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TORCUATO DI TELLA (1929-2016) Y EL DESARROLLO INDUSTRIAL DEL “GRAN CONCEPCIÓN” 1

Carlos Vivallos Espinoza
Universidad de Concepción, Chile

TORCUATO DI TELLA (1929-2016) Y EL DESARROLLO INDUSTRIAL DEL “GRAN CONCEPCIÓN” 1

Revista de Humanidades, núm. 36, pp. 251-258, 2017

Universidad Nacional Andrés Bello

El 7 de junio de 2016 falleció en Buenos Aires Torcuato Salvador Di Tella. Quien fuera ingeniero, sociólogo y político argentino, formado en la Universidad de Buenos Aires, con estudios universitarios en Estados Unidos e Inglaterra. Fue coautor de una de las obras más relevantes para la comprensión del proceso de industrialización del “Gran Concepción”, junto a destacados sociólogos franceses como Lucien Brams, Jean-Daniel Reynaud y Alain Touraine. Publicada en Francia en 1966 (Huachipato et Lota. Étude sur la conscience ouvrière dans deux entreprises chiliennes) y en Argentina un año después (Sindicato y Comunidad. Dos tipos de estructura sindical latinoamericana ), la investigación comparó la organización sindical de la siderúrgica Huachipato —a menos de 15 años desde su fundación— con la de los mineros del carbón de Lota, explotación que había surgido a mediados del siglo XIX.

Di Tella, era hijo de un ingeniero italiano (de quien mantuvo el nombre), que se había establecido a inicios del siglo XX en Buenos Aires. En 1911, producto de una huelga de panificadores, inventó una máquina amasadora de pan que logró rápido éxito, lo que le permitió crear la Sección Industrial de Amasadoras Mecánicas, o simplemente SIAM. A su regreso de la I Guerra Mundial, en donde luchó en el ejército italiano, se dedicó a fabricar bombas de extracción de petróleo, oleoductos y surtidores de combustibles, maquinaria industrial en general y electrodomésticos. Logró emplear a más de 10.000 obreros y ser el mayor conglomerado industrial latinoamericano de su época. Luego de la muerte de su padre en 1948, Torcuato junto con su hermano Guido tomaron el control de la empresa focalizando su producción en automóviles y refrigeradores. A la par que se intensificaba su labor industrial crearon en 1958 la Fundación Di Tella que mantuvo un instituto de investigación y, ya en los años noventa, una universidad.

A pesar de la historia familiar, podemos considerar a Di Tella, sobre todo, como un intelectual muy interesado, en un primer momento, por el desarrollo económico de América Latina y, posteriormente, por los procesos políticos de la Argentina. Este interés lo llevó a ejercer docencia en la Universidad de Chile a fines de los sesenta y, luego, en la Universidad de Buenos Aires. Logró ser, además, profesor visitante en diversas y prestigiosas universidades extranjeras.

De una extensa bibliografía, el estudio que nos preocupa recordar fue realizado por el interés del rector de la Universidad de Chile, Juan Gómez Millas, quién solicitó a Georges Friedmann ayuda para realizar investigaciones en sociología industrial. De esa petición resultaría la permanencia en Chile de Touraine, Reynaud y Brams, quienes eligieron tema y lugar de la investigación, organizaron la encuesta y el levantamiento de datos, siendo a Di Tella a quien el resto del equipo le atribuye no sólo la escritura de la obra si no su creación.

El objetivo central de esta investigación estaba enmarcada en la formación de una importante clase obrera urbana industrial, que era uno de los fenómenos centrales en el desarrollo de América Latina desde mediados del siglo XX. El proceso de industrialización latinoamericano era llevado por determinadas elites dirigentes (empresariales o sociales), con el problema que ambas posiciones tomaban a la mano de obra como un agente pasivo y moldeado a la nueva civilización industrial. En nuestro continente, la paradoja de la modernización dada en el siglo XX, planteaba la contradicción de la presencia de una nueva clase obrera urbana que precedió al proceso de industrialización dinámica. Este nuevo grupo se concentraba en grandes ciudades por medio del sector terciario (comercio y transporte) o en zonas alejadas, en donde se instalaban las actividades de producción de materias primas exportables por iniciativa del capital extranjero o en sectores básicos con fuerte apoyo estatal. La clase obrera que resulta de este proceso, señalaban los autores, es un participante activo y autónomo del proceso de modernización capitalista. El fenómeno que se investigó fue la tensión que se genera al intentar pasar por “las etapas de acumulación de capital industrial con la presencia de una clase obrera relativamente formada y organizada . . .” (Di Tella, “Sindicato y comunidad” 22). La propuesta del estudio asumía dos niveles de análisis: por un lado, en un contexto más estructural, observando su estratificación interna, composición demográfica, origen rural-urbano, lugar de trabajo, carrera ocupacional; por otro, la expresión más dinámica, a través de instituciones propias (sindicatos, entidades culturales o partidos políticos), involucrándose en el conflicto social de múltiples formas.

