Dossier

Juego lingüístico/juego amoroso. Erótica como poesía (desde la lectura hamacheriana de Milton)

Linguistic play/Erotic play. Eroticism as poetry(Following Hamacher’s reading of Milton)

Caroline Sauter
Johann Wolfgang Goethe-Universität, Alemania

Juego lingüístico/juego amoroso. Erótica como poesía (desde la lectura hamacheriana de Milton)

Revista de Humanidades, núm. 42, pp. 77-87, 2020

Universidad Nacional Andrés Bello

Recepción: 16 Junio 2019

Aprobación: 21 Diciembre 2019

Resumen: Aquella filología que hace de la intensidad y de la afección dos de sus vectores cruciales nos habilita a pensar a los textos no solo como entramados forjados y sostenidos por el deseo, sino como un tejido deseante, marcado por la pasión. Partiendo de la lectura, hecha por Hamacher, de un texto de Milton, la separación es expuesta como una operación que tiene un rendimiento extremadamente productivo a la hora de pensar la relación –amorosa– tanto en su dimensión textual como erótica.

Palabras clave: filología, erótica, separación, afección, intensidad.

Abstract: A philology that makes intensity and affection two of its crucial

vectors enables us to think of texts not only as frameworks forged and sustained by desire, but as a desiring fabric, marked by passion. Based on Hamacher’s reading of a text by Milton, separation is exposed as an operation that has an extremely productive performance when it comes to thinking relationality both in its textual and erotic dimension.

Keywords: Philology, Eroticism, Separation, Affection, Intensity.

No son muchos los textos que vibran de pasión y tiemblan de deseo

No son muchos los textos que vibran de pasión y tiemblan de deseo. Muchos de estos pocos textos provienen de Werner Hamacher –un pensador y escritor y lector cuyos textos sobre textos emanan una pasión no solo por el respectivo corpus textual, sino también por el mismo pensar y escribir y leer, textos que provocan y suscitan un afecto poderoso–. Con intensidad desenfrenada los textos de Werner Hamacher agasajan y rodean, lamiéndolos, justamente a aquellos lugares íntimos y ocultos en los que el corpus textual pareciera cerrarse ante nosotros; la pluma de Hamacher, su langue (al mismo tiempo lengua e idioma) acaricia estos lugares y les hace cosquillas hasta que se abren y nosotros mismos, con cuerpo y alma, estamos en medio de ellos. Es esta pasión irrestricta, esta erótica no disimulada de un modo de escribir, pensar y leer, que Hamacher una y otra vez llama juego, la que constituye el cosquilleo de sus textos sobre textos. Todo juego lingüístico es un juego amoroso y toda relación con el texto es una relación amante. Esta relación de amor, que juega, lúdica, es lo que Werner Hamacher llama filología. Su 76ª Tesis acerca de la filología comienza con las palabras “Filología, una historia de amor” (95 Thesen 79). Esta historia de amor es la que quiero contar.

