto. Una historia de las ideas circulantes en términos de consejos a las madres en cierto contexto histórico y social requiere de una empresa colectiva de investigación. Este propósito podría contemplar diferentes niveles de trabajo que pudieran rastrear las teorías y métodos considerados válidos en ese tiempo, los supuestos de partida y el conjunto desperdigado de prácticas desarrolladas en diferentes escenarios. Vezzetti (“Problemas” 12) a propósito del desarrollo de la psicología en Argentina, expresa que una historia posible debería indagar en las cátedras, los laboratorios, las publicaciones, asociaciones profesionales y centros de estudio, sin dejar de ser una historia entre muchas otras. Analizar las ideas, teorías y prácticas existentes en un período sobre el cambio de sexo supondría revisar y analizar las prácticas educativas, los discursos y prácticas de la medicina, del discurso jurídico y moral de la época en que se inscribe, así como las prácticas de los laboratorios que no siempre forman parte de la historia oficial de la medicina o la ciencia. Este artículo se propone contribuir a identificar y caracterizar el tratamiento de un tema salido del canon de la divulgación en temas infantiles, a partir de fuentes muy precisas y limitadas que deberán enriquecerse en el futuro con nuevos documentos.
1. La revista Hijo mío..!
La revista Hijo mío..! se publicó en fascículos coleccionables de frecuencia mensual, que podían ser adquiridos en kioscos o por suscripción. La numeración corrida y la publicación del índice general por tomo, permite establecer un objeto de cultura encuadernable, tal como el que llegó a nuestras manos. El índice general con el que comienza el primer tomo contiene entradas por autoría y por temas, que resultan muy útiles para identificar la orientación de la revista. Siguiendo el orden alfabético, los temas listados son los siguientes: abuelos, accidentes, actividades infantiles, alimentación de los niños, alimentación de la madre, amígdalas, amor a los hijos, atención, baile, baño, baños de sol, bebé, bibliotecas infantiles, biología, cabello, camping, carácter de los niños, castigos, ciencia, cinematógrafo, colonias de vacaciones, columna vertebral, conducta de los niños, crecimiento de las criaturas, cuentos, deberes escolares, deporte, destete, diarrea, dientes, difteria, disciplina, divorcio. Esta colección de asuntos (cuya mención interrumpimos en la letra D), es suficiente para ilustrar el amplio universo de intereses contemplados, que podríamos sintetizar en una primera y rápida clasificación como relativos a la crianza, los afectos, la cultura, los problemas relativos a la salud, la enfermedad y las familias, entre otros.
Hay otros temas relevantes que merecen ser mencionados, omitiendo algunas letras, como las notas referidas a educación sexual, equipo mental, maternidad, paternidad, psicología infantil y puericultura. Se trata de una gran variedad de asuntos que permiten inferir un público lector ávido de información avalada por expertos. Tal como lo prenuncia el título de la revista, se trata de los nuevos descubrimientos o saberes en áreas que hoy podemos ver como disímiles. Todas las notas son firmadas por médicos varones o doctores en derecho, o bien por profesoras mujeres (en su mayoría) o profesores varones. Se trata de una divulgación de consejos para padres y madres fundada en el conocimiento y avalada por personas expertas.
El contenido de la revista (siguiendo el índice de cada ejemplar) se ordena en secciones que no eran fijas, con modificaciones a lo largo del período de su edición. Entre las secciones que se fueron organizando se encuentran: la Editorial, diez o doce temas diversos, “Labores”, “La recreación en el hogar”, “La psicología infantil a través de los grandes escritores”, “Como corregí los defectos de mi hijo”, “Matrimonios prolíficos”, “Vaya al cine con sus chicos”, “Libros para los padres” y “Libros para los niños”.
El apartado “¿Cuál es su duda?” se integra unos meses después de la aparición del primer número y contiene las consultas que realizan las personas adultas, madres y padres en general y las respuestas que reciben del editor. Esta sección es interesante porque, en muchos casos, las preguntas giran en torno a la ubicación más próxima de escuelas técnicas, de carpintería, escuela naval, manualidades y labores, así como los requisitos necesarios para el ingreso de los hijos o hijas de 13 y 14 años a dichas instituciones.
