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SODOMÍA EN SADE Y LAMBORGHINI 1

SODOMY IN SADE AND LAMBORGHINI

Claire Mercier
Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile

SODOMÍA EN SADE Y LAMBORGHINI 1

Revista de Humanidades, núm. 36, pp. 179-202, 2017

Universidad Nacional Andrés Bello

Recepción: 13 Abril 2016

Aprobación: 25 Agosto 2016

Resumen: En el caso de Sade, la sodomía reproduce el movimiento de destrucción inherente a la naturaleza, mediante una aniquilación de los cuerpos subalternos, sobre todo femeninos, la cual se enuncia a través de los procedimientos retóricos de la saturación, la cosificación y la consumición. En la obra de Lamborghini, la sodomía, tal como en el sistema sadiano, es una herramienta casi científica de control sobre el cuerpo. Sin embargo, al contrario del Marqués, la sodomía es esencialmente masculina y homosexual. Además, posibilita una inversión de la normatividad heterosexual mediante una transformación genérica de los sujetos pasivos. No obstante, en ambas narrativas, la transgresión sexual llevada a cabo por la sodomía constituye paradójicamente el fundamento violento de un poder de tipo oligárquico.

Palabras clave: Sodomía, Sade, Lamborghini, violencia, transgresión.

Abstract: In Sade’s case, the sodomy reproduces the inherent destructive movement of nature by an annihilation of subaltern bodies, especially females, which is enunciated through the rhetorical processes of saturation, dehumanization and consummation. In Lamborghini novels, sodomy, as in Sade’ system, is an almost scientific instrument of control over the body. However, and contrary to the Marquis, the sodomy in Lamborghini is essentially masculine and homosexual. Moreover, enables an inversion of heterosexual norm by a genre transformation of passive subjects. Still, in both narratives, the sexual transgression carried through sodomy stand paradoxically for the violent fundament of an oligarchical power.

Keywords: Sodomy, Sade, Lamborghini, Violence, Transgression.

1. Introducción: en torno al ano

La genealogía teológica del ano asienta sus raíces en la sodomía. En efecto, la palabra “sodomía” remite a Sodoma, la ciudad destruida por Dios a causa de la perversión de sus habitantes: los sodomitas. Más precisamente, Dios tiene la intención de destruir Sodoma por la magnitud de sus pecados y envía dos ángeles con el fin de comprobar lo anterior. Lot, el sobrino de Abraham, ofrece a los enviados divinos quedarse en su casa. Cuando se encuentran en ella, los hombres de la ciudad piden a Lot conocer a los dos hombres-ángeles. Lot les contesta que pueden obtener, a cambio de su demanda, sus dos hijas vírgenes. No obstante, los hombres de la ciudad no aceptan la oferta. En este momento, los ángeles revelan a Lot que la ciudad será destruida por medio del fuego y le ordenan huir con su familia. Sin embargo, el relato de la destrucción de Sodoma, presente en el “Génesis” (19), es bastante ambiguo con respecto a la naturaleza de la perversión de los habitantes. En especial si se considera la extraña respuesta de Lot a los sodomitas cuando propone sustituir los ángeles por sus hijas. No obstante, ambos elementos están interconectados por medio de una sutileza lingüística, como lo explica Michael Carden en Sodomy: a history of a Christian biblical myth (2004): “What do the men of Sodomwant when they besiege Lot’s house? They demand Lot bring out his guests so that they may ‘know’ them. The Hebrew word in the text . . . can mean, ‘to have sex with’ . . .” (19). En otras palabras, el pecado de Sodoma provendría del hecho que los habitantes quisiesen conocer/tener sexo con los hombres-ángeles. Es decir que la tradición cristiana de penalización de la sodomía y de la correspondiente homofobia radicaría en la ambigüedad de un término y de su traducción. Más específicamente, el pecado de coito anal homosexual se establece a través de las lecturas de este relato bíblico durante la Edad Media (siglo XI),2 como explica Carden:

By the late-medieval period, Sodom is associated with a state of desire, a state of nature, or, more appropriately, a state of anti-nature. The Sodomite is a creature whose same-sex desire expresses a rebellion against both God and the divinely mandated natural order. Same-sex desire is a state of rebellion, for which the only response can be genocidal mass murder. Indeed, same-sex desire is something that warrants the omnicidal sterilizing of the earth. (192-193)

La solución a este atentado en contra del orden divino y de la procreación natural consiste, en el texto bíblico, en una masacre por medio del fuego purificador con el fin de detener el contagio pecaminoso,3 lo que se traducirá literalmente al nivel jurídico y penal.

La naturaleza criminal de la sodomía se establece en torno a tres ejes interconectados: primero, como delito en contra de las leyes divinas. Segundo, en contra de una sexualidad reproductiva, lo que se relaciona con el crimen de la homosexualidad. Tercero, la infamia contra natura que reside en el hecho de transformar, por medio del coito anal homosexual, al cuerpo viril en uno femenino. De este modo, se hace de nuevo presente una confusión entre la sodomía y la homosexualidad. En otros términos, para los legisladores cristianos, las dos prácticas constituyen el mismo delito, lo que se comprueba con respecto al silencio, en esa época, en torno al coito anal heterosexual o en su vertiente lésbica.4 La razón de lo anterior, como lo constata María Jesús Torquemada en su artículo “Homosexualidad femenina y masculina en relación con el delito de sortilegios” (2014), tiene que ver con la relación entre el crimen de sodomía y un problema de tipo político:

. . . la represión de la homosexualidad masculina es una constante presente en todos los textos jurídicos, con aparente olvido en todos ellos del castigo que debería infligírseles a las mujeres homosexuales. Una de las razones que se han aducido para semejante preterición consiste en el hecho puramente fisiológico del desperdicio seminal que se produce en el seno de las relaciones sexuales entre varones, desperdicio que iría en detrimento de su necesario aprovechamiento con vistas a engendrar prole dentro de una sociedad donde la generación de nuevos individuos se consideraba un valor en alza a causa de las grandes mortandades que se producían en periodos de guerra o como consecuencia de epidemias y plagas que diezmaban la población hasta épocas bastante recientes. (88)

Con respecto a lo anterior, aparte de la sentencia de muerte entre las llamas purificadoras de la hoguera, otro castigo penal contra los sodomitas reside en la castración del culpable, para luego entregarle a la autoridad eclesiástica, con el fin de ser encarcelado por separado de los otros detenidos. Si el culpable se encuentra casado, perderá todos sus bienes que pasarán a sus hijos. Por su parte, su matrimonio quedará nulo para que su esposa pueda contraer de nuevo nupcias.5 En resumen, desde un plano teológico-jurídico, la sodomía se vuelve un crimen por su dimensión contra natura, lo que se establece en relación con el tercer problema en torno al ano: la sodomía es una práctica perversa, ya que se opone a una sexualidad reproductiva y por lo tanto natural. De esta manera, los sodomitas y homosexuales son unos seres desviados con respecto a una norma fisiológica y psicológica.

