Reseñas

Matías Ayala Munita. Poéticas de lo viviente, lo animal y lo impersonal

Israel Vásquez Gatica
Universidad Alberto Hurtado, Chile

Matías Ayala Munita. Poéticas de lo viviente, lo animal y lo impersonal

Revista de Humanidades, núm. 45, pp. 303-307, 2022

Universidad Nacional Andrés Bello

Ayala Munita Matías. Poéticas de lo viviente, lo animal y lo impersonal. 2020. Santiago de Chile. Metales pesados. 171pp.

Profesor e investigador de la Universidad Finis Terrae

Profesor e investigador de la Universidad Finis Terrae, Matías Ayala Munita se ha dedicado a la crítica literaria y a la publicación de artículos académicos en revistas y libros en Chile y Estados Unidos, destacando sus intereses en la poesía, el arte, el ensayo y la biopolítica. El libro Poéticas de lo viviente, lo animal y lo impersonal nace a partir de un proyecto Fondecyt en el que Ayala reflexiona acerca de la noción de vida y animalidad en la literatura hispanoamericana, donde propone –a partir de un análisis biopolítico– cómo pensar lo corporal desde la animalidad. El autor da forma al libro sobre la base de esta propuesta, donde se articula la corporalidad humana –en su funcionamiento colectivo– desde lo animal, argumentando lo difuso de los límites entre las nociones propuestas, a la vez que tensiona la proyección humana históricamente construida/imaginada con lo viviente. Las poéticas (o estéticas) del libro representan un enfoque propio del siglo XXI, novedoso e interdisciplinario, y son concebidas por el libro desde de un rol fundacional, que se desplaza entre lo colectivo y lo personal con el fin de cuestionar tradiciones filosóficas modernas, como lo es el dogma cristiano de Agustín de Hipona y Tomás de Aquino, o el humanismo occidental centrado en la razón del pensamiento cartesiano, posturas que expresan un individualismo metodológico que el libro concibe como cuestionable. Estas posiciones son propias de las metodologías e ideas dominantes que aíslan a los sujetos, inscribiendo a los colectivos en un nivel de análisis secundario.

En oposición a la estructura metodológica occidental dominante, las poéticas de lo viviente toman como corpus, por un lado, la corriente interdisciplinar de los estudios de animales para exponer su presencia en análisis culturales, filosóficos, éticos, etcétera; y, por otro, se apoyan en la ecología crítica, que desmitifica la dicotomía cultura/naturaleza al visibilizar la imposibilidad de concebir lo humano en contraste con su entorno. Lo que se opone a la concepción reduccionista de Descartes, en la cual el cuerpo opera como envoltorio de la mente, elemento que posiciona al individuo racional por sobre y en contraste con los animales no-humanos.

El libro se estructura en tres apartados, el primero, “Poéticas de lo animal e impersonal”, introduce la idea planteada por Lévi-Strauss de que los animales son “buenos para pensar”. El primer capítulo reflexiona, a partir de ahí, sobre el uso que históricamente se les ha otorgado a los animales como símbolos, imágenes y discursos propios de las culturas, uso que, en su reducción es peligroso al concebir a los animales no-humanos y otras especies en un rol utilitario de pantalla del sentir racional del individuo, de este modo, el autor propone la importancia de visibilizar las figuraciones de la propia presencia animal:

Este movimiento es lo que da forma a Poéticas de lo viviente, lo animal y lo impersonal. Por una parte, estarían las figuraciones temáticas y estéticas de seres vivientes, y por otra, lo que llamo una “poética de lo viviente”, en donde la figuración de los cuerpos y seres vivientes excede la mera proyección simbólica y nos propone críticamente replantear los propios límites singulares y colectivos, lo que se entiende por estar vivo, y en relaciones múltiples, abiertas y singulares con los demás. (Ayala, 17)

La obra plantea tres figuraciones relevantes que son fundamentales en la concepción latinoamericana –figuras reiteradas dentro de la literatura, arte, ensayo, etcátera— que refieren a los animales, autómatas y espectros, quienes, según Ayala, son vislumbrados desde un pequeño espacio, desde los bordes de la noción de persona. Por medio de la presentación de estas figuras, el autor cuestiona la naturalidad con la que concebimos y utilizamos esta noción de persona, proponiendo el arraigado peso cultural del que ha sido provista. En un primer acercamiento, se podría confrontar la noción de persona con lo animal, los diversos autómatas y lo espectral cuando, por el contrario, se puede establecer que complementan lo que entendemos como persona y lo complejizan, al comprender lo animal, al autómata y al espectro en las fronteras físicas, culturales y conceptuales de lo que se entiende por “lo viviente” y, así, en un ejercicio de representación, descentralizar a un sujeto moderno inmerso en su conciencia.