El que la pasión filológica, la relación de amor y juego de amor en tanto juego lingüístico también y justamente se precipite en un texto, cuyo objeto es la separación [Scheidung], que comúnmente parece un acto de disolución de una relación de amor y que, por ende, es el punto culminante no del amor, sino de la falta de amor, sorprendentemente no es sorprendente. Me refiero al texto sobre el tratado de Milton sobre la separación en el volumen de Hamacher Sprachgerechtigkeit [Justicia lingüística], que lleva por título “Derecho a separación del derecho”. De hecho, la relación entre matrimonio y separación con la filología –y una filología entendida en el sentido literal: como relación afectiva, philia al logos, “amistad o hacerse amigos con la lengua” (Für – Die Philologie 9), amor a la lengua– por ende, la relación entre el matrimonio con la filología desde hace mucho tiempo que es virulenta en la obra de Hamacher. Quizá el matrimonio y su separación (así como también el amor y su disolución) sea una especie de epicentro de su trabajo filológico. Recuerdo, acaso, que el «primer amor» de Kierkegaard con frecuencia en las frases secundarias de Hamacher resonaba y traía algo desde la memoria, aunque hayamos estado hablando de un asunto del todo distinto. Kierkegaard desarrolló su fenomenología del «primer amor» en la parte II de O lo uno o lo otro, a saber, más exactamente, en su escrito “La validez estética del matrimonio” (Kierkegaard 11, traducción propia). En Kierkegaard es el matrimonio, el que convierte al «primer amor» en algo infinitamente repetible y, de este modo, una y otra vez, a diario, lo convierte verdaderamente en el primer amor. Así dice en Kierkegaard: “Uno solo ama una vez en la vida, el amor pende de su primer amor –en el matrimonio” (590f ). Y en Hamacher, en la mentada 76ª tesis acerca de la filología (que más adelante quisiera comentar más extensamente), dice: “El movimiento de la filología es el movimiento hacia la lengua de la primera amada, hacia la lengua amada. […] Filología: hacer que el primer amor pueda ser repetido” (80). El movimiento de repetición, que Kierkegaard llama matrimonio, se parece a esa dinámica que en Hamacher se llama filología. Para Kierkegaard, el matrimonio se define como “unidad entre opuestos” (Entweder 592). Justamente de este carácter de oposición [Gegensätzlichkeit] que, para él, incluso proyecta su propio carácter de oposición, una contralegalidad [Gegen-Gesetzlichkeit], es de lo que se trata, para Hamacher, en su texto sobre el tratado de Milton acerca de la separación. Sin embargo, no la unidad, sino la otredad de los opuestos en el matrimonio es lo decisivo para su pensamiento. Y justamente aquí –en el supuesto de que la otredad del otro, que aquí tampoco deja indiferente al sí mismo, es el fundamento de toda relación de amor– yace la íntima relación del matrimonio con el concepto enfático de la filología propuesto por Hamacher.

Esto se nos impone, si bien sin ser explícito, en el texto de Milton de Sprachgerechtigkeit. Quiero leer este texto como un texto filológico, y esto también significa leerlo como texto sobre filología. Partiendo de la determinación dia-lógica del matrimonio por Milton, en un “escrito que exige su derecho a su separación” (Hamacher, Recht 161) –a saber, “the apt and cheerful conversation of man with woman” (161)– y una interpretación a modo de comentario de la interpretación de Milton del decisivo pasaje del Génesis sobre la relación matrimonial, en el que Eva es descrita como “a help meet for him (Adam)”2, Hamacher finalmente llega a un lugar en su texto, en el que agasaja, rodea con la lengua y abre la formulación de Milton justamente de la manera que al principio describí como erótica. Eva a Adán le es, según Milton, “another self, a second self, a very self itself”; y Hamacher traduce de este modo la oración de Milton: “Es otro sí mismo, si bien uno segundo, pero el mismo verdaderamente un sí mismo, que al hablante le sale al encuentro en tanto respondiente, pero no como eco, sino como uno que habla el mismo y de sí mismo” (Hamacher, Recht 168). Luego, Hamacher identifica, en el comentario de Milton, un “clásico topos de la determinación de philía y amicitia” y prosigue, desarrollando lo anterior:

Pero lo que en Homero y Platón es interrogado como homoion homoion, en Aristóteles es definido como heteros autos y en Cicero es definido como alter idem, este ‘otro sí mismo’ de la tradición greco-romana en tanto otro recién adquiere su contorno ahí donde Milton, a partir de un pensamiento de la biblia, intenta determinar su otredad desde su diferencia sexual. (169)

Aquí, en este paso de su movimiento del pensar, leer y escribir, el mismo Hamacher lleva estrechamente [führt eng] a filología y sexualidad: el que Eva posea una otredad sexual que la convierte en la otra de Adán, también es capaz de convertir a Adán en un otro (en otro sí mismo, también para sí mismo). Así, una de las proposiciones nucleares en el texto de Hamacher sobre el texto de Milton dice: “La otredad del ‘otro sí mismo’ yace en la otreificación [Veranderung] justamente de ese sí mismo y, por ende, en la liberación de él […].” (171). En otras palabras, Adán, después de que Eva en su otredad sexual le sale al encuentro como otro sí mismo, y él ingresa a la “cheerful conversation” con ella, que Milton llama matrimonio, es otro que él mismo. En la comunidad marital solo es él mismo en tanto un otreificado, en tanto sí mismo otreificado en el diálogo lúdico con otro sí mismo, “another self, a second self, a very itself”: con Eva, su mujer, “his speaking help”. En la medida en que el matrimonio está fundado en el diálogo y todo lo que sucede en el matrimonio no es sino “the act and cheerful conversation of man with woman”, también el acto de amor es un acto de lengua –a saber, un acto en el que la diferencia sexual y el otreificar de dos sí mismos, el uno hacia el otro, se manifiesta tangiblemente, palpablemente, vivenciablemente y de manera experimental–. Con esto, es “la lengua, tal como es hablada entre Adán y su pareja en toda comunidad íntima” (172) –en todo acto amoroso, entonces, en todo (como Hamacher dice) “juego sexual” (172), que al mismo tiempo le abre paso a la otreificación al mismo tiempo que, de ser esto posible, la expresa. Todo juego amoroso es un juego lingüístico.