Las consultas provienen de diversas ciudades de Argentina, Uruguay y Chile, lo que permite inferir el alcance regional que tuvo la revista. A continuación, se ilustra un tipo de consulta que aparece en la sección “¿Cuál es su duda” (Hijo mío..! 404)
Ingreso a la Escuela industrial, Jorge A. Fernández, Santa Fe. Pregunta: ¿Qué se necesita para ingresar a la Escuela Industrial de la Nación?
RESPUESTA: En primer lugar, debe rendir el examen de ingreso, para lo cual debe haber aprobado el 6° grado de la escuela primaria nacional o provincial, y tener doce años de edad. Presentar los siguientes documentos: certificado de terminación de estudios, partida de nacimiento, certificado de buena salud […] En la primera quincena del mes de febrero del año venidero puede dirigirse a la Secretaría de la Escuela, Paseo Colón 650, Buenos Aires, donde le facilitarán un formulario con los datos y los requisitos de estampillas fiscales que debe acompañar. (Hijo mío..! 404)
Este tipo de consultas –que demandan información sobre escuelas técnicas y de oficios– puede interpretarse como producto de la expansión del sistema educativo público y las esperanzas de ascenso social que imprimió la educación en esas décadas del siglo XX, así como los intereses amplios del público lector en términos de edades de los hijos e hijas.
Los artículos que forman el núcleo central de cada ejemplar de la revista son breves, no superan las dos páginas. Se incluyen ilustraciones y fotografías que en general identifican a la persona fotografiada. También figuran los créditos de las ilustraciones. Al hacer una clasificación de los contenidos de estos artículos, se puede afirmar que en grandes líneas aluden a la puericultura (parto normal), las enfermedades (difteria, tifus, bronconeumonía, etc.), la seguridad infantil (accidentes), los alimentos (tomate, zanahorias), las etapas de la vida (pubertad de la mujer), el matrimonio (la armonía), los defectos de los hijos, los hábitos, las características de personalidad (el niño tímido, caprichos, los inadaptados), el juego. Se destacan las notas sobre inteligencia, que aparecen en forma reiterada en los distintos números, con diversas pruebas, como la escala de inteligencia de Binet-Simon para que padres y madres pudieran vigilar el desarrollo intelectual de sus retoños.
La revista se distribuyó por varios procedimientos, uno de los cuales fue la suscripción con vendedores puerta a puerta.
Imagen 2
Recibo de suscripción a la revista Hijo mío..! en Montevideo (1937)
Fuente: Donación realizada por la familia Quesada Bartesaghi al archivo del Centro de estudios, documentación e investigación sobre infancias (CEDII)
En el primer aniversario de la revista, la nota editorial repasaba la perspectiva que animaba la iniciativa:
Estimado lector […] en sus páginas no se encontrará nunca la nota pueril e insubstancial. Por el contrario, nuestra preocupación en todo momento ha sido la de brindar un material seleccionado cuidadosamente, con gran acopio de gráficas, resúmenes, estadísticas y fotografías que hacen amena la nota de vulgarización científica o educativa. (Hijo mío..! 7)
La autoría de las notas firmadas por médicos y profesores legitimaban la información publicada, que en general no entraba en detalles ni precisiones conceptuales. En los diferentes números aparecen notas firmadas por médicos y profesores del Uruguay como el prof. Sebastián Morey Otero, el dr. Lisandro Bertereche y la prof. Leonor Hourticou, así como publicidad de artículos de consumo y medicinales de Argentina y Uruguay.
El ideal de infancia y de familia que la publicación proyecta se hace visible en los textos y en las imágenes e ilustraciones, como se muestra a continuación:
Imagen 3
Portada revista Hijo mío..! (mayo 1937)
Fuente: Portada: Siegfried Hagen (segundo premio del concurso de Fritz y Franz)
Revista Hijo mío..! mayo 1937.