De los diversos aspectos por los que el texto discurre, nos detenemos especialmente en el capítulo V dedicado a la influencia de la estratificación social en la construcción de distintos tipos de mentalidad obrera. Dentro del ejercicio comparativo, se podía reconocer en Huachipato la existencia de una élite obrera definida según la calificación en el trabajo, mayores ingresos y más educación; en Lota, en tanto, se manifestaba la existencia de un grupo de obreros que obtenía mayores ingresos pero poseía menor educación. Esta situación se condeciría con el hecho de que en la industria siderúrgica la calificación se obtenía por estudios o entrenamientos previos; en la industria del carbón la calificación se lograba en el trabajo mismo, por la experiencia que se ganaba y en parte a través de la promoción individual. Dependía, además, de las decisiones arbitrarias de promoción de los capataces. En Huachipato, los obreros con mayor calificación, ingresos y educación tenían menor participación sindical y aceptaban valores típicos de la clase media, en cambio, en Lota, mayor calificación, ingresos y educación, hacían disminuir su participación sindical, sin que existiera, necesariamente, la aceptación de valores de la clase media. Esto correspondería a que en Lota, siendo una comunidad más homogénea y culturalmente más cerrada que Huachipato, había un arraigo profundo a la no identificación con los valores de la clase media, la cual no era afectada por un aumento de la educación. Los autores establecieron, como una de las hipótesis interpretativas, que en Huachipato “a más educación corresponden más ingresos, lo que maximizará las funciones de control social cumplidas por la educación. En Lota, a más educación corresponden menos ingresos, lo que minimizará las funciones de control social cumplidas por la educación” (“Sindicato y comunidad” 180).

Observando los diversos mecanismos de acción sindical de ambas empresas, lograron determinar que, en Huachipato, principalmente, existía una etapa intermedia entre el asociacionismo voluntario, basado en lealtades personales, típico de las primeras etapas del sindicalismo, y el sindicalismo de masas autónomo, característico de etapas avanzadas de desarrollo urbano e industrial, el cual carece de una fuerte unión emocional entre sus miembros. Lota, en cambio, se encontraba en una etapa de asociacionismo voluntarista, con importantes elementos de espontaneidad obrera o sea, de una primera forma de expresión obrera caracterizada por huelgas espontáneas, expresiones de violencia no planeada, y en metas y organización de corta duración. Estas dos empresas pertenecientes a una misma unidad social y cultural, representaban momentos sucesivos de una evolución, que mostraba las transformaciones del sistema de producción industrial en América Latina.

Esta conclusión comprendía las diferencias de ambas industrias que perduraron hasta el fin de las explotaciones carboníferas justo antes de terminar el siglo XX. La siderúrgica de Huachipato, se mantiene hasta el día de hoy tratando de sobrevivir, dentro de los profundos cambios que ha llevado el proceso neoliberal. Los contrastes que se pueden establecer representan los distintos momentos dentro del proceso de construcción del “Gran Concepción” en que se instalaron. Mientras que las explotaciones de carbón, junto con el surgimiento de la actividad agrícola gracias a la apertura los mercados de California y Australia, se desarrolló a mediados del siglo XIX. Situación que permitió, según Hernández “El Gran Concepción. Génesis y evolución” 57), la consolidación de la expansión urbana, concentración portuaria e integración regional, periodo que se extiende hasta el cambio de siglo. La instalación de la siderúrgica de Huachipato, en tanto, dentro de la industrialización estatal, provocó la consolidación de la conurbación Concepción-Talcahuano, generando fuertes diferencias entre el núcleo portuario industrial y sus satélites monofuncionales (Tomé, Lota y Coronel).