Y, en esa medida, todo juego amoroso y lingüístico no solo es erótico, sino también, en estricto sentido, filológico. Es que la filología, así dice en la 23ª de sus 95 tesis acerca de la filología, es, para Werner Hamacher, “afecto para la lengua, pero también afecto de la lengua, es decir, afecto de la lengua para la lengua.” (95 Thesen 24). La otreificación de un sí mismo, del que en el texto sobre el tratado de Milton sobre la separación tan extensamente se habla, y que ahí fundamenta el matrimonio, aquí se deletrea a nivel del logos: la lengua se puede desear a sí misma, anhelarse, orientarse sobre sí, tenerse una inclinación afectiva hacia sí misma e incautarse a sí a sí misma; y en ese acto, que es un acto afectivo, se distingue de sí misma, al precisamente dirigir su deseo y anhelo sobre sí misma. Y precisamente por esa razón es que divorcia –a saber, de sí misma–, al unir –y, a saber, tanto a sí consigo misma–. Hamacher expone esta idea de la filología como deseo de lengua en su otredad separada de sí misma en imágenes del matrimonio/unión y su divorcio:

La filología puede llamarse un arte universal de la separación y de la unión (hablando con Schlegel, C.S.), no porque se entiende en suspender la separación mediante una unión, sino porque se une con lo separado únicamente mediante separación. La filología es tener una inclinación afectiva no solo hacia otra lengua empírica o virtualmente empírica, sino hacia la otredad de la lengua, hacia la lingüisticidad como otredad, a la lengua misma como continuadamente otra. (24, tesis 24)

Y es por eso que la filología en la 24ª tesis también se llama “filallología” (25): el tenerle una inclinación afectiva otreificada hacia la otredad de la lengua mediante la lengua y en la lengua –esa es filología, un acto filológico, un acto lingüístico y de amor. Aquí, en la otredad de la lengua, que se manifiesta en su condición de separada de sí misma, ahí donde es anhelada la mayor unidad posible –a saber, en el juego lingüístico, que es un juego amoroso–,puede ser traído a la luz lo que es ocultado por y en otra lengua.

De esto quiero dar uno de los numerosos ejemplos comentados por el propio Hamacher. En la mentada 76ª tesis acerca de la filología, que comienza con el dictum: “Filología, una historia de amor”, Werner Hamacher inmediatamente a continuación de ese dictum cita una carta de Sigmund Freud, en la que informa cómo a uno de sus analizados repentinamente se le ocurre [einfällt] la interpretación de un ataque que lo asalta [befällt] de cara a un escarabajo [Käfer] negro que no le agrada [gefällt]: “Antes de la sesión siguiente, él [el paciente E.] me cuenta”, escribe Freud (indica Hamacher), “que se le ocurrió la interpretación del escarabajo, a saber: ¿que faire?” (95 Thesen 79). ¿Qué hacer? (Y: ¿Qué hacer con esta “interpretación”?) Freud informa que “la aya y primera amante” del analizando E. “había sido francesa; es decir, que había aprendido a hablar francés antes que alemán” (79). La ocurrencia [Einfall] acerca del ataque [Anfall] es, por consiguiente, repetición [Wieder-holung], en el sentido literal como volver a ir a buscar [Wieder-Holen] de una lengua oculta por otros; dicho de otra manera, lo que una lengua (la alemana) silencia en o como “escarabajo” [Käfer], es vuelto a buscar por la otra lengua (la francesa), y ella se vuelve a buscar, a saber, en la pregunta ¿que faire? Ambas lenguas tienden una hacia la otra, se demandan en su otredad y son reconocibles como sí mismos otreificados. De igual manera con Adán y Eva en Milton, las lenguas ingresan en una “cheerful conversation”; el francés y el alemán, el objeto (Käfer) y la pregunta (¿que faire?) se desean entre sí y dirigen su deseo una sobre la otra [aufeinander], una hacia la otra [zueinander], tienden una hacia la otra, pero en el factum irreductible de su otredad no se llega a producir una unificación, sino justamente una otreificación, incluso de la respectiva lengua.