El segundo capítulo, “Poéticas del morir y la violencia”, se organiza en torno a la cercanía que tiene la filosofía occidental con la muerte, tradición que parece históricamente seducida por el carácter catártico que entrega este tópico. La cualidad que le otorga la muerte al alma de separarse del cuerpo pareciera devenir en la reflexión propia de un espacio textual en el cual expresarse. El autor ejemplifica esto comentando la Apología de Sócrates, obra en la que Platón plasma el discurso de Sócrates, quien es la figura relacionada con la muerte. Así, se establece una reflexión interesante en la que se revisa cómo la tradición occidental concibe esta noción desde Platón, identificando a figuras como Hegel, Heidegger, Sartre y Agamben, quienes muestran un interés por la muerte, pero desde un espacio discursivo impropio y ajeno, distinto al de las poéticas planteadas por el libro.

Como pudo destacarse en el párrafo anterior, la figura central ha sido la de la muerte, pero ¿qué hay con el morir que propone el capítulo en su nombre? La respuesta es interesante y un aporte para dialogar con la literatura latinoamericana, ya que el libro utiliza el interés que históricamente ha tenido Occidente con la muerte, inclinación que se sirve como un espacio para filosofar desde lo ajeno, en contraste con la cultura latinoamericana y su representación literaria. Así, mediante la lectura de tres obras de escritores del continente el libro se centra en la muerte desde una escritura agónica, componiéndose parte del corpus del segundo capítulo y sus puntos claves. Las obras son Esta parcela (2015) de Guadalupe Santa cruz, Veneno de escorpión azul (2007) de Gonzalo Millán y Diario de muerte (1990) de Enrique Lihn, libros que coinciden en lecturas autobiográficas y que se destacan por construir espacios en los que es difícil discernir las figuras de autor y hablante, configurándose como registros del morir1, donde se exacerba la experiencia del cuerpo por medio de la enfermedad.

El tercer capítulo, “Hacia una biopolítica afirmativa” se centra en la cultura visual durante la Unidad Popular (1970-1973). El libro destaca la figuración visual de los niños en el período, enfatizando el carácter activo de su representación dentro de lo planteado por la UP para lograr una biopolítica afirmativa: “Así, sobre la clásica noción marxista de clases sociales que tensa la política, se puede pensar la noción biopolítica de vida a proteger y hacer vivir que interactúa con la anterior. De esta manera, los niños populares devienen objetos de discursos, de políticas públicas y figuras visuales impresas” (137). Entonces, mediante la representación infantil se visibiliza la vulnerabilidad con una estética realista.

Una de las ideas claves de este capítulo plantea la asociación entre biopolítica y desarrollo nacional, la estética realista de los afiches permite reconocer el carácter de denuncia que, a la vez, exige reconocimiento al público y al Estado: “Así, el estilo gráfico inocente los presenta como seres vivientes en relaciones complejas (naturales, sociales y políticas) y, a la vez, como ciudadanos dignos de cuidado. Este estilo, aún más junta sujetos de diversos espacios y especies e imagina la comunidad por venir” (163). Aspectos que hacen eco en la actualidad posestallido social en Chile (2019) y su concretización en la Convención Constituyente (2021), en la cual se retoma la idea de una lucha en pro del imaginario de la comunidad que está por venir mediante la representación de sujetos diversos, y en la que se puede identificar la construcción de una biopolítica afirmativa centrada en el cuidado de la población, más que en el control y la muerte.

Referente al contexto sociopolítico actual, esta obra se publica en un momento difuso, entre el estallido social y la emergencia sanitaria, lo que a priori puede ser visto como una dificultad evidente al ser conscientes de posibles conflictos en su publicación, difusión y distribución. El contexto también es una oportunidad, debido al interés del libro por visibilizar problemáticas próximas a la contingencia nacional. Por un lado, se aprecia un interés en proponer una biopolítica afirmativa mediante un aspecto visual refrescante, en el cual se pueden ligar aspectos de representación propuestos por la UP, que son apropiados y resignificados por las demandas del estallido social. Por otro, también hay una oportunidad azarosa, al ser publicado en una pandemia global y trabajar el virus y su relación con la muerte, como se aprecia en el segundo capítulo, en el que el virus toma un rol relevante en su relación con lo corporal.

Finalmente, destaco el carácter interdisciplinario del libro y el interés que puede suscitar en las humanidades, ya que, si bien es innegable que posee un corpus poético potente, el libro demuestra un interés por la narrativa y la cultura visual, cuya presencia no es un anexo que complete la obra, por el contrario, a medida que avanzan las páginas se incorporan a las reflexiones suscitadas desde el inicio, añadiendo novedad a un análisis estético sobre lo viviente, lo animal y lo impersonal, que se unen formando un libro coherente que plantea y gestiona de manera cohesiva los diversos tópicos y géneros por los que transita, para así proponer las estéticas sobre lo viviente en un contexto situado.

Notas

1 “Hay una diferencia entre la muerte y el morir: la muerte es el acto de dejar de vivir que le sucede a los demás y, en cambio, el morir es cuando el propio sujeto de enunciación acontece como un cuerpo enfermo y sin potencialidad. El morir consiste en devenir una vida desnuda, un puro cuerpo viviente, impersonal y animal, que otros deben cuidar o administrar” (96).
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