La sodomía, más precisamente la homosexualidad, es considerada como un problema de orden psicológico. Michel Foucault, en el primer tomo de Histoire de la sexualité (1976), explica la evolución histórico-discursiva desde la condena religioso-jurídica de la sodomía en la Edad Media hasta la especificación clínica de la homosexualidad en el siglo XIX mediante la teoría psicoanalítica.6 Es decir, se opera un cambio de visión entre el sujeto jurídico sodomita y la figura del individuo homosexual, entre un pecado y una identidad patológica: “Le sodomite était un relaps, l’homosexuel est maintenant une espèce” (Foucault, Histoire de la sexualité 59). De este modo, según Foucault, se construye, en el siglo XIX y por medio del psicoanálisis, el discurso clínico de la homosexualidad, al contrario del secretismo en torno a la práctica sodomita presente desde la Edad Media hasta el siglo XVIII (Histoire de la sexualité 134). Un ejemplo de discurso médico está presente en Three essays on the theory of sexuality (1905) de Sigmund Freud, para quien la homosexualidad se relaciona con un fenómeno de inhibición del desarrollo normal de la sexualidad y, más precisamente, una inversión del deseo heterosexual (241). En otros términos, la homosexualidad no es realmente un rasgo negativo, sino que una posibilidad de desarrollo sexual. También, Freud se refiere a la homosexualidad masculina en relación con el acto de defecar. Primero, para el niño, la adquisición de la capacidad de defecar se establece como placer sexual —por medio de la estimulación de los esfínteres anales— y la manifestación afectiva de su relación con el entorno: defecar es ofrecer un regalo al mundo. Al contrario, retener las heces es la expresión de la desobediencia del niño, de su rechazo del mundo (Three essays on the theory of sexuality 265-266). En suma, el padre del psicoanálisis reconoce claramente la existencia de un placer sexual anal. Sin embargo, Freud se concentra exclusivamente en el ano como lugar de expulsión de las heces, sin mencionar que puede ser un espacio de recepción del placer en la práctica del coito anal: el elemento “pasivo”.

En definitiva, la sodomía y la homosexualidad han sido consideradas, a través del tiempo, como un problema teológico, político-jurídico, así como psicológico, que apunta a su dimensión contra natural. Es precisamentela discusión en la cual se inserta la narrativa de Donatien Alphonse François de Sade y Osvaldo Lamborghini. Ambos escritores ponen en escena, por medio del constructo ficcional de la sodomía, un discurso de la violencia. Con respecto al “Divino Marqués”, tanto en La philosophie dans le boudoir (1795) y en Histoire de Juliette (1797), como en Les 120 journées de Sodome ou l’école du libertinaje (1904),7 la sodomía es la práctica sexual par excellence de su poética, debido a que reproduce el movimiento de destrucción inherente a la naturaleza. También manifiesta una empresa de aniquilación de los cuerpos, sobre todo femeninos, por medio de los procedimientos retóricos de la saturación, la cosificación y la consumición. En la obra de Lamborghini, La causa justa (1982), El Pibe Barulo (1983) y sobre todo Tadeys (2005), la sodomía, como en el caso de Sade, es una herramienta casi científica de control sobre el cuerpo. Sin embargo, al contrario del Marqués, la sodomía es esencialmente masculina y homosexual. Además, posibilita una inversión de la normatividad heterosexual mediante una transformación genérica de los sujetos pasivos. No obstante, en ambas obras, la transgresión sexual llevada a cabo por la sodomía constituye paradójicamente el fundamento violento de un poder de tipo oligárquico.

2. Sodomía en Sade y Lamborghini

2.1. Masacre natural

Pierre Klossowski, en la segunda versión de Sade my Neighbor, (1967) —más específicamente en “The philosopher-villain”— establece la sodomía como la clave del sistema sadiano con respecto a la transgresióndel orden divino y natural, por medio del contacto entre el semen y los excrementos, que tiene como fin poner un término a la procreación humana: “For Sade, the sodomist act is the supreme form of the transgression . . .” (28). Lo anterior se concretiza a través de los dos niveles de la narrativa de Sade: los discursos filosóficos y las escenas sexuales.

En el sistema filosófico sadiano, la sodomía, en calidad de práctica sexual no reproductiva, se establece como símbolo de la característica destructiva de la naturaleza. De algún modo, esta última, por exceso de poder, se vuelve contra sí misma hasta querer su autodestrucción. Por ejemplo, en el panfleto libertino “Français encore un effort si vous voulez être républicains” (110-153) —insertado en el texto de La philosophie dans le boudoir— se menciona la sodomía y su potencial criminal dada la pérdida del semen procreador. En esta perspectiva, se considera la sodomía como método de control de la población con el fin de salvaguardar el Estado cuando los recursos de un país no son suficientes para alimentar a toda la población. Sin embargo, como siempre, el libertino francés lleva este argumento hacia su extremo, por ejemplo, cuando el personaje deNoirceuil en Histoire de Juliette defiende la necesidad de suprimir una parte de la población debido a sus crecientes aspiraciones revolucionarias (606-607). En otros términos, la sodomía desemboca en la instalación de una tanatopolítica en el momento en el cual la oligarquía aristocrática busca extender su poder a la esfera de la biopolítica. Es lo que ilustra el concepto de inmunización desarrollado por Roberto Esposito en Bíos. Biopolitics and Philosophy (2004), el cual se refiere al hecho de proteger la vida hasta tal punto que este proceso se convierte en una empresa mortífera (116). A pesar de que Esposito use el concepto de inmunización para caracterizar la ideología nazi, este último es totalmente aplicable a la meta de la sodomía en el sistema sadiano:8 una práctica natural que busca paradójicamente la masacre del género humano o, mejor dicho, de los indigentes.