La imagen 3 de la portada, está coloreada y tiene relación con una sección publicitaria de la revista auspiciada por una casa de fotografía, que invita a las familias a enviar las fotos de sus hijos e hijas en poses naturales (acontecimiento que pocas veces ocurría). La imagen también muestra y prescribe al niño deseable desde la perspectiva de la revista. Se trata de Siegfried, de aproximadamente cinco años y aspecto saludable. Es un niño lindo, de cabello claro, ojos azules, vestido en forma cuidadosa. Un niño que juega y se comunica con su entorno, como lo indica la mano que señala. Un niño cuyo desarrollo y aspecto general indica el prototipo de lo deseable por cualquier familia. Imágenes similares se reiteran en toda la colección. Se reproducen fotografías de niñas que practican ballet, niños gorditos comiendo trozos de torta, niñas leyendo en generosas bibliotecas, niños disfrazados de pistoleros, padres, madres y abuelos que abrazan a sus criaturas, niñas y niños tocando algún instrumento musical. Aun los enfermos parecen saludables. Las imágenes permiten inferir un modelo de niño y de niña, blanco, de origen europeo, sano, perteneciente a sectores urbanos de condición acomodada con perspectivas de ascenso social. Abunda la imagen prototípica por sobre otras. Son escasos los artículos relativos a niños y niñas con algún tipo de trastorno o problema que está proyectado lejos de la centralidad capitalina.
En esa línea, el artículo “Yo quisiera que fuera igual que los otros chicos” –del dr. Leopoldo K. Wimmer (Hijo Mío..! 162, 163 y 180)– muestra clara y directamente la relación entre las psiconeurosis infantiles y el factor de la herencia, al que se añade el ambiente o medio social, la consanguineidad, la decadencia de la familia que afecta tanto a los “hebreos” e “indios” como a la población cordillerana, o de los “arenales calchaquíes”. Este nudo de ideas hace evidentes la perspectiva clasista y racista presente. La imagen que acompaña a esta nota pertenece a un niño blanco, gordito, que se apoya en una mesa y mira absorto a un pequeño Kink Kong a cuerda.
El conjunto del contenido apunta a orientar hacia los estándares sociales, corporales, actitudinales, comportamentales o afectivos considerados normales. No se observa en grandes líneas espacio para lo incorrecto, inadecuado, sucio o enfermo, salvo alguna excepción. Por ejemplo, no se observa mención a la epidemia de poliomielitis que había comenzado en 1936 en Argentina. Tampoco en los artículos sobre educación sexual, escritos en su mayoría por el dr. Luciano del Carril, aparece en palabras alguna representación de lo temido.
Como excepción a la regla, con el título: “Un film repudiable” en la sección “Vaya al cine con sus chicos” (vol. II, n.° 2 mayo 1937, 129), se pone en cuestión un film de Mae West7, estrenado con el título “Hollywood te llama”, por considerarlo soez e indecente. La nota llamaba la atención a la comisión de censura cinematográfica que había permitido que se estrenara en una de las principales salas de la capital a la vista de las familias.
Es justamente la exclusión de lo no deseable en la revista, la característica que realza de manera especial la existencia de la sección “¿Varón o mujer?”, que si bien no es soez ni se presenta como indecente, puede leerse como transgresora por cuestionar el dimorfismo sexual natural, la determinación biológica y los principios del esencialismo biológico, principios todos paradigmáticos en ese tiempo.
