Reseña

El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo

Javiera Ramírez Fuentes
Universidad Andrés Bello, Chile

El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo

Revista de Humanidades, núm. 39, pp. 407-410, 2019

Universidad Nacional Andrés Bello

Silvia Federici Silvia. El patriarcado del salario. 2018. Madrid. Traficantes de sueños. 128pp.. -

El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo (2018) de Silvia Federici es la última entrega en español de la autora ítaloestadounidense. Este libro corresponde a la recopilación de una conferencia y tres ensayos producidos entre el 2014 y el 2017 cuyo punto de encuentro es una crítica y rescate sobre diferentes planteamientos marxistas. La propuesta es un feminismo que se plantee desde Marx pero que no se detenga ahí, sino que se lo utiliza como plataforma de despegue para generar otros tipos de reflexiones sobre el pasado, presente y futuro de la historia misma.

Antes de entrar en la especificación de los conceptos de Marx que la autora rescata, es necesario entender que el feminismo planteado por Federici corresponde a un “movimiento de liberación y de cambio social, no solo para las mujeres sino para toda la sociedad” (11). Su objetivo es la abolición de las divisiones basadas en raza, género, edad, clase u otras segmentaciones creadas y mantenidas por la reproducción de los valores capitalistas. No estamos hablando de una lucha entre géneros o razas, sino de una lucha contra las opresiones del machismo o el racismo, entre otras. Por lo tanto, es necesario entender que el acercamiento de la autora a Marx es desde el rescate y la crítica constructiva. El feminismo necesita de lo propuesto por Marx y, al mismo tiempo necesita deconstruirlo, este es el ejercicio por excelencia del movimiento feminista, develar aquello que está oculto en las naturalizaciones sociales, incluso –o especialmente– en las ideologías detrás de ellas.

Ahora bien, cuando decimos que la autora hace el llamado a recuperar lo útil de Marx, específicamente hablamos de la historia como

proceso de lucha, de lucha de clases, de lucha de los seres humanos por liberarse de la explotación. No se puede estudiar la historia desde el punto de vista de un sujeto universal, único… Una visión universalizante de la sociedad, del cambio social, desde un sujeto único, termina reproduciendo la visión de las clases dominantes. (12)

Ella entiende el concepto de naturaleza humana como resultado de las relaciones sociales, es decir, como producto de la práctica social. En estos términos lo planteado por Marx, y recuperado a través de la lectura feminista por Federici, también dialoga con el concepto de género performativo de Judith Butler. Todo esto, si pensamos que las naturalizaciones en las relaciones sociales se pueden fracturar porque en cada una de las reproducciones del sistema existe la posibilidad de renegociación con el mismo.

Federici rescata la relación entre teoría y práctica la que no “nace de la mente de una persona, del pensamiento en sí mismo, de la nada. Nace del intercambio social, de la práctica social, y en un proceso de cambio” (12). Asimismo recoge el concepto de trabajo humano, lo que para ambos autores se presenta como “la fuente de la acumulación capitalista” (12), cabe agregar que se hace una recuperación más general del concepto de capitalismo, la autora entiende que las formas de manifestación y acumulación de la sociedades capitalistas han evolucionado desde el contexto de enunciación de Marx.

Además, debemos tener siempre en consideración que la visión del capitalismo industrial (sumado al progreso tecnológico) como etapa necesaria para la emancipación de la humanidad y la construcción de una sociedad comunista es fuertemente rechazado por Federici y el movimiento feminista-marxista que propone, su crítica fundamental a Marx es que

obvió problemáticas luego cruciales en la teoría y la práctica feminista: toda la esfera de las actividades centrales para la reproducción de nuestra vida, como el trabajo doméstico, la sexualidad, la procreación; de hecho, no analizó la forma específica de explotación de las mujeres en la sociedad capitalista moderna. (13)

Desde ese vacío teórico del punto de vista marxista, configurado a partir del trabajador industrial asalariado, es que la autora propone una nueva mirada. En esta reconoce el trabajo reproductivo como el núcleo sobre el que se sostiene el funcionamiento de la sociedad capitalista. Expone fuertemente la importancia del salario como herramienta de poder y la configuración de la familia proletaria como constructo social y no natural de la historia.

Por medio de una revisión histórica, la autora postula al trabajo doméstico y la construcción de la familia proletaria como los pilares principales de la producción capitalista. Entendiendo que

aunque no se traduce en un salario para nosotras, producimos ni más ni menos que el producto más precioso que puede aparecer en el mercado capitalista: la fuerza de trabajo. El trabajo doméstico es mucho más que la limpieza de la casa. Es servir a los que ganan el salario, física, emocional y sexualmente, tenerlos listos para el trabajo día a día. (30)

Dentro de estos términos, al hablar de familia proletaria, relata cómo a mediados del siglo XIX se promulgaron diversas leyes e informes por parte de autoridades masculinas que recomendaban el regreso de las mujeres al hogar.

En el contexto industrial la importancia del trabajo reproductivo sumado al contexto de un proletariado debilitado y ad portas del paso de la industria textil al acero, se hacía necesario suministrar un flujo estable de trabajadores capaces de cumplir con el trabajo requerido para esta segunda revolución industrial. ¿La solución? Relegar a la mujer al cuidado del hogar y los trabajadores, de esta forma, proteger el modelo capitalista. Por lo tanto, se disminuye las horas de trabajo a las mujeres y aumenta el sueldo a los hombres, se destierra así al trabajo doméstico a aquellas que, hasta ese entonces, trabajaban codo a codo en las fábricas.

Este recorrido está directamente ligado con el concepto de historia de Marx, mencionado anteriormente. Si entendemos que el trabajo doméstico de las mujeres está lejos de ser un elemento natural que nace del amor e instinto maternal de los sujetos femeninos y, en su defecto, comprendemos la reproducción social subyacente a esta naturalización; somos capaces de ver la historia como lucha constante y, por lo tanto, en construcción. El reconocer la subordinación social como producto de la historia nos hace capaces de modificarla.

A modo de conclusión, entender la importancia de la obra de Silvia Federici El patriarcado del salario se refiere a los despuntes del poder que recaen en la configuración del salario. No estamos hablando solo de una remuneración material para las llamadas “amas de casa”, sino de una relectura del sistema completo. Si desnaturalizamos el rol de la mujer en el espacio doméstico, podemos pensar todo un sistema de relacionarnos basado en una visión del capitalismo como elemento divisor de la humanidad –no como puente hacia el progreso, como lo planteaba Marx–. Este tipo de relecturas y cuestionamientos de las teorías marcan la pauta para las modificaciones de lo cotidiano ya que se articulan desde ahí. Si miramos lo que sucede día a día en la sociedad podemos repensar términos como capitalismo, comunismo, mujer, hombre, negra o todes y, es en este ejercicio, en la llamada “traducción cultural” donde podemos realmente movernos hacia aquella igualdad que, ya entendimos, el capitalismo está lejos de entregarnos.

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