Esta empresa necrófila se encuentra lógicamente puesta en práctica en las escenas sexuales por medio de tres procedimientos. Primero, la saturación, es decir llenar los orificios, ocupar los diferentes lugares del cuerpo. A modo de ilustración, en Les 120 journées de Sodome, se da el caso de la saturación de un cuerpo gracias a la intervención de ocho hombres: “Il emploie huit hommes autour de lui: un dans la bouche, un dans le cul, un sous l’aine droite, un sous la gauche; il en branle un de chaque main; le septième est entre ses cuisses, et le huitième se branle sur son visage” (330). Segundo y en relación con la cita anterior, se reduce metonímicamente el cuerpo a las partes que sirven para el acto sexual, hasta llegar a un proceso de cosificación. Por ejemplo, el cuerpo se reduce a su función sexual, como en el caso de los “fouteurs” de Les 120 journées de Sodome : hombres elegidos por la gran dimensión de su pene con el propósito de servir como sujetos activos durante el coito anal (50). El tercer procedimiento tiene que ver con un fenómeno de consumición. Este último se manifiesta, en primer lugar, a través de la coprofilia, presente en toda la narrativa sadiana, pero que alcanza su mayor expresión en Les 120 journées de Sodome,9 si se toma en cuenta una de las cláusulas del reglamento del castillo de Silling que prohíbe a las víctimas defecar sin previa autorización de uno de los cuatros libertinos. De este modo, se busca un control extremo sobre el cuerpo a través de la regulación de sus necesidades biológicas. En este sentido, tal como lo nota Michel Delon en su artículo “L’obsession anale de Sade” (2010), si el semen ya no sirve para la reproducción, son las heces, consideradas normalmente desechos, las que adquieren un valor erótico (142). Los libertinos se nutren incluso biológicamente del cuerpo de sus víctimas, el cual progresivamente pierde su sustancia interna: el crimen se materializa por un agotamiento orgánico en un ecosistema sádico. Este proceso de consumición del cuerpo se relaciona además con el tema del dinero. Freud, en Character and Anal Erotism (1908), establece una relación entre el interés por la defecación que desaparece progresivamente de la mente del niño y su reemplazo por el dinero (296). También, el psicoanalista austriaco se refiere al sustrato cultural según el cual el oro entregado por el Diablo se transforma, tras su partida, en excrementos (296). De esta manera, en la narrativa de Sade, todo se contabiliza: lo que se come, lo que se roba, lo que se viola, lo que se mata, entre otros.10 Por su parte, el cuerpo parcelado corresponde a una lógica casi capitalista de rendimiento: cada pedazo de carne debe entregar una cierta porción de goce con respecto a una economía libertina aristócrata. Lo mismo ocurre con los excrementos: el cuerpo se convierte en una máquina cuyo rendimiento se mide en términos de producción de heces para nutrir el capital vicioso del libertino. En segundo lugar, el fenómeno de consumición llega a su máxima expresión con el canibalismo. Por ejemplo, en Les 120 journées de Sodome, se procede a la sangradura de Sophie y con su sangre, se hacen prietas o morcillas para el desayuno (340). De algún modo, la narrativa sadiana pone en escena un vampirismo escatológico por medio de la regulación de las necesidades biológicas y la consumición literal del cuerpo.

La visión de la sodomía en la narrativa de Lamborghini se emparenta, en un primer momento, con la del sistema sadiano. En efecto, es la práctica sexual con mayor representación en las obras del escritor argentino. Además, de la misma manera que Sade, se relaciona con procedimientos de saturación del cuerpo, como en la cita de Tadeys que sigue, en la cual se describe a uno de los hombres feminizados por el Doctor Ky: “Una de las chicas, fanática del modelo exuberante, en la lista matinal estipuló cuatro viriles normales que la penetraran uno tras otro a la hora de la siesta, y que la orgía fuera coronada de inmediato por otra penetración, esta vez con una bala de tamaño no menor de treintaicinco centímetros . . .” (91). También, está presente el proceso de cosificación, a través de una reducción del cuerpo de los sujetos masculinos pasivos al ano, si se toma de nuevo en cuenta el procedimiento “científico” por el cual el Doctor Ky pretende convertir a delincuentes en mujeres sumisas:

Con un corte ovalado en los pantalones para que las nalgas permanecieran siempre desnudas ante todas las miradas. También para que en cualquier momento . . . apareciera el bufa con su sonrisa burlona y lo llamara: “Vamos, mariquita 223, ahora te toca”. Habían sido jóvenes pendencieros, ahora esto . . . Con resistencia, la penetración se volvía más brutal: el bufa, un técnico en la materia, en vez de buscar (y abrir con calma) el esfínter del chico, fingía torpeza. Arremetía con furia, con su pene de acero, arremetía a propósito evitando el ano, quebrando así algunos huesos dulces y frágiles, con ese miembro adiestrado en la variante cachiporra y en la modalidad lezna. El jovencito (tal era el dolor) al fin le imploraba que se la metiera.11 (Tadeys 88)

Cabe destacar el número por el cual se identifica a la “mariquita”: el reduccionismo sexual llega a una cosificación del cuerpo y una desintegración de la identidad del sujeto. En este sentido, se pone en escena una destrucción del cuerpo, por ejemplo, el crimen de Pretty Jane, en Las hijas de Hegel (1982), a manos de Al Féizar y por medio de una sodomización que se convierte en un despedazamiento del cuerpo de la prostituta (238). Está además presente la coprofilia, pero sin la importancia que le concede Sade. Uno de los pocos episodios que recurre a esta perversión es el del Conde Marivage de Lamoir en Tadeys, un doble sumiso del libertino sadiano,12 quien posee un “Salón de Cagar” (335): una piscina en la cual el Conde defeca para que luego se proceda a una limpieza anal gracias a la lengua de su mujer. Lo anterior se relaciona con la omnipresencia de la homosexualidad masculina y un cierto menosprecio por el cuerpo femenino, pero en este caso, por el hecho de no tener un pene, tal como lo comenta el sirviente sexual del Conde: “La hembra tiene que entender qué quiere el macho sin que éste se lo diga. Por algo el macho tiene su verga hermosa y la hembra un agujero ridículo” (343).