2. Varón o mujer, ciencia y ficción
en un mundo en transformación
Los cinco artículos que se van sucediendo mes a mes, de diciembre de 1936 a abril de 1937, parecen seguir una secuencia planificada y una línea de argumentación definida con anticipación. Esta dosificación parte de un primer artículo que toma por título el nombre mismo de la sección “¿Mujer o varón?” y expone las supersticiones más comunes sobre la determinación del sexo a lo largo de la historia. La fórmula interrogativa del título empieza por hacer alusión al desconocimiento que el padre y la madre tienen del sexo del bebé antes del nacimiento y también al desconocimiento general sobre el problema de la determinación del sexo. Estas supersticiones son expuestas una a una, como un primer paso que permita despejar el problema y dar lugar a la ciencia y sus descubrimientos recientes. Así, el autor comienza describiendo las complejas danzas rituales de las madres en Groenlandia. Si la madre puede ejecutar con precisión la danza ritual será un varón, mientras que, si no lo logra, será una mujer. También el efecto de las fases de la luna en la determinación del sexo. Si la concepción se produce durante un cambio de luna, la criatura será un varón, más aún si es luna llena. De lo contrario será mujer. Siguiendo a los clásicos de la antigüedad, menciona a Aristóteles y sus ideas sobre la concepción del ganado en tiempos de vientos fríos del norte que daban mayor proporción de machos que de hembras. Plinio, otro filósofo antiguo decía que nacía un varón si era engendrado cuando las cabezas de padre y madre estaban dirigidas al norte8.
Juan P. González sostenía en su artículo que esas falsas ideas y supersticiones habían sido tomadas por verdades hasta el siglo XVIII al menos, cuando el médico francés Venette las unificó en una sola teoría. Otro médico francés de la época afirmaba que los varones eran concebidos por la noche, mientras que las mujeres durante el día y otra referencia recomendaba al marido mantener los zapatos puestos durante el coito si quería concebir un varón. El médico Renard proponía que el pensamiento era quien comandaba los actos y, por lo tanto, dependía de los padres y, especialmente, de la madre el sexo de la criatura. Esta última idea sobre la relación directa entre pensamiento de la madre al momento de la concepción y sexo de la criatura alude a la teoría de la impregnación que tuvo gran adherencia entre círculos académicos franceses a fines del siglo XIX y siguió siendo referencia en círculos ilustrados en las dos primeras décadas del siglo XX (Darré, Políticas 82). Expresiones tales como ‘telegonía’, la ‘herencia fraternal’, o la ‘infección del germen’, sinónimos todos de la impregnación, provenían del campo de la biología y la fisiología y eran deudoras de las teorías premendelianas, vitalistas y de las teorías preformativas9. El propio médico mencionado por el dr. Juan P. González, Nicolai Venette, cirujano francés (1602-1698,) es uno de los primeros referentes en la teoría de la impregnación. La impregnación podía ser física o psíquica y fue utilizada como argumento biológico para la defender la castidad de la mujer (Darré 86).
Este primer artículo de la serie nos introduce en dos de las dimensiones que son objeto de reflexión. Por un lado, las supersticiones que circulaban por entonces y que corresponden a los marcos interpretativos disponibles que venían del siglo anterior (vitalismo, teorías preformativas, impregnación) y, por otro, el margen de incertidumbre que promueve la apertura a la imaginación, como se mostrará a continuación.
Luego de hacer un repaso por las supersticiones, el autor de la nota entra en el terreno fértil de las hipótesis, explicando al público lector que después de la guerra, la llamada Gran Guerra, los nacimientos de varones habían superado los nacimientos de mujeres y esto parecía deberse a la mala alimentación de las madres, algo bastante observable en algunos animales. De allí se continúa el razonamiento hasta afirmar que cuando la hembra está bien alimentada, es robusta y sana, sale otra hembra. Por eso se pregunta: “¿No es posible que existan alimentos que favorezcan el nacimiento de varones o mujeres?” (González, “¿Varón o mujer?” 564). Esta pregunta queda abierta a la espera optimista de una ciencia que pueda develar el misterio.
El segundo artículo publicado en enero de 1937 “¿Quién determina el sexo de las criaturas: el padre o la madre?” (656), se pregunta sobre la determinación materna o paterna del sexo de la criatura y avanza en la importancia de los cromosomas, a los que se les atribuye más de lo que pueden dar, pero, al mismo tiempo, enlaza los nuevos descubrimientos con las antiguas ideas de Aristóteles, al afirmar que tenía razón en cierto modo al atribuir al padre la determinación del sexo10.