La dificultad del análisis de la zona de estudio pasa por considerar como una propuesta operacional el concepto de “Gran Concepción”, que Hernández planteó como una unidad con una continuidad histórica y profundidad geográfica que ha pasado por diversas fases. Concepción, Talcahuano, Penco, Tomé, Chiguayante, San Pedro, Lota y Coronel se han consolidado como unidad a partir del proceso de modernización capitalista iniciado a mediados del siglo XIX, alejado de cualquier división política administrativa y que se enfrenta con lo que se conoce como Área Metropolitana de Concepción (cfr. Pérez e Hidalgo). Mientras que en el primero, su profundidad geográfica está dada por la integración socio espacial de estas unidades urbanas; el segundo, se inició con la desintegración de esa unidad producto de la industrialización estatal de mediados del siglo XX. Proceso que consolidó a la conurbación Concepción-Talcahuano como centro industrial administrativo y deterioró a las otras ciudades, fortaleciendo el proceso de aglomeración (Vivallos y Brito 128).

No sólo investigaciones propuestas desde la sociología industrial mostraron interés por este proceso que se estaba llevando a cabo en la zona de Concepción. En el mismo período que se lograba la instalación de la Siderúrgica de Huachipato, investigadores norteamericanos señalaban la importancia del desarrollo industrial en la región de Concepción, y lo relacionaban con el proceso de industrialización que se daba a lo largo de América latina, que se podía ver claramente, por ejemplo, en Monterrey (México) o San Pablo (Brasil), pero también en otras ciudades dispersas (como fue el caso de Concepción). Ervin en 1955 estableció las ventajas y desventajas para la localización de las industrias en la zona, caracterizó la industria del carbón, el hierro, el acero, textil, cerámica, procesadoras de alimentos (azúcar y molinería de trigo), pesca comercial, fábrica de conservas plantas de procesamiento, y la industria de la madera. Concluía que Concepción tenía múltiples ventajas de ubicación y posición: la mayoría de materias primas para la industria pesada están cerca, vislumbraba un aumento de la producción agrícola y los recursos forestales y pesqueros. Manteniendo la actividad de formación de la CORFO y las inversiones de empresas privadas, Concepción debía convertirse gradualmente en uno de los mayores polos industriales de Sudamérica. Pocos años después, en 1961 White y Chilcote concentrándose en la industria siderúrgica comentaban el espectacular avance de Huachipato, que en la última década se había convertido en una eficiente y moderna empresa que cumplía con las necesidades de acero del mercado nacional. Bajo esta premisa, estos autores enumeran las distintas ventajas que tiene la ubicación espacial de Huachipato, entre ellas, su establecimiento en la bahía de San Vicente, la cercanía de las minas de carbón de Lota y Schwager, la provisión de energía eléctrica desde la planta Abanico en el río Laja, la cercanía de agua potable por el río Bío-Bío, líneas férreas y carreteras aceptables, mano de obra amplia por la proximidad de Concepción, Lota y Talcahuano, tierra plana que favorece la industria pesada y clima templado. Luego, hacían una revisión de diversos aspectos de la industria como: materia prima, agua y energía hidroeléctrica, transporte, capital, instalaciones y asistencia técnica. Terminaban aconsejando no desestimar el desarrollo de la producción agrícola nacional, teniendo en mente que en 1958 importó el 25 por ciento del abastecimiento alimentario y destacando que la CAP ha demostrado ser un factor positivo en el desarrollo del país.2

Lo que hemos intentado comentar, bajo las consideraciones del texto de Di Tella, es que el interés de diversas investigaciones extranjeras por las consecuencias del proceso de industrialización estatal que se estaba produciendo en el país y, en particular en la zona de Concepción, demuestra el hecho de la complejidad de la industrialización en zonas alejadas de los centros financieros y políticos de los países de América del Sur. Manifiesta, además, la heterogeneidad en la construcción de espacio social por parte de distintos grupos de obreros que, dependiendo del momento histórico en que se desarrollaron y de las dinámicas de configuración espacial propias de los procesos socioproductivos, provocó heterogéneas formaciones sociales. Esta complejidad histórica espacial ha estado muy por debajo del interés de investigadores actuales y sólo en los últimos años se ha subsanado en parte esta situación, gracias a los estudios de Brito y Ganter (Ciudad obrera; Cuerpos habitados, espacios modelados) que han intentado a través del reconocimiento de la memoria oral y experiencia territorial de los trabajadores de la Siderúrgica de Huachipato explorar su influencia en el desarrollo urbano del Gran Concepción.3