En suma, la narrativa de Sade y Lamborghini remiten a la sodomía como al acto sexual natural, paradójicamente a través de su característica aniquiladora. No obstante, aparte del episodio paródico del Conde de Lamoir, ya se evidencia una diferencia importante, en la narrativa lamborghiana, en torno a una práctica sodomita esencialmente homosexual y que tiende a convertir el sujeto pasivo en mujer.

2.2. Transgresión de las normas

En la narrativa sadiana, la sodomía se relaciona con un odio por el cuerpo femenino y un rechazo de la penetración vaginal. Por ejemplo, en Les 120 journées de Sodome, Constance se encuentra castigada por el hecho de haber entregado su vagina en vez del ano, por lo que deberá, cada vez que el caso se repita, comer los excrementos de los libertinos (216-217). Esta aversión por el sexo femenino se relación con su capacidad reproductiva. De hecho, Juliette, la heroína revolucionaria de Sade, no duda en abortar cuando se encuentra embarazada de su padre (Histoire de Juliette 648). Además, las libertinas con mayor poder siempre poseen características masculinas, por ejemplo, el tamaño del clítoris que en el mejor de los casos es tal que permite penetrar, como el personaje de La Durand en Histoire de Juliette.13 Es decir que la mujer libertina adquiere valor solamentesi representa un doble masculinizado del libertino. De este modo, la sodomía heterosexual busca convertir el sujeto femenino en uno masculino, pero sin poder masculinizar totalmente la mujer, como lo subraya Roland Barthes en Sade, Fourier, Loyola (1971), a partir de la mención de la paradoja del sistema sadiano que reside en querer des-feminizar el cuerpo de la mujer, pero teniendo en cuenta que representa el lugar par excellence de la transgresión, ya que ofrece la posibilidad de una doble penetración sexual (128). Por eso la sodomía se considera en la narrativa sadiana en su vertiente heterosexual y donde el coito anal homosexual solamente constituye una empresa de denegación del cuerpo femenino. En efecto, Klossowski, en “The philosopher-villain”, explica que la mujer está más apta en acercarse al ideal la transgresión dado que encarna, a lo menos biológicamente, la norma por medio de su capacidad reproductiva. En este sentido, el filósofo francés se refiere al personaje de Juliette que logra reprimir todo deseo materno y convertir su naturaleza de prostituta, sádica, lesbiana y sodomita en una norma (38). Sin embargo, en el caso de la mujer libertina —sin tomar en cuenta el cuerpo destinado a la destrucción de las víctimas—, no se trata realmente de un cuerpo femenino, sino uno truncado, del cual no se quiere considerar su sexo y que se construye en base a la anatomía masculina. Es decir que la sodomía, en la narrativa de Sade, es un simulacro de transgresión, en el sentido de constituir, en un primer momento, un símbolo de la destrucción que lleva a cabo la naturaleza. No obstante, se asiste en realidad a una falsificación de este movimiento transgresivo, a partir de un cuerpo femenino que no puede reivindicar plenamente la meta contra natura de la sexualidad, puesto que se convirtió en un monstruo hermafrodita: no totalmente femenino, ni tampoco masculino. De este modo, la mujer no puede constituir una figura de transgresión dado la perspectiva machista de la narrativa sadiana, lo que tiene como consecuencia una destrucción del cuerpo femenino o, en el mejor de los casos, su transformación semi-masculina. En suma, el sistema sadiano cae en su propia trampa en el momento en el cual la sodomía no logra realmente borrar las diferencias sexuales entre los seres y tampoco materializar plenamente el ideal de destrucción inherente a la naturaleza.

Al contrario, Lamborghini optará por el movimiento inverso: asumir el cuerpo del hombre, por medio de la sodomía, esta vez en su vertiente homosexual y pasiva, como el lugar de la transgresión, hasta transformarlo en uno femenino. Esta transformación genérica se pone en escena, en primer lugar, por medio del leitmotiv del “niño puto”.14 Un ejemplo de lo anterior es el personaje de Seer Tijuán en Tadeys. En la formación sexual del niño Seer, la novela da cuenta de la malicia con la cual su madre logró incitar el desarrollo de la homosexualidad de su hijo por medio de caricias en las nalgas y en el esfínter mientras le bañaba. Por su parte, el padre intenta lo contrario, practicando a su hijo sexo oral mientras duerme, con el fin de que su pene crezca: “Quería que le creciera lo más pronto posible, lo más pronto y bien grande, como les gusta a los culastros, que se deliran con el tamaño glande” (72). Sin embargo, vanos son los esfuerzos del padre de Seer, ya que su madre logra finalmente “convertir” a su hijo en un homosexual pasivo, lo que ella relaciona con la futura ascensión social de Seer: “Tiene modales de niña (a pesar de que su padre es un patán) y te aseguro que llegará lejos. Algún hombre poderoso lo tomará bajo su protección, y él, mi Seer, le entregará a cambio su culito dorado y su boca corazón . . . A mi hijo, porque él es obra mía. Desde que nació y bajo tus propias narices lo eduqué como a una nenita” (71). En efecto, Seer se convertirá en el amante del hombre más potente de la Comarca: el alcalde Dam Vomir. A partir de este episodio, se dibujan las antinomias que fundan la sexualidad en la narrativa de Lamborghini, según el papel del sujeto en el acto sodomita. Si el personaje es activo, es caracterizado por el tamaño de su pene, su naturaleza machista y su posición de poder en la sociedad. Al contrario, si el sujeto es pasivo, la parte valorada de su cuerpo es el ano. Además, este tipo de personaje se feminiza progresivamente en relación con su papel de sometido dentro de las relaciones de poder. Se menciona, a modo de ilustración, al abuelo de Dam Vomir y capitán del ejército, Taxio Vomir, quien, en un delirio causado por su consumo de opio, tiene una relación sexual con Jesús. El capitán describe de la siguiente manera al hijo de Dios:

. . . Un hermoso detalle: se ha depilado a la perfección, como una dama. Un collar de perlas, auténtico, sigue rodeándole el cuello. Su manera de mantenerse de pie es una delicia femenina . . . Con las manos finas y leves, apoyadas en las nalgas que evocan la forma de un durazno . . . Taxio también se desnuda por completo. Transportado como se siente, el miembro casi enorme, con dulzura como sólo puede hacerlo un miembro de gran tamaño, empieza a transformarse, a cobrar cierta forma, sin erguirse hasta su colmo, como si pretendiera mostrarle a la dama que sólo puede entregarle el hoyo, pequeño de por vida como el capullo de la rosa . . . Cristo, Cristo: las continuas depilaciones, quizás a escondidas y desde niño, mientras fingía jugar en el pesebre, le han convertido el pubis en un triángulo de seda. El pene es pequeño. Es el pene de los cuadros, rosado y siempre niño . . . (Tadeys 170-171)

Jesús es caracterizado por sus maneras femeninas adquiridas ya en la infancia, la pequeña dimensión de su pene, en oposición a la importancia dada al ano, las nalgas e incluso un pubis casi femenino. Al revés, el capitán, dotado de un pene de gran dimensión, es una figura machista, símbolo del poder político y, por lo tanto, sodomizará a Cristo. Además, a partir de la genealogía de los gobernantes de nombre Vomir presente en Tadeys, la homosexualidad y sodomía se constituyen como los elementos fundadores del Estado de La Comarca. Es decir que se da a conocer una suerte de contra mundo en el cual una práctica sexual pecaminosa y perversa se establece como norma.

De este modo, Lamborghini se acerca una vez más a la visión sadiana. Sin embargo, esta inversión tiene que ver, a diferencia de Sade, con un cambio genérico que se materializa, en segundo lugar, a través de los procedimientos científicos a partir de los cuales el cuerpo masculino se transforma en uno femenino. En Tadeys, el experimento en el buque-cárcel del Doctor Ky consiste en feminizar a delincuentes por medio de la sodomía:

En cuanto subían a bordo, los convictos eran entregados a bufas especialistas en transformar en damas a los que se creían “demasiado” viriles. En cuanto subían a bordo los sodomizaban. Así constantemente, la primera semana . . . Después, en apariencia, el tratamiento se dulcificaba. Venía la enseñanza de modales femeninos y el complicado aprendizaje de comportarse como lo hacían las señoras. (76)

A partir de este momento, se prohíbe a los delincuentes usar su pene con fines sexuales: su órgano sexual será ahora el ano. En El Pibe Barulo, se va incluso más lejos refiriéndose a la naturaleza homosexual intrínseca de los hombres que se verifica una vez más por el método “científico” de la sodomía:

Los hombres (todos) nacen con cédulas femeninas en El Lugar Cular: imposible hablar de inversión, puesto que en El Lugar Cular de las mujeres las mencionadas cédulas son exactamente iguales . . . el axioma formulado en forma de pregunta ¿Sos loco o te pica el culo? se resolvía averiguando si en los casos masculinos mal llamados homosexuales, invertidos, putos, sodomitas, comilones, pederastas (toda una designatium científica equivocada según el Director), averiguando si las mencionadas cédulas eran excitables o no con relación al semen (masculino). (111)

De esta forma, la diferencia esencial entre los dos autores reside en el hecho de que la sodomía, en Sade, utiliza el cuerpo de las víctimas como materia prima, mientras que, en Lamborghini, este último se transforma genéricamente en uno femenino. De la misma manera, la narrativa sadiana intensifica las leyes aniquiladoras de la naturaleza, pero la lamborghiana las reformula hasta la invención de un cuerpo mutante, como lo expone Gabriel Giorgi en su artículo “Osvaldo Lamborghini: laboratorios de la excepción” (2006):

Las zonas de experimento y ficción en Lamborghini son umbrales donde los cuerpos mutan, se transforman, son intervenidos y exhiben su “hechura”, las tecnologías políticas que los atraviesan —el lenguaje, la primera y la fundamental—; y al mismo tiempo, muestran ese límite donde el cuerpo —partido, abierto, tajeado, torturado, alterado— pierde forma, se abre a un devenir que no es el de un cuerpo formado sino el de una materialidad sin género y sin nombre —una materia, digamos, “meramente biológica”, y al mismo tiempo política, como materia de reinvención y de intervención soberana: el cuerpo como umbral trans de lo vivo. Una “corpografía” (para usar una expresión de Perlongher) donde los cuerpos se vuelven “material” sin composición, anómalo, irreconocible bajo el signo del “cuerpo humano”: materia viviente sin lugar en el orden de los géneros, las especies, sin lugar en la gramática de las identidades. (135)

La sodomía lamborghiana, por medio del experimento, permite transformar biológicamente el cuerpo, proceso que desemboca en una reinvención genérica, así como una inversión de la norma heterosexual. Por ejemplo, si se retoma el ejemplo del Conde de Lamoir, ocurre en este episodio algo impensable para el sistema sadiano: es el sirviente Knut quien manda en la relación amo/esclavo, tal como lo manifiesta la forma mediante la cual el Conde se refiere a Knut mientras este último lo sodomiza: “Si, mi dueño, soy tu puta. Levanto machos para vos. Dame los quince, dame los centímetros, mi Dios” (Tadeys 329). Por lo tanto, al contrario del sistema sadiano, es el personaje símbolo del poder aristocrático quien ocupa sexualmente la posición pasiva. Sin embargo, lo anterior no tiene como consecuencia una inversión de las relaciones de poder. Al contrario, el Conde de Lamoir, aunque sumiso sexualmente, conserva en la narración su dominio social. De este modo, Knut figura un doble de los fouteurs en Les 120 journées de Sodome, es decir que, a pesar de ocupar la posición activa en el coito anal, permanece como sirviente. En otros términos, la sodomía constituye una parodia violenta del orden social, pero sin alterar los fundamentos de un poder aristocrático.