Las comparaciones con las abejas comienzan un derrotero biotransgresor, no por las comparaciones con otras especies, que eran comunes en esos años, sino por las figuras retóricas utilizadas para explicar a padres y madres de familia los secretos de la reproducción sexual y de la herencia. Llega a afirmar que todos los mamíferos nacen de huevos, solo que en los seres humanos el huevo está dentro de la madre. La mujer empolla durante nueve meses. El espermatozoide tiene la figura de un renacuajo con su cabeza, su cuerpo y su cola, que le permite nadar. Se compara al espermatozoide en su velocidad de nado con el varón que hace natación. La cantidad de espermatozoides en una eyaculación equivale a toda la población de América, 550 millones de habitantes, por entonces: “¡Una cantidad de espermatozoides suficientes para poblar nuevamente las Américas! (657).
Los cromosomas, en su infinita pequeñez parecen concentrar la inconmensurable multiplicidad de los problemas de la herencia. Cabellos, ojos, inteligencia, hábitos, taras físicas y mentales, se transmiten a través de los cromosomas […] Los espermatozoides son portadores de las más diversas particularidades físicas y mentales. El destino de cada hombre se encuentra encerrado en ellos. Tanto si está destinado a ser un santo como un criminal. Un genio o un imbécil en potencia llevan esos pequeños renacuajos afanosos de fecundar. […] Es el padre quien determina el sexo. (González, Quién determina el sexo 657)
Esta cita al seguir la línea argumental cromosómica condensa los principios del determinismo biológico, el problema de la herencia y la biología como determinante de las conductas, como lo propone Ciccia (66), todas ideas de fuerte peso desde el siglo XIX. Pero al final del artículo, en un salto argumental retoma la reproducción de las abejas y la partenogénesis, por la cual las hembras pueden reproducirse sin el macho. Los zánganos constituyen en el artículo la peor versión de un macho, porque son inútiles. La colmena aparece como una metáfora de una sociedad perfectamente organizada en términos funcionales. Cada integrante cumple su rol sin cuestionarlo y quien gobierna es una reina hembra.
El tercer artículo de la saga “¿Por qué razón hay más varones que mujeres?” (718) es particularmente novedoso porque entra de lleno en el espacio de incertidumbre que deja la ciencia y, en ese sentido, es el más imaginativo. Reiterando los títulos en forma de interrogación, se pregunta por qué hay más varones que mujeres. Si bien los cromosomas dan comienzo a los descubrimientos, afirma que, de acuerdo con el último censo realizado en Argentina, había más varones que mujeres. Según un religioso alemán –que no nombra–, nacían por entonces 106 varones por cada 100 mujeres. La explicación dada por el alemán consistía en que era voluntad del creador, en tanto se compensaba la mayor mortalidad de varones.
Juan P. González sigue esa línea de evidencias al constatar que, durante la Gran Guerra habían muerto diez millones de hombres y, una vez terminada la contienda, la proporción de nacimientos de varones había aumentado. Su explicación remite a la sabiduría de la naturaleza y esa idea expresa uno de sus puntos de partida: ‘la naturaleza es sabia’, idea que supone una racionalidad que los seres humanos no siempre advertimos. Tal vez el autor de la nota aluda a la misma entidad teológica que el religioso alemán, pero con otra forma, no podemos aseverarlo. Lo que si es una evidencia es que el aumento de varones en la Argentina no se debió a un aumento de los nacimientos, sino a la migración. De acuerdo con el Censo de 1914 (Tercer censo 130) había en la Argentina 4.227.023 hombres y 3.658.214 mujeres.
La diferencia en la proporción fue explicada por el propio documento como efecto del proceso migratorio, que hizo al país receptor de población masculina joven proveniente de los países europeos, principalmente italianos, españoles y franceses. En su conjunto, representaban algo menos del 30% del total nacional. La proporción de varones migrantes era el doble que la de mujeres en la misma condición.
Retomando las ideas del autor, en el tercer artículo se mencionan otras evidencias suministradas por la propia naturaleza sobre “casos curiosos se conocen de animales mitad machos y mitad hembras” (González 753). A propósito de este caso de hermafroditismo, se hace mención del pinzón real y algunos anfibios que tenían la posibilidad de cambiar de sexo, así como al caso de las bonellias viridis, especie de gusanos marinos, en que la hembra superaba ampliamente las posibilidades físicas del macho y podía elegir el sexo.