Pero este movimiento de otreificación no solo compromete a la lengua y a las lenguas, sino también a los hablantes. Todo hablar, escribir, leer, pensar y todo comprender e interpretar es una acción filológica. Así, según Hamacher, la filología “tiene que ser ejercitada por cada uno que habla, que piensa o actúa hablando y que intenta explicitar o interpretar sus acciones, gestos y pausas al igual que las de los demás.” (Für – die Philologie 3). Y quien se dedica a la filología, practicándola, ama. Quien se dedica a la filología no puede permanecer indiferente, no tocado. Especialmente la interpretación –se podría decir: el pan de cada día de la filología– es profundamente personal y profundamente relacional. Esto es algo que Hamacher también deja en claro en sus “Premisas”, texto introductorio del tomo Comprender detraído: el comprender, así escribe, es “aquella relación en la que sus relata primeramente se constituye en –en la que el lector se convierte en lector de esa oración, la oración se convierte en oración de ese lector– y, por lo tanto, es un proceso de la afectación y alteración recíprocas.” (Prämissen 7). El comprender, dicho de otra manera, tampoco me deja a mí mismo inotreificado. Afecta no solo a mi comprensión y a mi relación afectiva con el texto, sino que ese texto me afecta como sujeto del todo inmediatamente y hace de mí, posiblemente, otro sí mismo. Justo cuando estoy a punto de comprender algo y cuando tengo la impresión de haber llegado a una interpretación, el peligro de cerrarse a este movimiento de otreificación es grande. Pero Hamacher formula en la 63ª de sus Tesis acerca de la filología, de manera inequívoca:

Ahí donde la filología se topa con manifestaciones, textos, obras, que le son del todo comprensibles, se sacudirá como algo que ya ha sido digerido, devendrá polémica con tal de mantenerlo alejado [del cuerpo], o le dará la espalda y callará. La comprensibilidad excluye al comprender e incluso excluye a la inclinación hacia el comprender. Solo puede ser amado lo que produce la sensación de extrañeza [befremdet]; y lo más duradero es solo aquello que, en cercanía creciente, sigue siendo ajeno. Solo lo incomprensible, solo lo […] inanalizable es un objeto posible de la filología. (66, tesis 63)

En otras palabras: mientras más me acerco a un texto, a una obra, a una manifestación, más se me sustrae esta y se enajena [ent-fremdet] a sí, y, con esto, a mí, de mí. Mientras más profundamente penetro la lengua, más se otreifica y me otreifica –y más atiza mi deseo de ella, en tanto otra, y atiza el deseo de poder hablar sobre ella–.

Esta dinámica es descrita por Werner Hamacher en otro lugar (a saber, en su intento de dar respuesta a la pregunta de qué es lo que sería una pregunta filológica) como el deseo que propulsa [treibt] a la filología –y a cualquiera que se dedica a ella ejerciéndola [betreibt]–:

Es el deseo de la lengua, de la lengua sobre o más allá de [über] la lengua –sobre la lengua como objeto y más allá de cada una de sus objetivaciones–, en el que, por una parte, es tematizada, objetivada y definida, pero, por otra, en tanto movimiento no tematizable, carente de objeto y de destinatario, de la otreificación es dejado en libertad hacia una lengua otra por antonomasia [schlechtweg] y quizá hacia algo otro que una lengua. (“Für – die Philologie” 30)

Es este deseo de lengua, el deseo de lengua por un otro por antonomasia [schlechthin], pero el que a mí mismo tampoco me deja inalterado [unverändert] ni inotreificado [unverandert], ese afecto, el que se descarga en el juego, en el juego amoroso y el juego lingüístico y el juego de palabras, que le debo personalmente a Werner Hamacher.