El mismo fenómeno de semi-transgresión sexual se da en el caso del animal sodomita sobre el cual la sociedad de La Comarca funda su poder: el tadey. En efecto, el consumo y comercialización de la carne de este animal es la base de la economía de La Comarca. También, el relato describe el nexo entre el descubrimiento del tadey y el establecimiento de la dinastía de dirigentes políticos de nombre Vomir. En este sentido, desde el punto de vista económico-político, la sodomía del tadey no constituye un problema para el orden social dado que: “. . . hoy un tadey se cotiza en el mercado internacional y la homosexualidad no le importa a nadie: menos cuando se lo equipara al precio de un auto importado de la mejor calidad, a pesar de la iglesia cerril y sus leños” (Tadeys 120). De hecho, el texto comenta que hasta el siglo XVIII, el fervor sodomita del tadey no era una amenaza para la Iglesia: “Ningún prejuicio, entonces, respecto a los tadeys . . . En cuanto a la sodomía, parecía —pero sonaba a blasfemia— que Dios lo hubiera querido así: ‘Ojos de perlas, nalgas de tadey’ era un elogio apasionado para cualquier dama del país, un elogio mayor” (Tadeys 307). Sin embargo, todo cambia en el año 1738, con la aparición de la Obra Magna de Taxio Vomir que describe por primera vez el tadey15 y sus extrañas costumbres sexuales. Luego de la publicación de la obra, el ejército y la iglesia condenan al capitán Vomir a la hoguera y el tadey se convierte en una especie pecaminosa:

El tadeo o tadey se ha convertido en un problema teológico y de Estado, si bien nuestros religiosos no cesan de buscar un medio que permita su exterminio sin contradecir las leyes de Dios. Para ello se aferran a un punto débil de esta plaga que nos resta autoridad en el foro de las naciones. Probada su condición de animal, sus “pecados” por el contrario atentan contra el Poder Divino. Vivimos bajo el terror de un destino seguramente merecido como el de Sodoma. (Tadeys 316)

No obstante, dado que la carne del tadey es la fuente del capital económico de La Comarca, no se puede proceder a la masacre de la especie. La familia Vomir aprovechará la oportunidad para obtener el monopolio de este producto y hacerse dueña del país. Es decir que la nación ficticia de Tadeys se construye en torno a la sodomía. De todos modos, en la obra, se ridiculiza con frecuencia la aversión de la Iglesia por la sodomía, por ejemplo, cuando se refiere a: “La Biblia, el gran libro pornográfico. Todos, todos los libros incestuosos, sodomitas, sádicos” (Tadeys 229). También si se toma en cuenta la historia del exilio del monje Maker en las cuevas del tadey a causa de su traducción de La Biblia: el texto bíblico se transforma en un relato pornográfico dado las características del idioma de La Comarca.16 De esta manera, se describirá la progresiva incorporación del monje a la sociedad del animal sodomita hasta convertirse en el “rompe-culo” del Gran Tadey. Con respecto a la descripción del tadey, ya se mencionó que este animal se caracteriza por su homosexualidad y su inclinación sodomita pasiva:

Fervorosos sodomitas todos los tadeys: todos pasivos, se resignaban a veces y la metían a otro. Prolíficos, no obstante. No tenían épocas de celo las hembras y sólo duraba tres meses el período de gestación. Sodomitas fanáticos los tadeys, sin embargo la cantidad de nacimientos era impresionante . . . Una curiosa relación se daba por establecida respecto al sexo, el día y la noche. Durante el día la hembra era intocable . . . El día era para fornicar y entregarse a las más licenciosas prácticas de ellos (y entre ellos), los machos tadeys. Castigado con la muerte terminaba, por la noche, cualquiera que intentara una relación sodom . . . (Tadeys 194-195).

La sociedad de los tadeys se funda sobre una inversión: la sodomía es la práctica sexual natural —como lo atestigua el neologismo “tadear” (Tadeys 194) para referirse al coito anal— sin embargo, conservando la práctica heterosexual en su aspecto biológico con respecto al desarrollo de la especie. Por ejemplo, así se refiere La causa justa al carácter homosexual de los tadeys: “Mil veces se había explicado, luego de comprobarlo mil veces (tanto en libros científicos como en los medios de comunicación masiva), que los tadeys eran animales, que el concepto de homosexualidad, referido a ellos, era burdo antropomorfismo” (42). Por su parte, se especifica que a la hembra tadey, dotada de una vulva gigante, no le interesa el pene del macho por ser muy chico y porque encuentra placer sexual solamente al momento de parir (Tadeys 195). Es decir que se está en presencia de un animal macho, con un pene de una dimensión casi minúscula y cuya satisfacción sexual reside en ocupar la posición pasiva en el acto sodomita. Por el contrario, la hembra está dotada de una vagina desmesurada y el placer sexual lo encuentra con respecto a su capacidad de procrear. De este modo, se establece una inversión de la norma sexual humana heterosexual en relación con el hombre que debe penetrar, mientras la mujer debe ser penetrada: la figura del tadey retoma la transformación genérica evocada anteriormente y define la sexualidad como un “estar entre”. Además, cabe destacar las constantes referencias a la semejanza entre los humanos y los tadeys, si se toma en cuenta lo dicho en La causa justa: “Parecido, casi igual al hombre, eso dejaba a todo el mundo asombrado” (38), así como en Tadeys: “La falta de habla y de razonamiento, sólo esas cualidades los distinguían de los humanos” (130). También, el hecho que la alimentación de los habitantes de La Comarca sea la carne de un animal sodomita. De esta manera, es como si la sodomía de los tadeys se estuviese propagando hacia la esfera humana, dado que casi todas las relaciones sexuales descritas en Tadeys son de orden homosexual y sodomita. En otros términos, la sodomía se constituye como norma natural y estatal en un contra mundo que, sin embargo, retoma las coordenadas históricas de la realidad, tal como el tadey constituye de algún modo un doble del ser humano. No obstante, más que lo anterior, el tadey es el signo de una excepcionalidad desde el punto de vista de su imposible clasificación —nunca se proveerá, en la narrativa lamborghiana, una descripción física detalla de este animal—, su condición anormal, casi monstruosa, en el sentido que le da Michel Foucault en Los anormales: la combinación de lo imposible y prohibido (297). Es decir que el tadey es una figura que pone en jaque al orden —como lo ilustra la condena religiosa— hasta fundar un universo alternativo en el cual la sodomía es la norma y el ano, el lugar por medio del cual se borronean las diferencias sexuales. Además, la sodomía del tadey desafía la máquina antropológica a la cual se refiere Giorgio Agamben en Lo abierto (2002). En efecto, lo animal, en este caso simbolizado por la sodomía, forma parte de lo humano y esta no separación o, mejor dicho, este “estar entre” sexual, permite, según las palabras de Gabriel Giorgi, alcanzar un “afuera” que aniquila el orden de las dicotomías: “En la escritura de Osvaldo Lamborghini, el lenguaje nunca deja de pasar por ese revés que es su límite exterior, su relación con el ‘afuera’: nunca deja de atravesar ese umbral ambivalente en el que el cuerpo y la vida, lo humano y lo inhumano, la norma y la excepción se fusionan y se distinguen, se vuelven el mismo y el otro . . .” (136).