El conocimiento disponible permitía hacer inferencias que luego se revelarían falsas, como la idea que afirmaba que los varones heredaban características de los padres y las mujeres de sus madres. Para ilustrar el procedimiento se acompañaba el texto con una gráfica de Mendel.
Al final, se menciona en este artículo al fisiólogo alemán Eugen Steinach (1861-1944) que experimentó en el campo de la endocrinología con ratas hembra, popularizando un tratamiento que se denominó ‘operación de Steinach’, consistente en un tipo de vasectomía como tratamiento para el rejuvenecimiento. Estos tratamientos tuvieron amplia difusión en la región, habilitando prácticas experimentales en el campo de la endocrinología, como trasplantes de glándulas sexuales, opoterapias, injertos e inyecciones, así como el uso de terapias hormonales para el tratamiento de la homosexualidad como lo ha evidenciado para el caso chileno Sánchez Delgado (196).
El optimismo científico y su correlato experimental alude a otra de las dimensiones analizadas, consistente en el efecto que los experimentos de la endocrinología –muy comunes en esos años– produjeron en términos de imaginar lo posible. Cambiar de sexo era una posibilidad que la ciencia estaba explorando. En la medida que constituyen ejemplos de lo contrario, estos artículos de algún modo difieren de las hipótesis de Ciccia sobre la consolidación de un pensamiento determinista en la reafirmación del dimorfismo sexual. Ya sea porque son ejemplos suministrados por la naturaleza sabia, como el pinzón real, o bien los reportados por la ciencia positiva, como los experimentos de cambio de órganos para el caso de las gallinas, gallos y ratones, este artículo revela las amplias fronteras de lo posible en la imaginación colectiva.
El cuarto artículo “¿Pueden producirse a voluntad varones o mujeres?” (792) representa un aumento en la intensidad de los temas, dado que se propone analizar el problema de la modificación de los designios de la naturaleza. Comienza la argumentación con referencias a las supersticiones o al sentido común que acompaña la observación de otras especies, como el tamaño de los huevos de gallina como predictores del sexo. Nuevamente el optimismo de la ciencia dará las respuestas:
La íntima conexión que existe entre la sangre de la madre y la del hijo que se está formando nos dará quizá la clave para dentro de no mucho. Se podría, así con solo examinar la sangre materna, saber el sexo de la criatura. Eso por un lado. Qué decir de algo mucho más importante, aunque un poco lejano todavía: producir, ¿determinar a voluntad el sexo deseado? ¿Será muy difícil? ¿Será posible? ¿Será utópico? (González 792)
El optimismo científico sobre el que coinciden los antecedentes citados da lugar a la ficción. El autor de las notas plantea la posibilidad de determinar en el futuro, con los avances científicos requeridos, el sexo de las personas. Aún no se cuenta con las herramientas, pero, si se manipularan los cromosomas a voluntad, el sueño de hacer primar la voluntad humana por sobre la naturaleza no sería una falta, sino una utopía. Si faltaran mujeres en una sociedad, podrían producirse por medio de la fecundación artificial, si en cambio faltaran hombres, se haría lo necesario para compensarlo. El autor imagina una máquina centrífuga que pueda separar los cromosomas determinantes del sexo, de modo de aislar y luego fertilizar a voluntad para lograr mujeres y varones. La experimentación y la manipulación en animales ya había dado resultados, de modo que solo restaba mantener las esperanzas. Pero a sabiendas de las derivaciones que el tema podía tener, el articulista concluye esta vez que deben ser los propios lectores los que deben decidir sobre el tema.