Referencias

Brito, Alejandra y Rodrigo Ganter. “Ciudad obrera: persistencias y variaciones en las significaciones del espacio. El caso de la siderúrgica Huachipato y su influencia en el desarrollo urbano del Gran Concepción”. EURE 40 (2014): 29-53.

Brito, Alejandra y Rodrigo Ganter. “Cuerpos habitados, espacios modelados: el caso de la siderúrgica Huachipato, 1940-1970”. Historia 396 5:1 (2015):11-36.

Di Tella, Torcuato; Di Brams, Lucien; Reynaud, Jean-Daniel y Alain Touraine. Huachipato et Lota. Étude sur la conscience ouvrière dans deux entreprises chiliennes. París: Centre National de la Recherche Scientifique de París (CNRS), 1966.

Di Tella, Torcuato. Sindicato y Comunidad. Dos tipos de estructura sindical latinoamericana. Buenos Aires: Editorial del Instituto Torcuato Di Tella, 1967.

Ervin, Roger E. “Industry in the Concepción Area of Chile”. The American Journal of Economics and Sociology 14:3 (1955): 271-286.

Hernández, Hilario. “El Gran Concepción: Desarrollo histórico y estructura urbana. Primera parte. Génesis y evolución: de las fundaciones militares a la conurbación industrial”. Informaciones Geográficas 30 (1983): 47-70.

Hernández, Hilario. “El Gran Concepción: Desarrollo histórico y estructura urbana. Segunda parte. Estructura e interacción: especialización funcional, diferenciación social y movimientos pendulares”. Informaciones Geográficas 31 (1984): 3-31.

Pérez, Leonel y Rodrigo Hidalgo. Concepción metropolitano. Evolución y desafíos. Concepción: Editorial Universidad de Concepción, Pontificia Universidad Católica de Chile. 2010.

Vivallos, Carlos y Alejandra Brito. “Configuración y estructura del espacio urbano del Gran Concepción. Hilario Hernández Gurruchaga y los estudios regionales”. Revista de Humanidades 23 (2011): 119-133.

White, Langdon C. and Ronald H. Chilcote. “Chile’s New Iron and Steel Industry”. Economic Geography 37:3 (1961): 258-266.

Notas

1 Este escrito fue elaborado en el marco del proyecto Fondecyt n° 1140461 “Industrialización, espacio y relaciones sociales. La industria textil, carbonífera y acerera en el ‘Gran Concepción’. 1939-1973”. Investigadora responsable: Alejandra Brito Peña, Departamento de Sociología, Universidad de Concepción.
2 Es interesante el hecho que dentro de las ventajas se tenga en consideración a “un amplio recurso de mano de obra” (White and Chilcote 260), especialmente si se menciona a Lota y Talcahuano. El primero, como se sabe, a pesar de tener a un amplio contingente de trabajadores que en 1955 alcanzaba a 800 empleados y 10.000 obreros (Ervin 275), presentaban un fuerte arraigo sindical en los niveles más primarios del conflicto social. Talcahuano, por su parte, estaba desarrollando un gran proceso migratorio a escala regional, promovido por la fundación de la siderúrgica y de las múltiples empresas anexas. En 1952, por ejemplo, Talcahuano tenía una población de 63.777 y en 1960 había llegado a 83.609. Mientras que Concepción, como ciudad principal de la región, sólo había crecido desde 134.008 a 148.078 (INE/Censos respectivos). Creemos que esta situación es evidencia de la integración funcional del “Gran Concepción”, que se plasma en la capacidad de movimiento de la mano de obra por medio de las diferentes fuentes productivas.
3 Se agradece a Juan Ignacio Fassi por la traducción de los artículos de Ervin (1955) y de White y Chilcote (1961).
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