No obstante, parece que Gabriel Giorgi comete el mismo error que Pierre Klossowski: mitificar la transgresión. En efecto, se vio anteriormente que el cambio genérico de los personajes es consecuencia de la imposición de una fuerza reguladora, si se refiere a la madre de Seer que convierte a su hijo en un prostituto o, más claramente, la empresa autoritaria del Doctor Ky que disciplina el cuerpo de jóvenes delincuentes por medio de violaciones reiteradas. De la misma manera, el animal tadey, aunque pone en jaque la heteronormatividad gracias a la práctica del coito anal, es ante todo un producto de consumo desechable. Además, la sociedad del tadey, si bien se presenta como un contra mundo, no simboliza una comunidad utópica, puesto que se define en su totalidad, y del mismo modo que la nación de La Comarca, por su violencia. En este sentido, la sodomía en su vertiente homosexual puede constituir, en la narrativa lamborghiana, una posible suspensión de las normas sexuales. Sin embargo, la meta transgresiva de la sexualidad se encuentra aniquilada en el momento en el cual se inserta en el ámbito de una violencia de tipo política y social. Más precisamente, la definición sexual del cuerpo siempre es decidida por el poder, en relación con la posición social de cada uno, sin que sea posible invertirla: la sodomía es la sensación temporal de la ilusión de un mundo diferente.

3. Conclusión: privatización anal

Con Sade, la meta sodomita de destrucción de las normas fracasa en el momento en el cual se enfrenta con el odio por el cuerpo femenino y no puede, por lo tanto, sino que degradarlo. Al revés, los personajes masculinos de la obra de Lamborghini se presentan biológicamente como heterosexuales, personalmente como homosexuales y primordialmente como transexuales. En este contexto, la sodomía realiza el movimiento inverso a la privatización del ano y la sujeción del cuerpo descrita por Gilles Deleuze y Félix Guattari en L’Anti-Œdipe (1972). En efecto, Lamborghini reinstala el ano en el campo social, así como en los circuitos del placer, por medio de la construcción de un sistema en las antípodas del falo y antropocentrismo. En relación con lo anterior, tanto en el caso de Sade como de Lamborghini, el ano se vuelve un espacio político. Deleuze y Guattari sostienen en el Anti-Œdipe que las sociedades modernas han procedido a una privatización de los órganos y que el ano fue el primero en sufrir este proceso (167). Según los autores, los órganos se separaron del cuerpo del déspota en el momento en el cual los ciudadanos se sublevaron contra el poder tiránico. No obstante, los órganos se privatizaron, con respecto a la irrupción del hombre privado, la consecuente desaparición del campo social y el desarrollo de un poder de normalización sobre los cuerpos (250). De esta manera, el ano se convierte en un espacio socialmente controlado e incluso prohibido. En la narrativa de Sade, se hace por lo tanto visible un ano de tipo capitalista y oligárquico. Es lo que se puso en evidencia a partir de la presencia del argumento del control de la población por medio de la sodomía y de la imposición de una lógica capitalista sobre los cuerpos. En otros términos, una minoría aristocrática falocentrista acapara el ano con el fin de engendrar la destrucción del colectivo plebeyo y así, asegurar la supremacía de su poder. En la narrativa lamborghiana, a pesar del acento dado a la sodomía homosexual en su vertiente pasiva, se pone en escena la misma violencia sádica en contra de cuerpos sexual y socialmente sumisos, la cual permite establecer la soberanía de un poder oligárquico. A modo de ilustración y retomando la figura del “niño puto”, en Sebregondi retrocede se describe la violación anal de un niño proletario y su asesino a manos de tres niños burgueses (59-65). De esta forma, el ano se vuelve el símbolo lumpérico fracasado de la supremacía del poder de normalización sexual, así como de opresión social. Asimismo, los tadeys, quienes poseen el capital de la sexualidad anal, son sin embargo las víctimas de la privatización de su propio cuerpo. En suma, en la obra de Lamborghini, el ano: “Ya no es tuyo. Es tu Yo” (Tadeys 78), es decir, que se asiste a una privatización anal que tiene como fin restituir la integridad del sujeto, por medio de la sexualidad, a la lógica capitalista de la violencia.

Referencias

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Barthes, Roland. Sade, Fourier, Loyola. Paris: Seuil, 1973.

Carden, Michael. Sodomy: a history of a Christian biblical myth. Equinox: London-Oakville, 2004.

Deleuze, Gilles y Guattari, Félix. Capitalisme et Schizophrénie. L’Anti-Œdipe. Paris: Les Éditions de Minuit, 1973.

Delon, Michel. “L’obsession anale de Sade”. Annales historiques de la révolution française 361 (2010): 131-143.

Esposito, Roberto. Bíos. Biopolitics and Philosophy. Trans. Timothy Campbell. Minneapolis-London: University of Minnesota Press, 2008.

Foucault, Michel. Los anormales. Curso en el Collège de France (1974-1975). Trad. Horacio Pons. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2014.

—. Histoire de la sexualité. “I. La volonté de savoir”. Gallimard: Paris, 1976.

Freud, Sigmund. The Freud reader. “Three essays on the theory of sexuality”. Peter Gay. ed. London-New York: W. W. Norton & Company, 1989. 239-293.

—. “Character and Anal Erotism”. Peter Gay, ed. London-New York: W. W. Norton & Company, 1989. 293-297

Giorgi, Gabriel. “Osvaldo Lamborghini: laboratorios de la excepción”. Grumo 5 (2006): 132-136.

Klossowski, Pierre. “The philosopher-villain”. Sade my neighbor. Trad. Alphonso Lingis. Evanston, Illinois: Northwestern University Press, 1991. 11-42.

Lamborghini, Osvaldo. “Sebregondi retrocede”; “Las hijas de Hegel”. Novelas y Cuentos. Vol. I. Buenos Aires: Literatura Mondadori, 2013. 27-77; 185-238.