Sobre el grado de transgresión que proponen estos artículos, teniendo en cuenta el tipo de publicación conservadora destinada a padres y madres sobre la orientación de sus hijos, la ausencia de contenidos inapropiados y la preocupación de las élites por los problemas de la baja natalidad, la siguiente cita resulta elocuente:
En ciertos países hay mayoría de varones sobre mujeres en los nacimientos provenientes de uniones ilegítimas. Eso se explica diciendo que los embarazos de varones se presentan en condiciones mucho más favorables que los de mujeres. Por lo tanto, les resulta a sus madres mucho más fácil interrumpir su gravidez tratándose de una mujer que de un varón y eso explica el número mayor de estos en esas uniones. (González 793)
La mención al aborto sin rodeos morales ni juicios valorativos resulta original por las características de la publicación. El fragmento es además una síntesis perfecta de construcción argumental, que vincula información parcial y normas jurídicas con principios naturales. No se entiende cómo las madres podrían adivinar el sexo que estaba en gestación, o la naturaleza adivinar que se trataba de un vástago ilegítimo.
En el quinto artículo, titulado “¿Puede cambiarse el sexo a voluntad?” (32-33), el autor propone directamente el tema del cambio de sexo: “Curiosísimos casos de hombres que se transformaron en mujeres, y mujeres que se transformaron en hombres han despertado el deseo de imitar a la naturaleza” (32).
Se trata de imitar a la naturaleza, no contrariarla. Es la propia naturaleza la que parece “cambiar su pensamiento” en lo que refiere a las criaturas que crea. En este artículo vuelve a nombrar los experimentos de Steinach que logró obtener ratas que eran machos y hembras a la vez, y otras referencias naturalistas como el caso de una vaca que había cambiado de sexo en forma natural, convirtiéndose en toro por su comportamiento. Otro científico nombrado es M. Sawadoski, que había logrado lo mismo con gallos y gallinas.
El artículo alude también a la atleta británica que ganó varias medallas en lanzamiento de disco y jabalina entre 1924 y 1931 y que una intervención quirúrgica la convirtió en varón unos años después11. Luego del cambio de sexo se casó con su mejor amiga y tuvo tres hijos. Sobre este caso el autor se pregunta si es posible una transformación real y la respuesta que se da a sí mismo es negativa. Estos casos, así como los cambios de sexo producidos en gallinas por medio de la experimentación, no cambian realmente el sexo, que está dado por lo famosos cromosomas, sino que producen seres intermedios que son estériles. Pero no conforme con un cierre tan pesimista, plantea que la ciencia más adelante podrá lograr tales “maravillas”, pero que la clave no está en modificar lo que ya está dado, sino más bien, intentar influir antes del nacimiento.
Como lo exponen las distintas referencias citadas, los discursos eugenésicos12 que venían de fines del siglo XIX y seguirían vigentes en los siguientes años, tuvieron un gran impacto en el pensamiento y en las políticas estatales de esos años. En el marco de esas ideas que se producen escritos como los del dr. Juan P. González, que escapan al tono general de la publicación y transmiten un aire transgresivo. Si bien el autor articula en sus textos una mezcla original de descubrimientos (cromosomas), experimentos en el campo de la endocrinología, teorías (como la mendeliana), evidencias empíricas (algunas totalmente erróneas), la imaginación que prolifera en los márgenes de incertidumbre, lo impulsa a contravenir las grandes certezas aferradas al dimorfismo sexual, la jerarquía entre los sexos y el determinismo biológico. La única certeza que parece inamovible es la naturaleza, que como sabemos, es una construcción de sentido siempre abierta a nuevas interpretaciones.
A modo de cierre
La Revista Hijo mío..! editada en la Argentina y de circulación regional es un buen ejemplo de las tecnologías de género orientadas a la educación de las madres. La expansión de la industria periodística regional hizo posible su circulación por suscripción en el Uruguay. Publicada en fascículos coleccionables y numeración corrida facilitaba su encuadernación y conservación como objeto valioso en las bibliotecas de las familias acomodadas. El índice organizado por temas, secciones y autores permitía identificar de forma precisa el tema de interés.
En un abanico muy amplio de temas, los cinco artículos de la revista Hijo mío..! escritos por el Dr. Juan Pedro González entre diciembre de 1936 y abril de 1937, incluidos en la sección “¿Varón o mujer?”, constituyen un aporte valioso en términos documentales para comprender un tipo de ruptura que se produce en la convergencia de ideas, supuestos y prácticas en los años treinta.