De la misma manera en que la conversación que constituye al matrimonio, justamente descansa en la otredad de los cónyuges, y de la misma manera en que solo debido a la otredad de los cónyuges, que son el uno para el otro en cada caso otro sí mismo, gana una dinámica que puede ser mantenida en marcha toda una vida –porque el transcurso monótono y uniforme conduciría a la parálisis y al estancamiento–, así también el movimiento filológico es un amante estirarse una y otra vez hacia el amado en su otredad. El que yo no sea el/lo otro condiciona que pueda amarlo. Por eso, también el acto filológico por excelencia –a saber, el comprender y el interpretar– es una relación, una relación amorosa (aunque sea una autorrelación), que necesita de la distancia (entonces justamente de sí misma), con tal de siquiera ser –y justamente de ser de otro modo que él mismo; sí, incluso de ser su propia contra-parte, su opuesto–. En “Premisas”, Hamacher escribe: “Incomprensibilidad es lo que permite primeramente al comprender, abre sus posibilidades y las conserva como posibilidades” (11). Comprender, entonces, solo ocurre en el dobladillo, en el linde, bajo amenaza e incluso bajo la condición del no-comprender o del mal-comprender. Precisamente aquí es donde el comprender se vuelve productivo, porque recién la mala comprensión, el malentendido, hace posible un comprender otro, otreificado. Y por eso, justamente aquí, en el borde del comprender, el lugar de la filología: una philía al logos, un amor hacia la palabra, un “deseo de la lengua y de todo lo que alguna vez ha sido cogido [ergriffen] por ella y aún podría ser tocado por ella” (Für – die Philologie 6), según dice en Para – la filología.

Desear, coger, tocar. Lo corporal, lo erótico en la filología, no me deja. Me coge, me toca, cuando leo tales pasajes de texto. Los textos –y esto significa: los textos que tratan sobre textos, al igual que los mismos corpora textuales– extienden sus dedos hacia mí y en este gesto se sustraen, una y otra vez, a mi aprehensión [Zugriff]. A esto me refiero en el título de mi contribución: Erótica como poética. Los textos filológicos, así como los textos sobre la filología que Werner Hamacher nos ha dejado, retratan poetológicamente aquel juego que en el texto de Hamacher sobre Milton puede entenderse como juego amoroso, como erótica sólida y contundente. Ellos traducen trasponiendo [über-setzen], en cierto modo, a la erótica en la poética que le es propia. Todo juego de lengua –y con eso me refiero a todo juego de palabras de Werner Hamacher– es inmediatamente juego de amor y, en cuanto tal, filología.

Bibliografía

Hamacher, Werner. 95 Thesen zur Philologie. Fráncfort del Meno: Roughbooks, 2010.

_. Für – Die Philologie. Fráncfort del Meno: Roughbooks, 2009.

_. “Für – die Philologie”. Was ist eine philologische Frage? Dirigido por Jürgen Paul Schwindt. Fráncfort del Meno: Suhrkamp, 2009, pp. 21-60.

_. “Prämissen”. Entferntes Verstehen. Fráncfort del Meno: Suhrkamp, 1998, pp. 7-48.

_. “Recht auf Scheidung vom Recht (Milton)”. Sprachgerechtigkeit. Fráncfort del Meno: Fischer, 2018, pp. 161-193.

Kierkegaard, Sören. Entweder – Oder. Teil I und II. Múnich: DTV, 2012.

Notas

1 Traducción de Niklas Bornhauser. Este texto fue presentado como exposición en el contexto de la actividad “Freistätte #1. Ein Workshop zu Hamachers Philologie”, organizado por Judith Kasper, realizado el 15 de febrero 2019 en la Universidad Goethe de Fráncfort del Meno. Debido a su ductus y estilo singulares, que reflejan la fluidez y el carácter dialogante del pensamiento hamacheriano, en conjunto con la autora hemos decidido mantenerlo en su forma original.
2 Gen. 2:18: “And the Lord God said, It is not good that the man should be alone; I will make him an help meet for him” (King James Version).
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