—. “La causa justa”; “El Pibe Barulo”; “‘Existir, ser, estar vivo. . .’”. Novelas y Cuentos. Vol. II. Buenos Aires: Literatura Mondadori, 2011. 27-48; 49-127; 141-171.

—. Tadeys. César Aira, ed. Buenos Aires: Sudamericana, 2005.

Morales, Leonidas. El diario íntimo en Chile. Santiago, Chile: RIL Editores, 2014.

Pasolini, Pier Paolo. Salò o le 120 giornate di Sodoma. Italia, 1975. DVD.

Torquemada, María Jesús. “Homosexualidad femenina y masculina en relación con el delito de sortilegios”. eHumanista 26 (2014): 71-115.

Sade, Donatien Alphonse François de. Œuvres. “La philosophie dans le boudoir”; “Histoire de Juliette”. Vol. III. Michel Delon. ed. Paris: Gallimard, La Pléiade, 1998. 1-178; 179-1262.

—. Œuvres. “Les 120 journées de Sodome ou l’école du libertinage”. Vol. I. Michel Delon, éd. Paris: Gallimard, La Pléiade, 1990. 13-383.

Notas

1 El presente artículo forma parte del proyecto Fondecyt de Postdoctorado 2016 N° 3160039: “Constructo ficcional sádico en la narrativa latinoamericana”, financiado por el Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología y patrocinado por la Pontifica Universidad Católica de Chile. Investigador responsable: Claire Mercier.
2 Michael Carden remite a la obra del monje benedictino Petrus Damianus, Liber Gomorrhianus (c. 1051), como la primera en usar el concepto de sodomía desde una perspectiva homofóbica (164 y 193). También el ensayo De Vitio Sodomitico (c. 1192) de Pedro Cantor que establece la sodomía como una práctica sexual contra natura (180 y 193).
3 Esta idea no es muy diferente de la descripción de la transmisión del VIH en el ámbito homosexual. Una vez más, el sodomita/homosexual es el catalizador de los pecados humanos y el responsable de un caos mundial a causa de la práctica de una sexualidad perversa. En otros términos, un chivo expiatorio monstruoso que se tiene que sacrificar con el fin de garantizar una supuesta armonía entre los seres humanos.
4 Michel Foucault, en Los anormales (1974-1975), se refiere a un manual de confesión del siglo XVII (Tommaso Tamburini, Methodus expeditae confessionis) en el cual se establece una tipología de la sodomía. La sodomía es considerada como “perfecta” si se da entre dos hombres e “imperfecta” en el caso del coito anal heterosexual o entre dos mujeres (204). De este modo, la sodomía masculina-homosexual constituye el mayor pecado con respecto a su grado de “perfección” en la perversión.
5 Es importante mencionar que la sodomía y la homosexualidad todavía son crímenes en países africanos y del Medio Oriente, donde existe la presencia de un régimen religioso-político islámico.
6 Michel Foucault, en Los anormales, se refiere al artículo, publicado en el año 1870, de J. C. Westphal (“Die conträre Sexualempfindung, Symptome eines nevropathischen (psychopathischen) Zustand”), como el primer estudio teórico sobre la homosexualidad (158).
7 Cabe mencionar, en relación con el tema de la sodomía, que el manuscrito de Les 120 journées de Sodome ou l’école du libertinage —de ahora en adelante, se le nombrará Les 120 journées de Sodome— extraviado durante la toma de la Bastilla en 1789, se encontró años después, escondido dentro de un consolador hueco del cual se servía Sade. Con respecto a la fecha de su publicación, la primera se realiza en el año 1904 (Berlín) pero en base a un texto lleno de errores. Habrá que esperar hasta el año 1929 para la publicación de la versión definitiva a cargo de Maurice Heine.
8 Teniendo además en cuenta la adaptación cinematográfica, por parte de Pier Paolo Pasolini, de Les 120 journées de Sodome, en el contexto italiano fascista: Salò (1975).
9 Hasta tal punto que una de las partes de la película Salò se llama: “Girone de la merda” (“Jornada de la mierda”).
10 Contabilidad sádica que se relaciona con la genealogía del diario íntimo cuya primera manifestación, según Leonidas Morales en El diario íntimo en Chile (2014), es el libro de cuentas que contabiliza diariamente los haberes y deberes para, poco a poco, dar paso a la vida cotidiana y a la noción moderna de persona (13). No obstante, si se toma en cuenta el calendario de Les 120 journées de Sodome, Sade elabora un diario de noticias perversas en el cual la meta no reside en narrar, sino en exponer las posibles ecuaciones entre goce sexual egoísta y aniquilación del cuerpo del Otro.
11 Esta cita corresponde al pie de página número 32.
12 En Existir, ser, estar vivo . . . se refiere al Conde Lamoir como a: “. . . uno de los personajes menos conocidos de Sade, lo único que le gustaba era que le rompieran el culo.” (152) Asimismo, constituye un doble del Marqués Sebregondi en Sebregondi retrocede (1973): “Homosexual activo, cocainómano (‘paciencia, culo y terror nunca me faltaron’, dice) . . .” (48).
13 Cabe mencionar un pie de página presente en esta misma obra y que caracteriza a la mujer como una degradación del hombre y, por lo tanto, sería preferible no considerarla como parte de la especie humana (637).
14 Se debe relacionar Seer Tijuán con el personaje de Nal en La causa justa y El Pibe Barulo: un niño calificado como “culón” (El Pibe Barulo 51) y cuya familia se construye sobre el mismo modelo que la de Seer: un padre sádico y una madre sumisa. Además, del mismo modo que Seer, Nal se convierte en un prostituto homosexual. También, cabe mencionar al niño Royte en Tadeys quien, después del descubrimiento del placer anal, elige convertirse en una mujer y cambiar su nombre por Camelia.
15 El capitán pasó un año en las cuevas donde vive el animal. El texto se refiere incluso a la fascinación de Darwin por la obra Taxio Vomir: “. . . hoy se piensa que el propio Darwin, a escondidas pero lleno de admiración la leyó . . .” (Tadeys 307).
16 “. . . los términos en latín (en la mayoría de los casos) se convertían en obscenidades al pasar de la lengua oficial de la Iglesia, una lengua muerta, al viviente fluir del habla de la Comarca . . .” (Tadeys 320-321).
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