Se trata de artículos claramente encadenados, que siguen una secuencia que va explorando un modelo posible de construcción sexual no necesariamente jerárquica, no determinista y que discute el dimorfismo sexual. Se trata de artículos curiosos (o raros) en una revista conservadora orientada a padres y madres para educar a sus hijos.
El optimismo positivista de la ciencia, las experimentaciones en el campo de la endocrinología y el margen de incertidumbre siempre presente invitan a imaginar una posibilidad de programación sexual no obligada por la naturaleza, sino controlada en el futuro por la ciencia. Parece ser el sueño de la racionalidad extrema que propuso la modernidad y tomó a la eugenesia como musa inspiradora.
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1 Agradezco a Mónica Gluck y Dina Yael sus lecturas atentas al texto. Un reconocimiento especial para la familia Quesada Bartesaghi que donó colecciones completas de varias revistas de la época orientadas a la educación de las madres al Centro de Estudios, Documentación e Investigación sobre Infancias (CEDII , FLACSO, Uruguay).
2 En su último número la revista se despide de sus lectores anunciando que a partir del mes siguiente “los conocimientos sobre puericultura y educación moderna” formarán parte de la revista Viva cien años. Hijo Mío..!, vol. 4, 375.
3 Gustavo Vallejo y Marisa Miranda en Políticas del cuerpo: estrategias modernas de normalización del individuo y la sociedad, reúnen varios artículos que analizan las formas de apropiación de la eugenesia en países de ascendencia latina.
4 Instituciones, y congresos sobre eugenesia y biotipología se realizaron en los años treinta. En 1932 se fundó la Asociación Argentina de Biotipología, Eugenesia y Medicina Social que resultó una institución muy activa. También se fundó el Instituto de Biotipología y la Escuela Politécnica de Biotipología y Asuntos Afines (Eraso, 802).
5 Sobre las formas de construcción de la mujer moderna en las revistas de amplia difusión en Argentina se puede consultar el texto de María Paula Bontempo, “El cuerpo de la mujer moderna. La construcción de la feminidad en las revistas de la Editorial Atlántida, 1918-1933” .
6 A propósito de la emergencia de nuevos campos profesionales, la biotipología y la divulgación de los estándares corporales a través de publicaciones periódicas en esos años, pueden consultarse Scharagrodsky (2017, 2018).
7 La actriz Mae West fue una estrella de los años treinta, tan escandalosa y transgresora como inteligente en el armado de sus propios guiones. Protagonizó comedias donde representó el papel de mujer seductora, autónoma y dueña de su destino. Posiblemente el film en cuestión sea Go west young man estrenado en 1936 en los Estados Unidos.
8 Una obra exhaustiva sobre las concepciones sobre el sexo y el cuerpo a lo largo de la historia es la de Thomas Laqueur, La construcción del sexo. Cuerpo y género desde los griegos hasta Freud.
9 Las teorías premendelianas desconocían las leyes de la herencia, las teorías vitalistas originadas en el siglo XVIII explican la vida a partir de la existencia de una fuerza vital inmaterial como razón última de la vida. Las teorías preformativas que vienen de la antigüedad, sostenían que el ser estaba ya formado desde el embrión y que solo necesitaba crecer.
10 Para profundizar en el uso de los tratamientos hormonales y el valor de las hormonas en las primeras décadas del siglo XX se puede consultar el libro coordinado por Cecilia Rustoyburu y Yolanda Eraso, Cuerpos hormonales: intersecciones entre laboratorio, clínica y sociedad.
11 Seguramente se refiere a la atleta Mary Edith Louise Weston que en 1936 se sometió a dos intervenciones y pasó a ser un varón.
12 Francis Galton, primo de Charles Darwin creó el término eugenesia en 1883 para aludir al mejoramiento de la especie. Seleccionando los mejores caracteres de los individuos, a través de la reproducción y la herencia, podría mejorarse la humanidad.